¿Cuánto debería valer una moneda? Realmente,
nadie lo sabe
The Wall Street Journal. - mayo de 2015
Una legislación que busca combatir la
manipulación del valor de las monedas podría definir la suerte del Acuerdo
Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP, por sus siglas en
inglés) que impulsa el presidente Barack Obama. Sin embargo, determinar quién es
culpable de incurrir en transgresiones cambiarias está lejos de ser algo
sencillo.
Legisladores, empresas y sindicatos
estadounidenses quieren usar la legislación comercial pendiente para
contraatacar a los países que ellos consideran que subsidian a sus industrias
mediante la devaluación del tipo de cambio, pero están estancados en un largo
debate que por décadas ha tenido a mal traer al Fondo Monetario Internacional,
la Organización Mundial del Comercio y otras instituciones líderes. Calcular
correctamente el valor de una moneda seguirá siendo complicado, más allá de la
firma de cualquier acuerdo, y representará un obstáculo para cualquier intento
de resolver conflictos cambiarios mediante el arbitraje o la diplomacia.
Algunos legisladores estadounidenses,
respondiendo a las quejas de larga data de sus electores, están presionando
para que el TPP —un acuerdo de libre comercio entre 12 naciones que representan
40% de la economía mundial— incluya estipulaciones ejecutables en materia de
divisas. A legisladores de estados fuertemente industriales como Michigan, Ohio
y Nueva York les preocupa que los actuales miembros del TPP y posibles futuros
socios como Corea del Sur y China puedan compensar los beneficios que EE.UU.
llegue a obtener del pacto a través de la depreciación de sus monedas.
Una moneda más débil reduce drásticamente los
costos de producción e impulsa las exportaciones a expensas de los competidores
en el extranjero. Algunos economistas y empresas dicen que durante la última
década, por ejemplo, la política de tipo de cambio administrado de China costó
millones de puestos de trabajo estadounidenses porque Beijing subsidiaba a sus
exportadores manteniendo el valor del yuan hasta 40% por debajo de lo que
sugerían los fundamentos del mercado.
“La manipulación de divisas es la madre de
todas las barreras comerciales”, dice Stephen Biegun, vicepresidente de asuntos
gubernamentales internacionales de Ford Motor Co. Al igual que otros
fabricantes de automóviles de Estados Unidos, Ford está respaldando propuestas
legislativas que castigan a los países que deprecian sus monedas para obtener
una ventaja competitiva. La compañía está especialmente preocupada por Japón,
uno de los mercados de autos más grandes del mundo y miembro del TPP.
“Podemos competir con cualquier fabricante de
automóviles del mundo, pero no podemos competir contra el Banco de Japón”,
afirma Biegun, refiriéndose al papel del banco central de ese país para
mantener un bajo valor del yen durante anteriores gobiernos.
Pero aun si estas propuestas se convierten en
ley, la complejidad técnica de calcular el valor justo de una moneda
probablemente frustrará cualquier intento de sancionar a socios comerciales
desleales.
Christopher Padilla, ex subsecretario de
comercio internacional del Departamento de Comercio de EE.UU., dice que
calcular el valor apropiado de una divisa es casi imposible y que puede crear
insuperables problemas operativos.
“Pregunte a 10 economistas diferentes cuál es
el valor de mercado ‘objetivo’ de una moneda y obtendrá 10 respuestas
diferentes, todas bien argumentadas y respaldadas por análisis econométrico,
pero todas diferentes”, escribió hace poco Padilla, quien actualmente se
desempeña como vicepresidente de gobierno y asuntos regulatorios de IBM.
Los legisladores republicanos que apoyan el TPP
se han aferrado a ese argumento para defenderse de los demócratas en el
Congreso. “Pensar que el Congreso puede legislar cuál debe ser la valuación de
divisas entre países es casi risible”, dijo la semana pasada el presidente de
la Cámara de Representantes, John Boehner (republicano de Ohio), quien agregó
que los legisladores han estado debatiendo esa cuestión durante décadas.
El FMI, que actúa como un asesor independiente
de los gobiernos en políticas cambiarias, fue concebido para pasar por alto
estos debates políticos. Fundado luego de la Segunda Guerra Mundial, su
objetivo fue contribuir a evitar otro conflicto internacional mediante la
promoción de regímenes monetarios estables.
