La controversia también es negocio en los
medios
Forbes -
jueves, 14 de mayo de 2015
Los espacios que le dan rienda
suelta a los comentarios incómodos son pocos en la barra. Sin embargo, eso no
significa que no puedan convertirse en un gran negocio de largo plazo. Por lo
pronto, la radio por internet se asoma como una opción colateral.
El noticiario matutino de Carmen
Aristegui todavía estaba al aire en la estación 102.5 de FM cuando su
audiencia ya había tomado la decisión de “defenderla” para que no perdiera el
espacio en MVS. En la plataforma Change.org inició una carrera
#EnDefensaDeAristegui, con la que finalmente se rompió récord de participación
con más de 100,000 personas que dieron su firma en menos de 24 horas, para que
la voz de la conductora se siguiera escuchando en la radio mexicana.
“Nunca habíamos registrado una
interacción como la que se logró con el tema de Carmen Aristegui. Hubo una
respuesta inmediata de la audiencia y no sólo por la cantidad de firmas
(218,000 al finalizar marzo), sino por todo lo que vino después”, explica
Alberto Herrera, director de Change.org en México.
Con ello, se refiere a las
movilizaciones de protesta frente a las oficinas de MVS en la Ciudad de
México, los llamados a boicotear los negocios vinculados a la radiodifusora y
la creación de una campaña internacional en redes sociales:
#MexicoWantsAristeguiBack.
La audiencia se movilizó y, en
medio del debate multitemático sobre la libertad de expresión y el conflicto
entre particulares, puso sobre la mesa el tema de sus derechos. “Cuando se
cierra un espacio informativo y la audiencia la identifica como una voz que le
está aportando algo que no encuentra en otras voces, entonces se está agraviando
a la audiencia porque ésta tiene derecho a información plural”, explica Clara
Luz Álvarez, especialista en derecho y telecomunicaciones del Instituto de
Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Sin embargo, como explica
Gabriel Sosa Plata, ombudsman de MVS y analista de medios de comunicación, al
empresario de radio y televisión se le da el regalo de la autorregulación:
“Puede suceder que estén ahí los derechos (de la audiencia), pero como letra
muerta porque no se establecen sanciones. El que debe proteger esos derechos es
el defensor de la audiencia y si determinado derecho no se cumple, éste no
tiene poder de decisión; lo que hace es emitir recomendaciones de
incumplimiento, que pueden ser atendibles o no”.
¿Pero por qué “un problema
administrativo” —como MVS calificó al conflicto con Aristegui— llevó a la
cancelación del programa de noticias más popular de la radio?
“Empresarialmente y no
empresarialmente es muy difícil de entender, pero en esto perdimos todos:
pierde MVS, pierde Carmen Aristegui y pierde la sociedad”, explica el
vicepresidente de Relaciones Institucionales y Comunicación Corporativa de MVS,
Felipe Chao. Incluso podría haber un cuarto perdedor: el gobierno del
presidente Enrique Peña Nieto, señalado por presuntamente haber influido en la
decisión de la radiodifusora.
Pero entre todos los perdedores,
la voz que menos se escucha es aquella a la que, paradójicamente, se deben el
negocio de la radio y los periodistas: la de la audiencia.
“Las audiencias en México han
sido ignoradas durante décadas. No obstante el discurso de las empresas de que
cumplen una función social, en realidad es un acto más discursivo porque pesan
más las relaciones político-económicas de los empresarios que las audiencias”,
acusa Sosa Plata. “Salvo algunas excepciones, lo que tenemos es que las
audiencias han sido maltratadas, subestimadas y engañadas a lo largo de muchas
décadas”.
Un caso llama la atención: el de
José Gutiérrez Vivó, quien asegura que con su programa “Monitor” mantuvo el
puntaje más alto de audiencia en radio de 1974 y hasta su salida en 2008. Según
sus números, siete de cada 10 personas que escuchaban información en la radio
en el Valle de México eran capturados por su micrófono.
La mano del gobierno
Junto a la violación al derecho a
la pluralidad y a la información, hay otra cosa que se pierde: un buen negocio.
