Las empresas (y dinero) detrás de
un deportista
FORBES- 2 de Junio de 2016
Para que un deportista logre la
meta de participar en campeonatos internacionales inevitablemente debe buscar
el apoyo de empresarios que patrocinen sus entrenamientos; de lo contrario, esa
ilusión podría quedarse en dulces sueños.
Sin el apoyo de empresarios es
muy difícil que un deportista participe en unos Juegos Olímpicos, como los que
próximamente se celebrarán en Río de Janeiro, Brasil. Las exigencias económicas
varían dependiendo del deporte que se practique, pero podemos deducir un
estimado de los gastos en los que incurre un atleta para alcanzar la presea
anhelada.
Un ejemplo lo representa el
corredor en los 400 metros lisos Luguelín Santos, de 22 años, quien obtuvo una
medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, entre otros
galardones.
El nativo de Bayaguana, Monte
Plata, en sus inicios en el deporte corrió descalzo en una pista de atletismo,
por lo que era necesario un patrocinador para que su carrera despegara. Hoy
cuenta con el apoyo de la organización Creando Sueños Olímpicos (Creso), la
marca de calzados deportivos Puma y Leche Milex, del Grupo Mejía Arcalá.
Santos reside en Puerto Rico y
estudia Educación Física, está becado por la Universidad Interamericana. Sus
gastos mensuales ascienden a 40,000 dólares. Para cubrir todos sus compromisos
económicos, el atleta de 5’ 10” de estatura y unas 132 libras se apoya en sus
patrocinadores. Por ejemplo, Leche Milex mantiene un contrato de exclusividad
con el velocista desde 2012, que le ha proporcionado más de 150,000 dólares, de
acuerdo con investigaciones de Forbes. Ese acuerdo fue renovado recientemente
por cuatro años más y casi entra en la categoría de “abierto”, por la empatía
que existe entre las partes.
Para Randolph Luna Morales,
director de mercadeo del Grupo Mejía Arcalá, Santos siempre ha estado acorde
con los valores de la empresa: “Su humildad, su honestidad, es un atleta
popular que ama a su patria, es accesible a la gente y no olvida sus orígenes.”
Luna explica que ese romance
deportivo entre Leche Milex y Santos comenzó justamente después de que el joven
corredor obtuviera medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, ya
que los vicepresidentes de la empresa, Raúl Rizik y su esposa, Alexandra Mejía Arcalá,
conocieron su historia por un reportaje de televisión. Esa situación conmovió a
los ejecutivos y los llevó a contactar al entrenador y mentor del atleta, José
Rubio, quien se encontraba junto a Santos en Suiza, participando en la Liga
Diamante. “En aquel encuentro no hubo que hablar mucho porque desde el primer
momento las cosas se dieron de manera especial, como amor a primera vista”,
recuerda Luna, quien asegura que desde ese minuto Luguelín se convirtió en el
Embajador Milex.
Santos también cuenta con el
apoyo del Creso, organización compuesta por las empresas Central Romana
Corporation, la telefónica Claro, Fertilizantes Químicos Dominicanos
(Ferquido), Grupo SID, Banco Popular Dominicano, Grupo Rica, Grupo Universal,
Sol Company Dominicana y Grupo Inicia, junto con el Comité Olímpico Dominicano,
que se encarga de estudiar las necesidades y repartir los fondos.
Creso se creó en 2011 y cada
socio aporta 100,000 dólares al año, siendo el Grupo Inicia el mayor
inversionista, con lo cual apoya a 15 disciplinas deportivas que agrupan a 74
atletas de alto rendimiento.
Los montos varían dependiendo de
la disciplina. Si el atleta es becado en una universidad, se le da un aporte
mensual para gastos personales. La mayoría de las contribuciones de la organización
son para viajes. Por ejemplo, cualquier boleto aéreo al continente asiático,
desde la República Dominicana, cuesta unos 4,000 dólares.
Todos los atletas que están en la
nómina deben competir en el ciclo olímpico, recibiendo entre 7,000 y 20,000
dólares al año.
El presupuesto de Creso sobrepasa
el millón de dólares anualmente y se divide en la parte administrativa,
educativa y deportiva, que representa el gasto mayor.
Además de Santos, seis atletas
más que están clasificados a los Juegos Olímpicos también son miembros del
Creso: Luisito Pie, Moisés Martínez y Katherine Rodríguez, en Taekwondo; Ivonne
Losos (Ecuestre), Leonel de los Santos (Boxeo, 52 kilogramos) y Rossy Félix
(Esgrima).
