Cinco trucos para sobrevivir a un
jefe adicto al trabajo
Expansión.com - agosto de 2015
Horarios que no tienen fin,
dedicación desmedida al trabajo y un afán porque el resto siga su ritmo laboral
son algunas de las actitudes que definen a los 'workaholics'. ¡Cuidado porque
es contagioso!
Lujuria, pereza, ira, envidia,
avaricia, soberbia y gula. Son los siete pecados capitales, a los que podría
sumarse la gula laboral, posiblemente el más dañino de todos ellos. La adicción
al trabajo de algunos profesionales, lejos de despertar la admiración, provoca
la repulsa. Son los workaholics. Su pasión laboral lesiona su faceta
profesional y familiar. Para ellos disfrutar del ocio es secundario porque el
trabajo es lo único que les llena. ¿Y si el que practica esta dependencia
laboral sin límites es tu jefe?¿Estarías dispuesto a seguir su ritmo para
demostrar tu valía o tratarías de animarle a practicar un equilibrio entre
trabajo y ocio más saludable?Si aprendes a gestionar su modo de hacer, te
evitarás complicaciones laborales... y familiares. Poner en práctica estas
cinco actitudes puede hacer más fácil tu vida con un jefe adicto al trabajo.
Toma distancia
"El trabajo no es, ni de
lejos, lo más importante de la vida", asegura Douglass McEncroe, director
de Douglass McEncroe Group. Por eso conviene tomárselo como lo que es: una vía
para aprender y conseguir ingresos. No puedes convertirlo en el centro de tu
vida. Sigmund Freud, creador del psicoanálisis, decía que las personas para ser
felices tienen que poder trabajar y amar. Y es esa ecuación la que genera
personas equilibradas y que, también, pueden disfrutar de su tarea. El peligro
surge cuando ese trabajo se realiza de manera compulsiva, escapando de los
sentimientos, y se convierte en tóxico. Por eso conviene que trates de tomar
distancia.
No le tengas miedo
Estos profesionales no suelen ser
malas personas. Al contrario, aquellos que aguantan su ritmo los convierten en
aliados incondicionales y procuran llevarlos consigo a lo largo de su carrera.
Los expertos en gestión de personas coinciden en señalar que su principal
problema es que confunden el medio con el fin. El workaholic no sabe equilibrar
tiempo, eficacia y resultados, y por eso suele ser exigente y controlador.
Eva Rimbau, profesora de
dirección de recursos humanos en UOC, señala que un jefe incompetente no es
necesariamente una mala persona, "es alguien que no posee los suficientes
conocimientos técnicos para dirigir a otros". Si estás convencido de que
ése es el problema, habla con él/ella: a veces, definir el objetivo de una
forma clara y veraz es el mejor camino para no desperdiciar esfuerzos. Como
afirma McEncroe, "mucha gente tiene un miedo un poco tonto a sus jefes,
cuando en realidad son personas como cualquier otra. A veces hay que
imaginarles en pijama para tener esta visión más normal".
Vigila el rendimiento
"¡Viva el despilfarro del
rendimiento!". Con esta frase tan elocuente se refiere Paco Muro,
presidente de Otto Walter, a algunos de los jefes más irritantes, entre los que
se encuentran los que nos ocupan. En su libro El jefe que no contaba chistes y
el empleado que nunca se reía (Ed. Temas de Hoy) menciona alguno de los
obstáculos que menguan el rendimiento y que casi siempre coincide con los más
adictos al trabajo: "Cuando el exceso de tareas y de urgencias pasa a ser
lo normal en un departamento, difícilmente se harán las cosas bien, lo que
traerá consigo tener que corregir múltiples errores que se transformarán en
nuevas tareas y urgencias. Entrar en semejante espiral de improvisación
dificulta el rendimiento y el trabajo eficaz".
Uno de los defectos de los
workaholics es que tienden a la desorganización. Su querer hacer anula la
eficacia del trabajo inteligente. "¿Cómo puede alguien rendir de verdad,
en la dirección adecuada, si nadie se ha molestado en indicarle lo que se
espera de él o de ella", se pregunta Muro.
Márcate un horario
Como hablando se entiende la
gente, puede que tu jefe no se cuestione que trabajar menos horas resulte más
eficaz, sobre todo si es de los que gusta pasar la mayor parte de su tiempo en
la oficina. Una opción es demostrarle que una hora concreta de salida del
trabajo te permite organizarte mejor. Tener un límite te obliga a una
concentración para finalizar en tiempo y forma.
Y si crees que conseguir eso es
bastante improbable por la dinámica laboral, procura levantarte, hablar con los
colegas y tomar tus momentos de descanso. Esos espacios te permitirán evadirte
durante unos momentos y, si tu jefe sabe leer entre líneas, caerá en la cuenta
de que estar más horas no es sinónimo de un trabajo perfecto. Por supuesto,
nunca caigas en la tentación de responder a una llamada o a un mensaje fuera
del horario laboral. Sentarás un precedente que no te hará más eficaz, pero sí
que hará que tu jefe piense que, igual que él/ella, estás pendiente del trabajo
a todas horas.
Practica deporte
Otra salida muy saludable para
gestionar a un jefe adicto al trabajo es plantearte la practica de algún tipo
de actividad física... y hacerle ver los beneficios de la misma. El estrés
laboral, supervisor y supervisión abusiva: el efecto amortiguador del
ejercicio, un estudio de la Universidad Northern de Illinois, confirma que
hacer un poco de deporte puede moderar algo más que el estrés del jefe y mejora
la relación de éste con su equipo, frente a quien suele descargar la mayor
parte de su frustración.
Fernando Botella, CEOde Think&Action,
hace referencia a las estadísticas: "Un tercio de los españoles considera
que vive bajo presión (estresado por las preocupaciones cotidianas, por la
incertidumbre del futuro, por el exceso de trabajo y por la falta de
conciliación o de tiempo). El 14,5% de la población sufre ansiedad".
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