¿Impulsará China la integración latinoamericana?
Economíahoy
- mayo de 2025
El
primer ministro chino, Li Keqiang, realiza su primera visita oficial a
Latinoamérica. Su presencia coincide con una fase de desaceleración de las
economías china y suramericana.
América del Sur crecerá este año menos de 1 por
cien, según el FMI. La falta de infraestructura es un problema estructural.
China, por su parte, necesita recursos naturales para sostener su expansión
económica y tiene por ello un interés primordial en construir obras de
infraestructura - y en especial - ferroviarias en otras regiones. Lo que Pekín
pretende es facilitar su acceso a materias primas cruciales al tiempo que
ofrece para ello posibilidades de inversión a sus multinacionales. Si como
afirma Li, también se propone ayudar a la transferencia de tecnología y la
industrialización latinoamericana, China competirá con EEUU y la Unión Europea,
que tradicionalmente han tenido la primacía en ese intercambio.
En Brasil, la llegada de Li supone un impulso
para la alicaída economía en forma de acuerdos comerciales, financieros y de
inversiones por valor de decenas de miles de millones de dólares en los
sectores energía, minas, aviación e infraestructura. Esta renovación de
compromisos estratégicos de ambas naciones BRICS significa asimismo un
espaldarazo para Dilma Rousseff. Con su popularidad bajo mínimos y escándalos
de corrupción de su partido, la presidenta prepara un programa de concesiones
de obras de infraestructura a lanzarse en junio.
El proyecto estrella es - con un costo de unos
30.000 millones de dólares - el ambicioso y polémico plan del tren
interoceánico: la construcción de una vía férrea que desde la costa atlántica
brasileña, atraviese la selva y los Andes, y llegue al Pacífico peruano.
Para llevar a cabo la construcción es necesario
sortear retos de medio ambiente, ingeniería y política. La polémica comienza
por el hecho de que la vía cruzará la Amazonía. Aunque todos son conscientes de
que tiene un impacto menor que la carretera para el transporte de producción se
anticipan problemas con grupos indígenas y defensores del medio ambiente. Se
añaden desafíos de ingeniería para construir un tren que atraviese la
cordillera de los Andes y descienda rápidamente al Pacífico. Y, sobre todo, hay
diferencias políticas. Así el proyecto ya causó roces entre Perú y Bolivia, cuyo
mandatario sostiene que sería "más corto y barato si atravesara su país.
Sin embargo, el presidente peruano Ollanta Humala quiere que el tren pase por
el norte de Perú, por "razones de interés nacional". Poner dinero la
primera condición. Todo puede quedar paralizado como ya ha ocurrido con otras
grandes ideas.
La gira de Li - que junto a Brasil incluye
Colombia, Perú y Chile - profundiza igualmente los estrechos lazos económicos
con los países de la Alianza del Pacífico. Las inversiones mineras chinas en
Perú son significativas. Chile fue, en 2005, el primer país del mundo, en
firmar un TLC con China, un instrumento con el que el comercio alcanzó en 2014
los 34.000 millones de dólares. El objetivo actual: un acuerdo para evitar la
doble tributación y atraer inversiones en energía e infraestructura. Colombia,
más rezagada, puede aprovechar la visita de Li para una agenda que incluya no
solo proyectos industriales sino obras emblemáticas, como el metro de Bogotá. Y
plantearse ser socios del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, la
iniciativa promovida por Pekín.
El pasado año, desde los dos grandes bloques
regionales, la Alianza del Pacífico y el Mercosur, surgieron propuestas para
abrir un mayor diálogo.
No obstante, prevalecieron las diferencias
entre los librecambistas del Pacífico y los estatistas del Atlántico. La
"convergencia en la diversidad" no fructificó.
El tren bioceánico es una gran promesa de
futuro que puede ser un triunfo clave. Una dura prueba para la relación con
Pekín que de lograrse estimulará la integración. Pero si no se hace bien puede
transformarse en una pesadilla para el vínculo China-América Latina.
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