Hay otros que aún buscan su
clasificación, como el tenista Víctor Estrella, quien se encuentra entrenando
en Texas; el equipo de mayores de voleibol femenino, además de que quedan
vacantes dos plazas en boxeo y otra en ciclismo.
Para las gimnastas Audry Nin y
Yamilet Peña es poco probable que consigan un comodín porque ya sus
competiciones pasaron. Todavía así, mantienen el sueño de recibir la llamada
alentadora de la Federación Internacional de Gimnasia.
Garantía económica, seguro de
vida
Lo que comenzó como un simple
entretenimiento a sus seis años de edad, hoy significa el sustento económico de
Yamilet Peña, primera gimnasta dominicana que asistió a unos Juegos Olímpicos.
Durante los Juegos Panamericanos Santo Domingo 2003, la mulata recibió el
“flechazo” que la enamoró de una disciplina que le ha dado alegrías y
sufrimientos. Entre lágrimas, la gimnasta recuerda cómo algunos compañeros
están postrados en sillas de ruedas por practicar y amar un deporte que pone en
riesgo su permanencia en la tierra.
No es que se lamente por los
peligros de ejecutar su triple salto mortal; “ni pensarlo”, asegura. Pero, dice
que en ocasiones le abruma esa nostalgia por no tener noticias de aquellos que
alguna vez estuvieron con ella en competencias locales o internacionales.
Es por eso que posee un acuerdo
de por vida con ARS Universal que le garantiza una cobertura de salud nacional
e internacional, además de costearle sus estudios en la Universidad
Iberoamericana (Unibe), donde le faltan dos años para completar la carrera de
psicología clínica. “Mi sueño es, luego que deje de ser atleta, convertirme en
psicóloga deportiva”, precisa Peña, de 23 años, quien espera matricularse en
España en un par de años para especializarse.
Yamilet, oriunda de Villa Duarte,
Santo Domingo Este, también cuenta con el apoyo de la marca mexicana Gilling
—que la suple de los leotardos, la vestimenta para competir—, la Federación
Dominicana de Gimnasia y Creso.
“Mis padres sólo me costearon en
mis inicios algunos gastos de viajes y competencias”, aclara.
La carrera de una gimnasta es
ardua y costosa, al punto de que un entrenador personal de alto nivel está
valorado en al menos 5,000 dólares mensuales. También, la joven atleta necesita
de un psicólogo deportivo, un terapista, una osteópata, más lo básico: un
gimnasio confortable donde pueda practicar, desarrollar y perfeccionar sus
ejercicios.
Por eso, Peña explica que un
atleta de alto rendimiento se pasa de 7:00 am hasta las 6:00 pm dentro del
gimnasio trabajando músculos específicos del cuerpo, además del entrenamiento
de la disciplina en sí.
“La sangre de los gimnastas es lo
que te da la fuerza y el dolor es lo que te da energía”, comenta Yamilet, en
alusión a lo que le han enseñado. Precisa que las competencias son
sencillamente una fiesta, para lo cual se prepara hace algún tiempo. “Lo
difícil es entrenar tantas horas de lunes a sábados”, agrega.
De acuerdo con los gastos de
entrenamiento que expresa Yamilet, se estima que su presupuesto supera los
1,000 dólares mensuales.
Lo gratificante es que el
gimnasta que gana en un mundial se lleva unos 5,000 dólares por evento,
mientras que si es en unos Juegos Olímpicos, alcanza los 10,000 dólares.
Proceso tortuoso
A inicios del año pasado Yamilet
tuvo que marcharse a entrenar a Virginia, Estados Unidos, y hospedarse con una
familia que ni siquiera conocía, como parte del intercambio cultural de la Federación
Internacional de Gimnasia, con miras a prepararse para un evento mundialista.
Consiguió un nuevo entrenador, por lo que tuvo que adaptarse a nuevas rutinas.
La Federación Dominicana de
Gimnasia le enviaba 1,300 dólares mensuales y Creso 112 dólares, un monto que
esa fundación le sigue aportando, al igual que el pago del psicólogo deportivo,
boletos aéreos y otros gastos.
En ese periodo de entrenamiento
Yamilet se tenía que levantar a las 6:30 am, llegar al gimnasio en una hora,
para comenzar a entrenar desde las 8:00 am hasta las 12:00 del mediodía. Luego
almorzaba en la misma instalación, descansaba y retornaba a las 2:00 pm a los
entrenamientos para concluir a las 6:00 pm.
“Sólo me quedaba regresar a la
casa para meterme en una bañera llena de hielo”, recuerda.
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