1 de cada 4 negocios en EU pertenecen a
inmigrantes
FORBES- 30 de Junio de 2016
En la propia casa de Donald
Trump, Nueva York, los migrantes mexicanos renuevan el nacimiento de pequeños y
medianos negocios, enriquecen la cocina y dan vida a barrios abandonados. El
racismo y clasismo en Estados Unidos, evidenciado por el republicano, también
olvida que éstos ya padecieron esa exclusión en su propio país, y no se
detuvieron.
Nueva York.- Los mexicanos han
sido una de las columnas principales del éxito económico de Estados Unidos. Su
fuerza de trabajo, documentada e indocumentada, es clave en el funcionamiento
cotidiano del país más poderoso del mundo.
Es bien conocido y está
ampliamente documentado que el empleo de mexicanos, y a menudo su cínica
explotación, resultan esenciales para mantener el nivel de vida y de consumo
en el país con el mayor número de multimillonarios y donde se hacen las mayores
fortunas.
Menos conocido, aunque quizá tan
relevante como la fuerza laboral, es el empuje empresarial de los mexicanos en
este país. Sus pequeños y medianos negocios emplean a millones y han revitalizado
las comunidades y los barrios donde se establecen. En Nueva York, este empuje
empresarial es innegable, y en buena medida ha tomado la estafeta de los
migrantes de Puerto Rico y República Dominicana, que llegaron a la Gran
Manzana antes que los mexicanos. Las tiendas de abarrotes en Nueva York son
conocidas como “bodegas”, en español, y las lavanderías, gasolineras y
tintorerías son todas giros dominados por inmigrantes.
Un informe de 2014 de la Sociedad
de las Américas documentó que los inmigrantes crean negocios en los sectores de
bienes y servicios dirigidos al consumidor final en una proporción que está muy
por encima del porcentaje que representan de la población estadounidense.
Entre este grupo de negocios
(comercios minoristas, de la industria de la hospitalidad y establecimientos
de servicios), los inmigrantes constituyen 28% de los empresarios establecidos,
pese a que sólo cuentan con 16% de la población de Estados Unidos.
Asimismo, los inmigrantes
participan en una proporción mucho mayor a su presencia demográfica en salones
de manicura, licorerías y restaurantes, de los que poseen 38%. El informe
recuerda estudios que han mostrado que, en comparación con los nacidos en Estados
Unidos, los inmigrantes son entre 10 y 15% más propensos a crear sus propios
negocios.
Si bien no se dispone de cifras
de emprendedores y empresarios mexicanos en Estados Unidos, es visible su
presencia en Nueva York, donde la migración proveniente de México es
relativamente reciente y se volvió masiva en la década de 1990. Es menos
evidente que en ciudades como Los Angeles o San José, California, donde
constituyen buena parte de los pequeños y medianos empresarios.
Hoy se ve en La Gran Manzana la
huella emprendedora que ya está bien asentada en Los Angeles, explica Gaspar
Orozco, director adjunto del Instituto Jaime Lucero de Estudios Mexicanos de la
Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY). “Vemos una fuerza emprendedora
muy fuerte de la comunidad mexicana que se traduce en pequeños negocios,
tiendas de abarrotes o incluso en negocios ambulantes como venta de frutas. Es
el germen emprendedor de los mexicanos”, señala Orozco, también un poeta
galardonado y quien fungiera como el cónsul responsable de los asuntos de la
comunidad en Nueva York y posteriormente en Los Ángeles.
Una de las claves del éxito del
emprendimiento de los mexicanos en Estados Unidos es que llegan bajo un cierto
patrón. Los mexicanos migran siguiendo las huellas de un familiar, que a su vez
sigue los pasos de personas de la misma comunidad, zona, etnia o estado. A
Nueva York han arribado migrantes de Puebla y luego de Oaxaca que componen, de
acuerdo con cifras del Consulado de México en Nueva York, cerca de 70% del total
de los mexicanos de la llamada zona triestatal, compuesta por los estados de
Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut. Ese lazo ayuda a que los recién
llegados se empleen en negocios de familiares y de amigos, y el emprendimiento
es aprendido de primera mano.
“El estatus migratorio es un
obstáculo para muchas cuestiones, pero de todas maneras nuestra gente puede
darle la vuelta a ese reto buscando apoyo de amigos y de empresarios con los
que se asocian y puedan seguir generando recursos”, explica Orozco. De alguna
manera, los inmigrantes mexicanos son en sí mismo emprendedores natos. El
mismo hecho de emigrar, agrega, en especial como indocumentado, en condiciones
de mucho peligro, revela enorme iniciativa y determinación.
El caso de Passaic
Un ejemplo claro de esta
multiplicación de emprendedores es Passaic, una comunidad en el estado de
Nueva Jersey que fue virtualmente abandonada por la industria cuando la
economía de Estados Unidos viró hacia los servicios. En un par de décadas, la
migración mexicana convirtió a Passaic en un centro distribuidor de productos
mexicanos para toda la costa Este.
La contribución mexicana para la
revitalización de Passaic ha sido reconocida incluso por la alcaldía, que
consintió en erigir una estatua del general Ignacio Zaragoza en su plaza
principal, donde se organizan desfiles del 5 de Mayo y procesiones de la Pasión
de Cristo en Semana Santa.
Griselda García, originaria de
Izúcar de Matamoros, en Puebla, es junto con su padre la dueña de la tienda de
abarrotes El Tepeyac, en el barrio de Harlem del Este. García acepta que la
mayor dificultad para los emprendedores mexicanos es la condición de
indocumentados. Pese a todo, asegura que en su experiencia de 17 años como
comerciante, los pequeños negocios son emprendidos de manera abrumadora por
inmigrantes.
“Un gran porcentaje de dueños de
negocios pequeños es en su gran mayoría de inmigrantes. Hoy por hoy no conozco
a un gringo que me diga que abrirá un comercio”, explica García. Añade que tal
como sucedió en su caso, en que su padre emigró primero y comenzó El Tepeyac,
muchas familias mexicanas migrantes arriban a un negocio como punto de empleo
central y a partir de ahí se multiplican en otros comercios. Su hermano, por
ejemplo, tiene una carnicería también en Harlem del Este, igualmente llamada
El Tepeyac.
El negocio de García y su
hermano, que vende longaniza, chicharrón y cecina de Yecapixtla, apuntan además
a una de las armas principales de los emprendedores mexicanos aquí: la comida.
Si los mexicanos florecen y se expanden culturalmente en su vecino del norte es
debido en buena medida a la cocina nacional, claramente superior a la
estadounidense en su variedad, sabores y sofisticación.
Los tacos se han convertido, al
margen de los burritos inspirados en la cultura mexicano-estadunidense de la
frontera, en un alimento ubicuo en el país, y las salsas picantes y las
enchiladas ya son parte del menú cotidiano de hogares estadounidenses.
El barrio de Harlem del Este ha
sido uno de los que más han sufrido de “gentrificación” en Nueva York, que es
el proceso mediante el cual residentes blancos se mudan a vecindarios ocupados
por minorías. Pese a la transformación, García asegura que ahora sus
ingredientes mexicanos son adquiridos por estadounidenses.
“Los gringos no quieren ya ir a
sentarse a comer enchiladas, sino que las están aprendiendo a hacer. Y yo les
digo cómo se cocina lo auténtico cuando vienen con sus listas en las manos y
las recetas impresas de platillos complicados como cochinita pibil. Ya no se
quedan en el guacamole y las salsas”, expone García.
Aunque ajeno al ámbito de la
comida, quizás el ejemplo de inmigrante mexicano exitoso en Nueva York es
Jaime Lucero, que en la década de 1970 abandonó el pueblo de la sierra poblana
donde nació para cruzar a nado el Río Bravo. Lucero siguió los pasos de su
hermano mayor, y luego de trabajar como lavaplatos en la cocina de un
restaurante, varias décadas más tarde creó una empresa distribuidora de ropa.
El de Lucero, un hombre de una
sagaz inteligencia que apenas terminó la secundaria, es un negocio millonario
con 270 empleados de base que incluye también un restaurante en Manhattan. Su
fortuna le ha permitido convertirse en un mecenas de la comunidad mexicana en
el área triestatal mediante Casa Puebla y generosas donaciones a la CUNY, que
en una ceremonia a principios de mayo decidió dar el nombre de su principal
donador al Instituto de Estudios Mexicanos.
Lucero debió vencer como
empresario la enorme discriminación que sufren los mexicanos en Estados
Unidos, que el virtual candidato republicano a la presidencia de Estados
Unidos, Donald Trump, ha hecho dolorosamente visibles. La afirmación de Trump
al iniciar su campaña política de que los mexicanos son “violadores” que traen
crimen y drogas a Estados Unidos, fue considerada por numerosos observadores
como una declaración que hundiría su campaña desde el inicio. El efecto, sin
embargo, fue exactamente el contrario, lo que reveló el sentimiento
antimexicano que hay en este país, pese a que pocas naciones en el mundo tienen
tan amplia vinculación comercial, económica y de sus sociedades.
Pese a esta animosidad contra los
mexicanos, varios emprendedores apuntan a que el racismo, clasismo y la
exclusión en México son tan o más intensos que en Estados Unidos. Sobre la
comunidad mexicana en NY, Lucero asegura: “usted conoce México, pues
transpórtelo aquí. Existen los mismos comportamientos: los mexicanos de
recursos, que están muy bien educados y colocados en grandes empresas, y los
mexicanos que nos la venimos jugando. Esos mundos no se mezclan, y hasta hace
muy poco nunca había sentido que son nuestros aliados”.
Muchos emprendedores mexicanos
consideran que cuando en Estados Unidos demuestran su compromiso, su ética de
trabajo, su honestidad y que han aprendido la mecánica de un negocio, los
ascensos suceden, pese a su color de piel, procedencia y nivel educativo. Uno
de los ejemplos fue el chef Carlos Llaguno, heredero de la celebridad Anthony
Bourdain en el restaurante neoyorquino Les Halles, donde llegó como asistente
de cocina. Pese a nunca haber estudiado de manera formal para ser chef
profesional o administrar negocios, Llaguno fue hasta antes de su muerte en
2015 el administrador de la cocina de dos restaurantes, con responsabilidades
que iban desde comprar alimentos hasta supervisar la comida en uno de los
establecimientos de comida francesa más tradicionales de Manhattan.
Muchos otros mexicanos, que son
uno de los pilares de las cocinas en todo Estados Unidos, han comenzado en las
labores más modestas y han terminado por dirigirlos.
“El racismo, la discriminación y
el clasismo que en México aún se arrastran como un lastre es un factor que
inhibe el desarrollo social. En una sociedad más democrática como la de Estados
Unidos hay también más oportunidades para todos, pese a los evidentes problemas
que existen”, opina Orozco. Bajo ese contexto, el poder de emprendimiento de
los mexicanos parece ser mejor recompensado en Estados Unidos. García señala
que en este país “se desarrolla una fe” de que si uno se esfuerza pueda haber
una recompensa al paso del tiempo, en tanto que en México, según su
experiencia, a veces se tiene la sensación de que poco sirve el puro trabajo si
no se cuentan con las conexiones o los amigos en lugares adecuados.
Los obstáculos para los mexicanos
podrían ir en aumento en Estados Unidos. Trump ha evidenciado un sentimiento
racista, y en cierto sentido lo ha naturalizado. Ha culpado a los mexicanos de
las dificultades que enfrentan muchos estadounidenses que han perdido sus
formas de vida en una economía que ya no genera empleos industriales, lo que ha
afectado a grandes sectores. Las cifras, sin embargo, no respaldan sus
declaraciones.
Los inmigrantes de América Latina
que viven en Estados Unidos contribuyeron con 86,000 millones de dólares (mdd)
al fisco de este país en 2013, según un informe difundido en 2014 por el
organismo civil Alianza para una Nueva Economía Estadounidense. Ese mismo
documento reveló que el gasto después de impuestos de los hispanos en Estados
Unidos en 2013 fue de 605,000 mdd. La conclusión del informe es que los
hispanos están fortaleciendo a las comunidades estadounidenses, no sólo con su
trabajo sino con su contribución fiscal y con su poder de consumo.
Otro estudio del mismo organismo
concluyó además que contrario a lo que aseguran algunos oponentes a la
migración en Estados Unidos, los inmigrantes no constituyen un gasto para el
sistema de salud del país sino que le aportaron a éste 182,400 mdd de 1996 a
2011. El estudio concluyó que de no ser por las aportaciones de los
inmigrantes, que en los hechos están subsidiando el fondo de salud para las
personas de bajos ingresos, conocido como Medicare, este sistema sería
prácticamente insolvente.
Las aportaciones de los
mexicanos en EU van mucho más allá de lo económico, y se extienden a los ámbitos
sociales y culturales, como demuestra el caso de El Tepeyac y de los cientos de
miles de negocios de abarrotes y restaurantes que dan colorido y variedad al
país. La fuerza de los empresarios mexicanos será esencial en el futuro de EU,
un país que se precia de haber sido forjado por inmigrantes y por el
emprendimiento posible en el capitalismo. “Estamos en el ciclo en que se van a
jubilar todos los baby boomers, la gente que nació tras las Segunda Guerra
Mundial, y no hay quien tome el relevo entre los anglosajones. Los que vamos a
entrar al quite somos los hispanos”, dice García.
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