Europa sufrirá más que Reino Unido por el Brexit
FORBES- 28 de Junio de 2016
El Reino Unido tiene una
oportunidad de oro en sus manos, aunque mal aprovechada puede convertirse en
tragedia.
El terremoto global causado por
el Brexit sigue y seguirá teniendo efectos serios. Pero, de entrada, vale la
pena aclarar lo obvio: el Reino Unido fue, es y seguirá siendo de Europa, con
independencia del vínculo que tenga después con la estructura burocrática
llamada Unión Europea (UE) y con el resto de naciones.
Si partimos de ahí nos daremos
cuenta de que las relaciones culturales, sociales y sobre todo económicas entre
la Gran Bretaña y la Europa continental continuarán siendo muy estrechas de
cualquier modo. Lo anterior vuelve más que probable que –una vez calmados los
ánimos y el disgusto por su partida entre los líderes europeos– se logre
convenir una relación al estilo de Noruega o Suiza, que tampoco forman parte de
la UE.
El punto medular estará en ver
cómo se dará ese posible arreglo, y aquí sí es donde se pisan terrenos de alto
riesgo en ambos bandos: cualquiera podría terminar coartando más la libertad de
sus ciudadanos, y con ello arruinarse a sí mismo.
Por eso –en redes sociales– hemos
comentado que se equivocan tanto los fatalistas como los triunfalistas del
Brexit. Le irá bien a Reino Unido o a la UE dependiendo de cuál siga el camino
de la libertad ciudadana y la apertura comercial. No hay más.
Pese a ello, los fatalistas
insisten en que los votantes británicos tomaron en su mayoría una decisión
“irracional” –en especial los más “viejos” y/o “poco educados”– y, por tanto,
sostienen que cobra sentido convocar a un segundo referéndum o desconocer de
plano el primero. La intención, se supone, es evitar que a su país le vaya mal
por abandonar la UE.
Todo esto es absurdo, además de
que encierra un gran espíritu antidemocrático y discriminatorio –fascista, para
decirlo en una palabra–, como si el voto de los “preparados” o los jóvenes
debiera valer más.
La democracia no es perfecta,
tiene muchos defectos. El más grave quizá sea el hecho mismo de que una minoría
se tenga que someter por fuerza a una decisión mayoritaria. Dondequiera que se
subyugue a una persona o grupo se generarán resentimientos y tendencias al
conflicto, sin importar si las autoridades fueron electas por la vía del
sufragio o no.
Pero entre las bondades que sí
tiene la democracia actual está que el voto del rico y el del pobre, hombre o
mujer, valen lo mismo.
En este entendido, la voluntad
mayoritaria que se ha expresado en el referéndum por el Brexit TIENE que ser
acatada sin pretextos.
Claro, a una clase muy poderosa e
influyente no le gustó la decisión porque afecta sus intereses, y están
recurriendo a toda clase de sofismas para echarla abajo.
De lo que no se han dado cuenta
es que ignorar el referéndum bajo la excusa de no ser vinculante, o incluso si
el Parlamento no lo aprueba (lo que es una posibilidad real), deslegitimaría a
toda la clase política que justo bajo el sufragio popular –que ahora buscan
desconocer– fue electa.
Si pisotean el referéndum, la
democracia occidental comenzaría oficialmente su entierro.
Ahora bien, en el extremo
triunfalista están los que ven al Brexit como un gran éxito, gracias al cual
los británicos, en automático, serán “más libres”. Se equivocan. De hecho, es
un momento ideal que los populistas de derechas tratarán de utilizar para llevar
agua al molino del nacionalismo radical, del prejuicio, del proteccionismo y de
la intervención del gobierno en la economía. Todo lo opuesto a la libertad que
conocemos bien en México y Latinoamérica.
Si este fuera el caso, lejos de
significar un avance podría, en efecto, convertir al Reino Unido en un país de
tercer mundo en unos cuantos años. Los británicos tienen, pues, una oportunidad
de oro en sus manos, que mal aprovechada puede convertirse en tragedia.
Mañana explicaremos por qué, a
pesar de este riesgo, es probable que sea la UE la que sufra más que el Reino
Unido por el Brexit, y no al revés, como se piensa. No se lo pierda.
Guillermo Barba-Economista de la
Escuela Austríaca y periodista mexicano, autor del blog Inteligencia Financiera
Global. Experto en mercados de oro y plata y comentarista de TV en Proyecto 40
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