¿Las deudas son buenas o malas?
Forbes - lunes, 25 de mayo de 2015
El verdadero problema es la
irresponsabilidad e indisciplina financiera, que nos lleva a creer que se puede
vivir siempre de prestado.
En el artículo anterior dijimos
que no son la deuda y el consumismo, sino la acumulación de ahorro y capital la
fuente del crecimiento sostenido. No tiene más ciencia entonces que los países
más ricos y desarrollados sean aquellos que han acumulado más capital –tanto
propio como extranjero. Es así como han mejorado sus condiciones y nivel de vida.
El capital les permitió abandonar su condición de pobreza.
En la entrega anterior varias
personas reclamaron que la deuda no es “mala”, y que países como Estados Unidos
se siguen endeudando a altas tasas y continúan creciendo. De eso no hay duda,
pero toda expansión basada en el crédito es insostenible.
Lo que se debe entender es que la
deuda no es “mala”, ni podría serlo per se. El verdadero problema está en el
comportamiento financiero de las personas, empresas o países.
Si estos no son capaces de ser
disciplinados y evitar gastar más de lo que tienen de ingresos, tarde o
temprano la acumulación de deuda llega a un tope, tras lo cual todo se
desploma. No por nada se le llama quiebra. A causa de esto muchos países
“ricos”, en realidad ya no lo son.
Lo anterior no significa que no
sea posible que la deuda sea utilizada de manera productiva para ir liquidando
los compromisos. Pero nada de esto quita un punto de validez a nuestro
argumento, pues incluso quien use los créditos de este modo, tiene que contemplar
que sus nuevos ingresos en el tiempo sean como mínimo iguales a sus gastos –que
ya incluirán la amortización de la deuda, pues de lo contrario se entra en la
mencionada espiral de quiebra.
Si una persona, por mencionar un
simple ejemplo, compra un departamento y adquiere una hipoteca bancaria,
inclusive si planea rentarlo para ir pagando las mensualidades necesita, en
efecto, que el inmueble sea rentado por alguien que cumpla puntual. Si esto no
sucede, tendrá que ejercer garantías (proceso largo y costoso), utilizar
recursos propios (ahorros personales o de la sociedad en que se está, si es el
caso) o ajenos de cualquier índole para amortizar la deuda. Sólo así podrá
quedar bien con el banco. El punto de nuevo es que si los ingresos en el
tiempo–de la fuente que sea, no son superiores o mínimo iguales a los egresos,
la quiebra llega por fuerza tarde o temprano. Todo depende de la fortaleza
financiera del deudor.
Nótese que la acción empresarial
siempre conlleva un gran riesgo de que las cosas no salgan como uno espera. Así
es el mundo y debería seguir siendo: a los quebrados se les debe permitir
quebrar, los acreedores toman los activos, se “purga” el sistema y todo vuelve
a comenzar desde bases sólidas. Los malos proyectos no deben continuar por las
pérdidas que implican.
Lo anterior es válido también
para empresas o países en sus planes de nuevas plantas, infraestructura, etc.,
por más que los burócratas y sus “intelectuales” insistan en que las leyes de
la economía aplican para todos, menos para los gobiernos.
Desgraciadamente en este mundo al
revés en que vivimos, gobernantes y banqueros –privados y centrales- quieren
basar el crecimiento en la perpetua expansión de la deuda. No es posible:
siempre hay malas inversiones y deudores quebrados. Lo que pasa es que las
autoridades quieren seguir derrochando con cargo a los contribuyentes, y los
bancos disfrutar de pingües ganancias que, cuando son pérdidas, exigen que
alguien más las absorba.
Para eso impusieron el sistema
monetario actual basado en dinero de papel/deuda, e hicieron a un lado al oro.
Este castillo de naipes sólo
puede sostenerse cada vez con mayores emisiones de deuda, crédito y dinero. Y
es que cuando viene la natural “purga” que ya explicamos, y sus consecuencias
–crisis y recesión, banqueros y empresarios privilegiados salen a gritar que se
acabará el mundo, llaman a sus amigos en el gobierno y ni tardos ni perezosos
llegan al “rescate”. Se le da vida artificial a empresas y proyectos que no
deberían seguir existiendo.
Sobra decir que su “solución” es:
más crédito, deuda y consumo para “revivir” la economía. Para eso usan su
monopolio de emisión de dinero, pero no sin graves consecuencias. No es casual
que las crisis cada vez sean más pronunciadas y cueste más salir de ellas, pues
cada vez son más los emprendimientos inviables.
De manera que todo crecimiento
sustentado en expansión crediticia y monetaria, es por definición insostenible.
Posponer la “purga” no es solución sino patear la bomba para después, con
peores resultados.
Las deudas pues, no son buenas ni
malas. En el fondo, la irresponsabilidad e indisciplina financieras que nos
llevan a creer que se puede vivir siempre de prestado, sí es perniciosa. Las
leyes de la economía son iguales para todos en cualquier época. En vez de que
el ahorro/capital, la verdadera fuente de la riqueza nos siga llevando al
progreso, el consumismo y la deuda creciente a perpetuidad nos condenan a la
pobreza. El capital pues, nos hace libres. La deuda perpetua, esclavos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario