Los Juegos de Río: Zika, crisis
política, derrumbe económico y sobrecoste del 67%
El Confidencial - miércoles, 1 de
junio de 2016
A falta de 65 días para que la
antorcha olímpica encienda el pebetero de Río de Janeiro, todo son pulgas para
un país que padece la peor crisis en 40 años. La puntilla ha sido la alarma
social desatada por la epidemia del virus del Zika, que tiene precisamente en
Brasil su epicentro.
Tal es así que mientras
deportistas como Pau Gasol han hecho públicas sus dudas sobre si acudir o no a
los Juegos Olímpicos el próximo mes de agosto, un grupo de 150 expertos han
pedido en una carta abierta enviada a la Organización Mundial de la Salud (OMS)
la suspensión de los mismos por el riesgo de pandemia.
Sin embargo, una medida de estas
características ha sido descartada de lleno tanto por el Comité Olímpico
Internacional como por las autoridades de Río de Janeiro. Y es que, amparándose
en que las medidas sanitarias son seguras de cara a la cita, que la suspensión
no impediría la propagación del virus y que el riesgo de epidemia es menor, ya
que en ese tiempo es invierno en Brasil, reduciendo el número de mosquitos que
son los portadores del virus, el encuentro deportivo sigue adelante ya que es
mucho lo que está en juego.
[Hay motivos reales para temer al
Zika en los Juegos Olímpicos de Río]
En este sentido, los expertos que
firmaron la misiva aducen que la prolongada relación entre la OMS y el COI
supone un conflicto de intereses. “Prejuzgar que no habrá un montón de
problemas antes de revisar la nueva evidencia (de los efectos del Zika) es
extremadamente impropio por parte de la OMS, y sugiere que se necesitaría un
cambio de liderazgo para restaurar la credibilidad de la organización",
aseguran.
Se eleva el gasto en un 67%
No en vano, el esfuerzo llevado a
cabo por Brasil para alojar unos JJOO es mayúsculo teniendo en cuenta la
profunda crisis económica, fiscal y política que atraviesa el país. Sin ir más
lejos, este mismo martes la OCDE ha anunciado que espera una contracción del
4,3% para este año, después de que el PIB cayera un 3,9% en 2015, mientras que
el desempleo continúa incrementándose desde el 7%, la inflación roza el doble
dígito y el real se devaluó un 48% frente al dólar el año pasado.
Por ese motivo, una cancelación,
que sería histórica, no haría sino mermar todavía más la confianza de los
inversores internacionales en la capacidad del país y privaría a las arcas del
Estado de los ingresos procedentes del turismo -se espera que se alcancen los
500.000 visitantes durante los Juegos- que, aunque no cubren los gastos -sólo
Barcelona y Sidney han logrado rentabilizar la celebración de unas olimpiadas
gracias a un modelo que se ha intentado replicar en ediciones posteriores-, sí
alivian.
Y es que el cálculo del coste de
organizar los Juegos hasta la fecha oscila entre los 12.000 y los 16.000
millones de dólares, lo que supone un 67% más del gasto presupuestado
inicialmente. Además, las obras todavía llevan mucho retraso y para llegar a la
cita se van a tener que duplicar los esfuerzos en los dos meses que restan, y
por supuesto que no suceda como con el mundial de fútbol, que todavía había
operarios rematando estadios en el momento de la inauguración.
Infraestructuras sin acabar
La mayor duda es la Linea 4 de
Metro, crucial para descongestionar el tráfico en Río y que supone la columna
vertebral del plan de transporte planeado para los Juegos. Además, aunque las
obras de las instalaciones deportivas y la Villa Olímpica están al 98%, según
el director de Proyectos de la Empresa Olímpica Municipal, Roberto Ainbinder,
lo que supone 12 de las 15 instalaciones que había que construir, los problemas
no han terminado.
La semana pasada, un tramo del
carril bici que está construido sobre el mar y que forma parte del legado
olímpico, se vino abajo por el impacto de una ola gigante, lo que ha puesto en
evidencia las negligencias de una de las constructoras que tiene adjudicadas
varias de las instalaciones. Por este motivo, se ha puesto en marcha una
revisión más estricta de las obras, lo que puede provocar todavía más retrasos,
así como modificaciones en instalaciones ya terminadas.
Tal es la preocupación que las
reuniones y la inspecciones llevadas a cabo por el Comité Olímpico
Internacional de cara a esta edición han sido más periódicas que en citas
anteriores. Precisamente, este miércoles comienza una mesa de trabajo en el COI
que se prolongará hasta el viernes y que arrojará luz sobre la situación real
del proyecto a día de hoy.
Sería mejor la cancelación
Mientras tanto, llegados a este
punto los expertos empiezan a creer que, desde un prisma económico, lo mejor
que le podría pasar a Brasil es que el COI anulara los Juegos. Esto sólo ha
ocurrido en cuatro ocasiones anteriormente y por causa de fuerza mayor.
En 1908, que estaba prevista su
celebración en Roma, se trasladaron a Londres por los problemas financieros
producidos tras la erupción del Vesubio en 1906. En 1916, la Primera Guerra
Mundial impidió que se realizaran los Juegos en Berlín. En 1938 Japón renunció
a su derecho de organizar los Juegos de 1940 tras invadir el año anterior
China, con lo que el COI los trasladó a Finlandia que fue atacada en 1939 por
la unión soviética por lo que finalmente, ni esos, ni los de 1944 se celebraron
por el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Y es que a día de hoy sólo se han
vendido la mitad de las entradas, mientras que las cancelaciones de viajes,
consultas sobre el Zika y la toma de seguros de salud van en aumento, según los
datos que ha ofrecido la publicación especializada Traveler recientemente. Esto
puede suponer que ni siquiera la baza de la generación de ingresos pueda
compensar la celebración de los mismos en el clima de alarma que se ha
generado, amén de la mala imagen que supondría para el país ser el foco de una
pandemia mundial cuando, precisamente, uno de los alicientes de ser sede
olímpica es la proyección internacional que tiene la ciudad.
Canalizar inversión a otras
infraestructuras
En este sentido, Alex Fusté,
analista jefe de Andbank asegura que “la cancelación de los JJOO es lo mejor
que le podría pasar ahora a Brasil”. No en vano, “queda muchísima obra por
hacer y ese gasto que queda pendiente no se llevaría a cabo y podría
canalizarse hacia bancos públicos como el BND o a otras infraestructuras de
mayor retorno que un Estadio”, afirma.
Sería el caso de la red
ferroviaria tan necesaria en el territorio teniendo en cuenta de que Brasil es
el país donde resulta más caro transportar el grano desde el lugar de origen a
los puertos para su exportación, o de las propias instalaciones portuarias que
suponen un cuello de botella con camiones cargados esperando hasta tres semanas
para embarcar. Y es que la inversión de capital per cápita es de las peores del
mundo y, sobre PIB, la peor de Latinoamérica. Algo que no ayuda al país a salir
de la crisis.
“Además, realmente el Zika es una
preocupación, con lo que el desplazamiento de turistas iba a ser menor en
cualquier caso, por no hablar de la necesidad imperiosa de recuperar la
confianza de la comunidad internacional”, concluye el experto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario