Logra una buena convivencia entre pares en 5
pasos
FORBES- 15 de Junio de 2016
Dile adiós a la burocracia
interna. La mejor forma de convivir entre pares en toda organización se resume
a la voluntad de ayudar y dejarse ayudar.
Uno de los momentos más
complicados en la cotidianidad laboral es cuando acaba la junta, el que está a
cargo sale sonriente de la reunión, va satisfecho porque su gente escuchó con
claridad lo que se pretende hacer, cierra la puerta de la sala de juntas y el
equipo de trabajo se queda solo. Las ondas trepidatorias se sienten, y eso que
aún se escuchan en el pasillo los pasos del que se fue. ¿Cuántas fotografías de
grupos sonrientes hemos visto, que al pasar las horas ya se están dando hasta
con el teclado de la computadora y sencillamente no se pueden poner de acuerdo?
Una de las dificultades más frecuentes es la convivencia entre pares.
Las relaciones más estrechas se
van por la borda sin importar si se trata de amigos de la infancia, de esposos
que decidieron trabajar juntos, de hermanos que heredaron un negocio, de padres
e hijos que no saben hablar de temas de sucesión, de compadres que quieren
poner en marcha una idea o de colegas que saben cómo hacer las cosas y deben
coincidir en la vida de trabajo.
¡Tú no eres mi jefe!, es una de
las frases más repetidas en los pasillos de las empresas y en los juzgados.
¿Quién se cree este que es? El día a día de los equipos de trabajo es
complicado, especialmente cuando los involucrados son personas experimentadas
que ya han probado las mieles del éxito.
Cuentan que en 2010, cuando
Florentino Pérez situó a dos figurones al mando del equipo de futbol Real
Madrid empezaron a salir chispas. Jorge Valdano estaba al frente de las
operaciones deportivas y José Mourinho era el entrenador del equipo. En teoría,
cada cual vigilaría su territorio, y dada la brillantez probada de ambos, las
cosas tenían que ser perfectas. Los resultados esperados no podrían ser
mejores.
Sin embargo, un vendaval de
desavenencias y desarmonías fue lo que en realidad se obtuvo. Gritos y
sombrerazos, diferentes puntos de vista, egos inflamados, imposibilidad para
llegar a acuerdos y una larga lista de desencuentros fue lo que terminó con la
destitución de Valdano a un año de haber formado el equipo dorado con Mourinho.
La relación entre compañeros de
trabajo es muy complicada cuando las partes tienen el mismo nivel jerárquico.
Lo mismo sucede en el universo deportivo que en la política, el mundo del
espectáculo o en una empresa familiar. Si no hay cuidado, los hermanos pueden
ser tan amorosos como Caín y Abel, y las lealtades tan sinceras como la que
Bruto le tuvo a Julio César.
Es increíble: gente que ha
mostrado tener amplias capacidades para lograr objetivos y alcanzar metas, que
ha impulsado grandes proyectos y conseguido estupendos resultados, a la hora de
trabajar entre pares simplemente no sabe qué hacer.
Por absurdo que parezca, sucede
tan frecuentemente que parece una epidemia. El problema recae en una
incapacidad generalizada para relacionarse en forma efectiva y saludable. Es el
impedimento que existe para bajar las armas, abrir los oídos, amarrar la
lengua. La imposibilidad de entender que no se está en un terreno de guerra
elimina la posibilidad de sumar y restringe ese efecto multiplicador en que la
suma de dos talentos tiene resultados majestuosos.
Para que el trabajo dé frutos, la
convivencia entre pares debe propiciar una comunicación efectiva. ¿Qué es eso?
Es entender que debemos relacionarnos sin hacer daño, privilegiando la
amabilidad y aceptando la crítica constructiva que venga de los demás.
Algo que resulta tan evidente y
que tal vez aprendimos en el jardín de niños es lo que ayuda a la armonía entre
iguales: entender la perspectiva de los otros, aceptar que desde su experiencia
pueden tener un punto de vista útil y que su forma de hacer las cosas puede ser
mejor que la mía. Es aprender a usar más los oídos y a cerrar más la boca. Es
comprender los ritmos, como en un baile. Si alguien está hablando, es tiempo de
escuchar. Si me toca decir algo, debo conseguir la atención y darme a entender.
Si todos hablan a un tiempo, se atropellan las ideas. Si todos callan a la vez,
el silencio entorpece.
La comunicación entre pares se
refiere a personas que, teniendo la misma jerarquía, deben trabajar por un fin
común. En esta condición, de por sí complicada, lo pertinente es la claridad.
Desde un principio es vital dejar clara la línea de mando. No dejar claro quién
lleva el mando es la principal y más peligrosa fuente de roces.
Sí, el liderazgo horizontal es la
circunstancia en la que alguien debe llevar la voz cantante entre sus
compañeros. Así no hay dudas. Es necesario establecer responsabilidades y dejar
normas claras que sean acompañadas de líneas de actuación específicas para
evitar que uno traspase las fronteras de otros y uno se inmiscuya en las tareas
de alguien más.
Para conseguir una buena
convivencia entre pares y aceptar que alguien de mi misma jerarquía marque el
ritmo sin que haya intenciones de golpe de Estado, hay que tener la cabeza fría
y los ojos puestos en los resultados:
Generar compromisos, recordarlos
siempre y valorar el esfuerzo de cada integrante en lo particular y del grupo
en general.
Hacer conciencia de los problemas
que se pueden presentar y saber que hay que abordarlos con madurez antes de
tirar todo por la borda.
Crear ecosistemas laborales, de
emprendimiento y empresariales en los que se favorezca el reconocimiento a los pares.
Hacer conciencia de que hay que
llegar juntos a cruzar la línea de meta. Es más fácil cuando todos reconocen el
objetivo común y saben que se puede llegar más lejos juntos que separados.
Tener en mente el promover a
profesionales para que tengan carreras horizontales y no sólo verticales. Una
persona que ha visto diferentes áreas, que ha enriquecido su experiencia
conociendo diferentes aspectos tiene una mejor posibilidad de ver problemas en
su conjunto y una capacidad más amplia para ponerse en el lugar de sus
compañeros de otras divisiones.
La tendencia es la movilidad y la
capacidad de adaptación. Es buscar personas que han visto mucho de diferente,
en vez de focos especializados que no alcanzan a ver el punto de vista de otro.
Adiós a la burocracia interna y a
las máscaras que nos dejan ocultar intenciones no tan buenas. La mejor forma de
convivir entre pares es sencilla: se resume a la voluntad de ayudar y dejarse
ayudar.
Cecilia Durán Mena- le gusta contar. Poner en secuencia números y
narrar historias. Es consultora, conferencista, capacitadora y catedrática en
temas de Alta Dirección. También es escritora.
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