Y es aquí cuando Jorge Fernando
Negrete, director general de Mediatelecom, una consultoría dedicada al
análisis de telecomunicaciones en México, habla del “efecto ancla”, entendido
éste como el trabajo que un periodista hace para garantizar que la gente permanezca
en la estación.
“El modelo del gran periodista
es, sin duda, el que concentra los grandes ratings para una estación de radio y
es el modelo que también genera los mayores ingresos. Tener a una figura es el
ancla que garantiza tu modelo de negocio a lo largo del día. Esta figura
implica, en promedio, 50% de la facturación de la estación, ya que ésta
permite arrastrar el rating al resto de la barra”.
Las cifras de rating y los
anuncios comerciales muestran que, en realidad, un noticiero crítico e
independiente en la radio puede ser un gran negocio para el empresario que
decide darle un espacio.
“Si el conductor del noticiero se
vuelve soso, no critica, esconde noticias, entonces en ese noticiero baja la
audiencia y obviamente sus ingresos. Por eso Carmen tenía tanto éxito: porque
era muy dura, muy crítica y todo el tiempo estaba agudizando la noticia.
Entonces, como empresario, ¿qué hago? Pues dejo que mi locutora diga todo lo
que quiera. Porque si no la dejo, mi noticiero se puede caer”, explica Luis
Mercader, director general de International Research Associates (Inra), una
empresa de medición de audiencias altamente especializada en radio.
¿Qué podría implicar o derivar en
“un problema”, para que un programa o noticiero exitoso salga del aire? Según
periodistas, hay un factor clave que supera la importancia de la audiencia y
del negocio: el gobierno en turno.
Decía Carmen Aristegui el 19 de
marzo (cuatro días después de la decisión de MVS de sacarla del aire), que
enfrentaba junto con su equipo una batalla por la libertad de expresión, por la
libertad editorial, por las audiencias, por los ciudadanos, por el derecho a
decidir y por el derecho a escuchar.
Ella no es la única que ve la
mano del gobierno de Enrique Peña Nieto en su salida. Gutiérrez Vivó, quien
involucra a los ex presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón en su salida de la
radio, dice que un noticiero como el de Carmen no tiene oportunidad de estar al
aire en este sexenio. “No la van a reinstalar, como ella busca, mientras no haya
un sí de Los Pinos. Los que están al aire están porque al gobierno le conviene
y están aprobados por Presidencia”.
Hay una voz más que se une a esta
idea. Pedro Ferriz, quien abandonó el noticiero “Primera Emisión” en 90.5 de FM
por una supuesta presión política, lo explica así: “Pienso que Carmen está
fuera porque Peña Nieto no le perdonó que sacara lo de la Casa Blanca. Nada más
te pongo una salvedad: Carmen hizo su trabajo y seguramente el gobierno se la
cobró, pero Carmen podría haber salvado el trabajo si no hubiera hecho algo que
agraviara a la organización con una toma de decisiones que le correspondía a
MVS, no a ella”.
El reparto del mercado
En la radio mexicana no existe
una separación entre quien tiene el capital y el que toma las decisiones; ahí
inicia la vulnerabilidad del negocio y está la clave de sus problemas, explica
Francisco Vidal Bonifaz, periodista, analista de medios de comunicación y autor
de Los dueños del cuarto poder (Planeta, 2008).
“Se hace muy poca distinción de
dos funciones que tiene el capital: una es poseer las cosas y otra es operar
como dueño. El ‘capital propiedad’ implica que cada quien sea dueño de lo que
quiera. Sin embargo, en los desarrollos más modernos del ejercicio
periodístico, el ‘capital función’, o sea la dirección de la empresa, no la
ejercen los dueños. En México vemos cómo los dueños se meten hasta la cocina de
las decisiones editoriales”.
Pero además de la necesidad de
separar el capital de la dirección editorial, Vidal Bonifaz apunta que también
hay un problema en la forma de explotar un bien público: “Tienes muchos
espacios con un periodista ancla en donde la publicidad depende de éste, no de
la cadena. Ahí no influye la audiencia, sino el nombre del periodista. ¿Dónde
está el problema? En que es un bien público y se hace negocio de venta de
publicidad a través de un tercero, que condiciona el ejercicio periodístico”.
