"Tengo miedo de que una mano negra mate al
Papa"
INFOnews - domingo, 15 de febrero de
2015
En su última visita a Argentina, invitado por
ADUBA, FEDUN y el Departamento de Artes Audiovisuales del Instituto
Universitario Nacional del Arte, usted (Gianni Vattimo) recibió varias críticas
a su teoría del pensamiento débil, y esas críticas sugerían que las
experiencias de gobierno nacionales y populares de América Latina desestiman su
concepciones de"postmodernidad" y de "pensamiento débil".
Sin embargo, creo que algunos de esos fenómenos
tienen algún tipo de sustento en lo que usted considera "pensamiento
débil", más allá incluso de la percepción de los propios protagonistas de
esos procesos. El chavismo, por ejemplo, no deja de tener una lógica de
pluralidad y no se plantó a sí mismo comor verdad absoluta, en Argentina, por
ejemplo, uno podría decir que el kirchnerismo es "un nacionalismo
débil", por llamarlo de alguna manera, ¿cuál es su opinión respecto de
esta cuestión?
–Estos procesos ponen en práctica, de alguna
manera, lo que yo llamé el pensamiento débil y me gusta que sea así. Había una
relación personal entre Hugo Chávez y el pueblo, pero no era una relación
dogmática, respondía un poco a esa idea de compartir valores, de amistad con
las mayorías, pero sin una doctrina oficial férrea. El pensamiento débil implica
que es aceptable una situación de pluralismo cultural, con un núcleo de
coincidencias, pero no demasiado fuertes. En ese sentido me siento bien como
profeta.
–Estos procesos poseen una lógica de reflujo,
una idea que va y viene, con los movimientos de los '60 y '70. Pero hoy existe
una adscripción voluntaria por parte del individuo más que una posición
verticalizada, ¿es así?
–Sí, claro, esa es la diferencia más
importante. No sé si es un reflujo de los setenta; yo lo pienso como una
afirmación positiva de derechos. En el pensamiento débil el Ser no es uno sino
muchos, hay múltiples posibilidades de acceder a la verdad, múltiples opiniones
respetables, formas de hacer política. Hay una multiplicidad de posibilidades
individuales…
–Pero el individuo recupera, gracias a cierta
nostalgia, alguna lógica de identidad colectiva con estas experiencias…
–Sí, pero sin dogmatismos, sino a través de
negociaciones. No hay un Dios absoluto, debo hablar con gente que no cree lo
mismo que yo, sin pensar que soy el único grupo o clase única. El pensamiento
débil aumenta el sentido de las relaciones intersubjetivas. Siempre digo que el
punto de moral es tanto más libre cuando acepta más comunidades. Siempre ha
aparecido el pluralismo como una actitud demasiado conciliadora, demasiado
tolerante y que puede caer bajo el peso del poder del dinero, es cierto que es
un riesgo, un peligro, pero es un precio menor a tener guerras de religión,
choques civiles de posiciones absolutas. Es una situación de intercambio constante.
–Por momentos, pareciera que el neoliberalismo
quedara viejo para dar respuestas a los problemas de hoy, ¿no cree que Europa
está anclada en los noventa?
–Es posible. Encuentro el neoliberalismo muy
poco popular. Se funda sobre la pretensión de corresponder la política con las
racionalidades económicas, pero últimamente se trata, en realidad, en acordar
con la racionalidad de algunos economistas y de los poderosos. En Europa vemos
un consenso neoliberal predicado por los medios. Pero ese acuerdo incluye la
publicidad y el consumismo como pilares. El consenso tiende a desaparecer
cuando hay crisis económicas. Y en Europa van a crecer los conflictos sociales.
El neocapitaismo no está funcionando ni siquiera como productora de bienes, y
eso produce una situación insostenible.
–¿Por qué ante las crisis, las sociedades se
refugian en las ideas de derecha?
–El poder económico prefiere utilizar su
capital en conservar lo establecido. Ni siquiera es fascista. La ley de
Presupuesto en Italia se llama Ley de Estabilidad. Eso demuestra lo que desean
los poderes económicos: conservar todo. Los electorados votan a la derecha por
la influencia de la televisión y los diarios. Cuando Marx escribió El capital
no había televisión. Los medios son los garantes del poder económico utilizando
un discurso facilista y directo.
–La pelea con los medios de comunicación es
brutal pero no define las elecciones, ¿cómo se puede calibrar esa incidencia?
–Depende de condiciones locales, con liderazgos
momentáneos. La influencia derechista de los medios se produce a través del
terrorismo económico, del miedo, el miedo empuja a la derecha porque tiende a
conservar.
–¿Cree que la crisis económica reforzará los
nacionalismos europeos?
–Sí, porque muchos tienen la impresión de que
la Unión Europea como forma de gobierno burocrático impide el desarrollo de las
economías nacionales. Los italianos no tenemos el derecho a cambiar el valor de
la moneda que limita nuestras exportaciones. No podemos devaluar. Tenemos que
seguir los parámetros de otras economías más poderosas. Creo que en el sur de
Europa habrá cada vez mayor conflictividad social. Y el desafío está en saber
hasta cuándo funcionará el neocapitalismo. La reducción del consumo lleva a un
círculo vicioso que finalmente fracturó el compromiso social del Estado de
bienestar.
–¿Qué significa el Papa Francisco para Europa?
–Evidentemente, el nuevo Papa evitó el suicidio
de la Iglesia porque los últimos Papas habían dibujado una imagen de la Iglesia
intolerable para los cristianos. Cuando Juan Pablo II predicaba su ética sexual
se hacía impracticable para muchos católicos y muchos se alejaron. Ratzinger
era una figura vacía en el espacio público. Cuando llegó Francisco, la
popularidad de la Iglesia aumentó muchísimo. Hacia el interior de la Iglesia,
Bergoglio es una inyección de vitalidad, pero en la política mundial ha crecido
más todavía: empezó a tener encuentros con judíos y palestinos, con una
presencia crítica hacia el imperialismo financiero que me parece muy
importante. Vamos a ver a qué va a pasar. Yo tengo miedo de que una mano negra
mate al Papa. Ya lo han hecho una vez, o al menos eso se dice...
–¿Cuál es la pelea de fondo en el mundo
occidental hoy?
–Capitalismo financiero o ¿qué? El enemigo de
las mayorías es el sistema financiero internacional que maneja el miedo de la
gente. Yo no tengo un ideal de Estado a realizar. Sé lo que no quiero. Sólo
esto podemos decir: lo que no somos y lo que no queremos.
–¿Logró entender el peronismo?
–No (risas), pero puedo compartirlo. Hay en
Europa un prejuicio muy fuerte contra el peronismo, evidentemente. Lo comprendo
como una forma de populismo obrerista sindicalista con una fuerte presencia del
Estado. Eso me ayuda. «
El privilegio intelectual de ser católico y de
izquierda
Por Natalia Páez
Un pensador de izquierda que se asume católico
no sin pudor porque entiende que lo suyo –esta rara mezcla– es un
"privilegio de intelectual". Un creyente que pone fichas a Francisco
a quien ve como un personaje central en el salvataje de la Iglesia. Sin embargo
entiende que un Papa tiene sus límites. En una entrevista para Tiempo había
afirmado que no espera de Bergoglio "que canonice al Che Guevara".
Representante del posmodernismo y creador del
concepto de "pensamiento débil", ha sido también eurodiputado; y
ferviente militante gay –dirigente de la comunidad homosexual italiana–. Este
filósofo italiano de 78 años nacido en Turín, se ha confesado admirador del
arco político de la centroizquierda latinoamericana de los últimos años.
Estudioso del pensamiento de Heidegger y Nietzsche, es autor de 30 libros,
entre ellos La sociedad transparente (1989), Creer que se cree (1996), El
futuro de la religión (2005) y Adiós a la verdad (2009).
Estudió Filosofía en la Universidad de Turín y
fue discípulo de Hans-Georg Gadamer, el fundador de la escuela hermenéutica. En
1964 comenzó la docencia de estética en la Facoltà di Lettere e Filosofia de
Turín, de la que fue su decano. Su actividad filosófica está influenciada por
Nietzsche y Heidegger (a quién tradujo al italiano). Busca la interpretación
del mundo tardo-moderno en la evolución de los regímenes democráticos, el
pluralismo y la tolerancia. En su libro Creer que se cree refuerza su
pensamiento, al que califica de “filosofía cristiana para la postmodernidad”.
Reflexiona sobre el rol de la filosofía en las
sociedades actuales y la transformación del pensamiento: sus funciones y
efectos en las prácticas cotidianas. Para Vattimo en el escenario de la
postmodernidad, la comunicación y los medios adquieren un carácter central,
aunque esa “abundancia de emisores continuos” no aporta una visión unitaria, ni
siquiera una visión contextualizada e independiente. “Asistimos a una especie
de babel informativa que, más que aturdir y violentar, abre caminos a la
libertad, a la pluralidad, y se escapa de las visiones unitarias de la
racional-modernidad”, explica.
Fue profesor visitante de las universidades
norteamericanas de Yale, Los Angeles, New York University y State University de
Nueva York. Es doctor honoris causa de las Universidades argentinas de Palermo
y La Plata y vicepresidente de la Academia de la Latinidade. Como crítico de
los medios también es colaborador asiduo de diversos diarios italianos, entre
ellos La Stampa y L'Unità.
Fue también un militante político. Primero como
miembro del Partido Radicale; posteriormente, en la Alleanza per Torino y en la
Democracia de Izquierda en el Parlamento Europeo. Fue miembro de la dirección
nacional del Coordinamento Omosessuale un organismo para garantizar derechos a
la comunidad homosexual.
Según Vattimo la postmodernidad abre el camino
a la tolerancia, a la diversidad. Es el paso del pensamiento fuerte (
metafísico, de las cosmovisiones filosóficas bien perfiladas, de las creencias
verdaderas) al “pensamiento débil” (a una modalidad de nihilismo débil, en
términos nietzscheanos, a un pasar despreocupado y alejado de la acritud
existencial).
Para el pensador de Turín –muy afecto a hacer
declaraciones apasionadas, jugadas para los medios que lo entrevistan– las
ideas de la postmodernidad y del pensamiento débil están estrechamente
relacionadas con el desarrollo del escenario multimedia, con la toma de
posición mediática en el nuevo esquema de valores y relaciones. En su libro La
sociedad transparente advierte sobre el papel determinante de los medios en
este cambio histórico en las formas de organizar el pensamiento social y
cultural. Los medios se han convertido en “difusores de verdades parciales,
contrapuestas, diversas, complejas, en ningún caso guiados por objetivos ontológicos
o de narraciones unitarias del suceder histórico”. La historia se hace de
"cantidad de información, de crónicas, de televisiones que tenemos en
casa...".
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