Las reglas del FMI prohíben a sus 188 países
miembros manipular sus tipos de cambio para obtener una ventaja competitiva. No
obstante, la organización nunca ha declarado oficialmente a un país en
violación de esa prohibición y su departamento legal dice que esa disposición
es “relativamente compleja (…) y no todos sus términos son fáciles de entender
o de aplicar”.
El nuevo debate sobre este tema plantea un
problema circular: las principales propuestas de los legisladores
estadounidenses se basan en las determinaciones del FMI. El proyecto de ley
patrocinado por el senador Charles Schumer (demócrata de Nueva York) permitiría
a EE.UU. tratar la subvaluación de la moneda de otro país como un subsidio, lo
que a su vez le daría derecho a aplicar aranceles sobre las importaciones
procedentes de ese país en represalia.
Si ese país objetara la sanción —lo que
probablemente ocurrirá—, la disputa sería arbitrada por la OMC, que en materia
de tipos de cambio se apoya a su vez en el asesoramiento del FMI.
Los cálculos del FMI, sin embargo, distan de
ser precisos.
En los últimos años, el organismo internacional
ha estado tratando de desarrollar nuevas formas de medir el valor de las
monedas que los países miembros y sus economistas pudieran ponerse de acuerdo
para indicar qué tan subvaluados o sobrevaluados están los tipos de cambio.
Estos esfuerzos dieron lugar a una serie de posibles valuaciones de las
principales divisas, basadas en varias metodologías. El resultado ha sido una
amplia gama de valuaciones, que en algunos casos se contradicen entre sí.
En un informe del año pasado sobre las
principales economías, el FMI estimó que en 2013 el yen estuvo entre 15%
sobrevaluado y 15% subvaluado. Ante la ofensiva de automotrices y legisladores
estadounidenses que tratan de contrarrestar los supuestos daños provocados por
las políticas cambiarias de Japón, Tokio podría defenderse esgrimiendo los
datos del FMI que muestran que el yen, por el contrario, ha estado
sobrevaluado. El FMI puede así tener dos posturas respecto del yen y otras
divisas.
Los datos también podrían plantear
interrogantes acerca de por qué los fabricantes de automóviles de EE.UU. han
tenido problemas para competir con Toyota y otras automotrices japonesas,
incluso después de que estas empresas abrieron plantas en EE.UU., en parte para
anular cuestiones de tipo de cambio y sanciones comerciales.
Los problemas de doble estimación del FMI van
más allá de Japón.
El mismo informe estima que el won de Corea del
Sur tenía una subvaluación de entre 5% y 20%, el dólar de Hong Kong estaba
entre 10% subvaluado y 10% sobrevaluado, y el dólar entre 5% subvaluado y 10%
sobrevaluado. El próximo informe del FMI, que será dado a conocer en las
próximas semanas, probablemente mostrará cambios importantes en los datos de
2014.
El FMI también está en desacuerdo con EE.UU.
sobre la moneda china. El organismo dice que después de casi una década de
apreciación, el yuan se está acercando a su punto de equilibrio, y funcionarios
del Tesoro estadounidense sostienen que todavía está considerablemente
subvaluado.
La semana pasada, los economistas del FMI
volvieron a indicar que el won surcoreano podría estar subvaluado, pero al
mismo tiempo la junta ejecutiva del organismo relativizó esa afirmación al
decir que “deficiencias metodológicas amplifican la incertidumbre en torno a
dicha evaluación.”
Gary Hufbauer, académico sénior del Instituto
Peterson de Economía Internacional y ex funcionario comercial de EE.UU., apunta
que la aprobación de estipulaciones cambiarias del Congreso podría allanar el
camino para que China y otros países denuncien a EE.UU. ante la OMC. Es difícil
predecir qué decidiría la OMC, y “China podría montar un caso fuerte”, dice.
La Casa Blanca, que busca que sus socios
comerciales en el Pacífico lleguen a un acuerdo, necesita los votos de un grupo
de legisladores que están presionando por una legislación sobre las divisas.
Por ello, Washington apoya un otro proyecto de ley, impulsado por el senador
Michael Bennet (demócrata de Colorado), que pretende reforzar la supervisión
estadounidense de los tipos de cambio de sus socios comerciales.
Este proyecto implicaría sanciones mucho más
suaves a los infractores y, en consonancia con la larga historia de la
diversidad de interpretaciones sobre el valor de la moneda, daría a la Casa
Blanca una amplia libertad para evaluar las políticas cambiarias de los países
y las sanciones correspondientes.
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