En este punto entra otro tema
controversial en México: la publicidad oficial. En 2013, el primer año de
gestión de Enrique Peña Nieto, se ejercieron 4,195.076 millones de pesos (mdp)
en gastos de publicidad gubernamental, según datos oficiales que recopiló
Fundar Centro de Análisis e Investigación. De ese monto, 13% fue para la radio.
Las cadenas radiofónicas recibieron 379.5 mdp.
“No estamos en contra de que
exista la publicidad oficial. La controversia está en la necesidad de
transparentar el gasto y las formas o arreglos bajo los cuales se asignan los
recursos. Por la ausencia de criterios claros de cómo se asigna, hay un uso
pervertido, desviado, de la publicidad oficial, y un amplio riesgo de que sea
una herramienta para que en lugar de alentar la pluralidad y hacer efectivo el
acceso a la información, sea una herramienta que permita controlar y limitar el
flujo de información en el país”, sostiene Justine Dupuy, coordinadora del área
de Transparencia y Rendición de Cuentas de Fundar.
Pero de la radio hay otra pieza
que pareciera fundamental y que no conocemos: la configuración del negocio.
Las cadenas radiofónicas “son
mutables”, explica el consultor de telecomunicaciones Jorge Fernando Negrete:
“Se arman y se desarman según los planes de negocio. Haz de cuenta que de
repente una cadena necesita para Coca-Cola armar 300 estaciones de radio a
nivel nacional; entonces va y las renta y crea una cadena específicamente bajo
ese modelo de negocio. O en el mismo formato de Los 40 Principales, que se
trata de comprar tiempos en la mayoría de las cadenas del país, y se hace una
sola cadena administrada por la marca. Es muy complicado decir cómo está
dividido exactamente el mercado, porque todos son absolutamente movibles”.
Tanto movimiento de las cadenas
de radio puede explicarse en razón de la búsqueda de alcanzar economías de
escala: “A medida que vas sumando estaciones, estás reduciendo el costo
unitario. Si tengo el noticiero de Carmen para una estación, tengo que repartir
el millón que ella me cuesta en la estación. A medida que tengo más, sólo
produzco una vez y nada más reproduzco en mis 10 estaciones. El costo unitario
se reduce y en cada estación entra publicidad independiente. Ese es el
negocio”, añade Francisco Vidal.
¿El futuro es la web?
Casi 15% de los radioescuchas en
el Valle de México —donde la penetración de Internet es superior que en el
resto del país— accede a las estaciones de radio a través de sus teléfonos
móviles, según datos de Inra. Menos de 3% de la audiencia escucha la radio en
México a través de la web.
“Se están multiplicando los
medios de comunicación en internet. La globalización conlleva a que haya en la
multiplicidad de medios valores diferenciados que hagan que la gente
identifique dónde quiere estar y cómo”, dice Ferriz de Con, quien recientemente
estrenó en internet su canal “Ferriz Live TV”, el cual en su primer mes tuvo
más de 4 millones de visitas y en el tercero prácticamente duplicó la cifra,
según los datos del mismo periodista.
El proyecto de José Gutiérrez
Vivó es similar. En San Antonio, Texas, donde reside actualmente, creó una
empresa para lanzar Radio Silencio, una estación independiente que transmite
desde el pasado 23 de marzo un noticiero de dos horas, que además se puede
descargar en podcast y escuchar desde cualquier dispositivo móvil.
En opinión del periodista José
Gutiérrez Vivó, los radioescuchas no tienen mucho qué hacer para lograr que el
modelo de negocio de la radio cambie y que las decisiones editoriales no tengan
vínculo con los intereses del dueño ni con los de un gobernante.
A pesar de ello, hay un mundo
ideal: uno en el que haya lugar para la crítica, pero con contrapesos, que al
final del día resultaría conveniente para la sociedad, los empresarios y el
gobierno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario