Derretimiento antártico puede redibujar el mapa
de la Tierra
Associated Press - viernes, 27 de febrero
de 2015
Desde el terreno, ubicados al extremo norte de
la Antártida, una espectacular cubierta blanca de hielo parece extenderse hasta
el infinito. Lo que escapa al ojo es la batalla épica que kilómetros abajo se
libra y que está redibujando el mapa de la Tierra.
El agua está licuando el hielo antártico. Lo
derrite justo cuando se encuentra con el océano. Aunque la capa de hielo se
derrite lentamente, en la última década se han vertido al mar unas 118.000
millones de toneladas métricas de hielo, según cálculos satelitales de la NASA.
Eso representa más de 350.000 veces el peso del
Empire State, o la misma cantidad de hielo necesario para llenar más de 1,3
millones de piscinas olímpicas. Y la tasa de descongelamiento se está
acelerando.
En el peor de los casos, el deshielo podría
elevar el nivel del mar hasta 10 pies (3,3 metros) en todo el mundo en uno o
dos siglos y que cubra las costas que están densamente pobladas.
Partes de la Antártida se están derritiendo a
una tasa tan acelerada que el continente se ha convertido en "la zona cero
del cambio climático global, sin duda alguna", dijo Jerry Mitrovica,
geofísico de la Universidad de Harvard.
Aquí, en la península antártica, donde el
continente se está calentando más rápidamente porque la tierra se adentra a un
océano cada vez más cálido, se pierden casi 45.000 millones de toneladas
métricas de hielo cada año, según la NASA.
El agua se calienta desde abajo, lo que hace
que el hielo retroceda y hace que el aire más cálido continúe el proceso. Las
temperaturas subieron 5,4 grados Fahrenheit (3 Celsius) en el último medio
siglo, mucho más rápido de que el promedio, dijo Ricardo Jana, glaciólogo del
Instituto Antártico de Chile.
Con los pingüinos de fondo, Peter Convey, del
British Antarctic Survey, reflexionó sobre los cambios que se pueden ver en la
Isla Robert, un ejemplo a pequeña escala y quizás una advertencia de lo que
está sucediendo en la península y en el resto del continente.
"Yo estuve aquí hace diez años", dice
Convey en un raro día soleado en la isla, con temperaturas apenas por encima de
cero grados Celsius. "Y si comparas lo que vi entonces con ahora, la
diferencia básica debida al calentamiento es que las secciones permanentes de
hielo y nieve son más pequeñas. Siguen ahí, pero son más pequeñas que
antes".
La Isla Robert reta a los sentidos: desde el
hedor de los pingüinos hasta el suave musgo que invita al visitante a
acostarse, como si fuera una cama de agua, o el lodo marrón, que es como
hundirse en chocolate. Porciones de musgo, con colores que van desde el verde
fluorescente hasta rojo oxidado, han crecido al tamaño de una cancha de fútbol.
Aunque 97% de la península sigue cubierta de
hielo, ahora hay valles completamente descubiertos. En otras partes, el hielo
es menos grueso y la extensión de los glaciares ha disminuido, dijo Convey.
Luciendo una enorme parka roja y un gorro azul,
la bióloga Angélica Casanova se quita los guantes para recoger muestras, lo que
le deja los dedos azules de frío. Casanova dice que no puede dejar de notar los
cambios desde que comenzó a visitar la isla en 1995. Cada vez más hay plantas
que crecen en la tierra y las rocas depositadas por la retracción de los
glaciares, dice.
"Es interesante porque la vegetación en
cierta forma responde positivamente; crece más", dijo, a unos pocos pasos
de una foca dormida. "Lo lamentable es que toda la información científica
que vemos nos dice que ha habido mucha reducción de los glaciares y eso nos
preocupa".
Apenas el mes pasado, los científicos notaron
en imágenes de satélite que una enorme grieta de hielo en la península llamada
Larsen C había crecido unas 12 millas (20 kilómetros) en 2014. Lo que es peor,
la grieta afectó un tipo de banda de hielo que usualmente frena esas grietas.
Si sigue así, puede causar la separación de un
iceberg gigantesco de hasta 2.500 millas cuadradas, dijo Paul Holland, del
British Antarctic Survey. Y existe la pequeña posibilidad de que eso haga
desprenderse la plataforma de hielo Larsen C (aproximadamente del tamaño de
Escocia), como la Larsen-B lo hizo espectacularmente en 2002.
Hace unos pocos años, los científicos pensaban
que la Antártida en su totalidad estaba en equilibrio, sin ganar ni perder
hielo. Los expertos estaban más preocupados por Groenlandia, más accesible y
fácil de notar. Pero una vez que pudieron estudiar bien el fondo del mundo, el
centro de sus temores cambió.
Ahora, científicos en dos estudios separados
usan términos como "irreversible" e "indetenible" para
hablar del deshielo al occidente de la Antártida. El hielo está creciendo al
este del continente, donde el aire y el agua son más fríos, pero a un ritmo
menor que en el oeste.
"Antes la Antártida era mayormente una
incertidumbre", dijo Ian Joughin, científico de la Universidad de
Washington. "Ahora yo diría que es menos una incertidumbre y mucho más
aterrador que lo que pensábamos".
En la NASA, el especialista en hielos Eric
Rignot dijo que el derretimiento "avanza más rápidamente que lo que nadie
había pensado. Es una señal de alarma".
Lo que está sucediendo se puede explicar
fácilmente echando mano de la física. El agua cálida derrite hielo dese abajo.
Entonces, más hielo queda expuesto al agua y se derrite. Finalmente, el hielo
sobre el agua se desploma en el mar y se derrite.
Los cambios climáticos han variado los patrones
de vientos alrededor del continente, empujando agua más cálida contra y debajo
de la capa de hielo al occidente de la Antártida y la península. El agua del
norte, más cálida, remplaza al agua más fría. Es apenas un par de grados
Fahrenheit más cálida, pero eso es una enorme diferencia, dicen los
científicos.
La suerte del mundo depende de cuán rápido se
derrita el hielo.
Al ritmo actual, el fenómeno solamente elevaría
el nivel del mar aproximadamente un tercio de milímetro al año, porque los
océanos son muy vastos.
Pero si toda la capa de hielo al oeste de la
Antártida, que está conectada con el agua se derrite indeteniblemente, como
pronostican los expertos, no habrá tiempo para prepararse. Los científicos
estiman que tomará entre 200 y 1.000 años para que se derrita suficiente hielo
para elevar el nivel del mar unos 10 pies (3.3 metros), quizás solamente cien
años en el peor de los casos.
Si eso sucede, ciudades costeras como Nueva
York y Guangzhou pudieran enfrentar hasta un billón de dólares en daños por
inundaciones en unas pocas décadas e innumerables centros poblacionales
quedarían vulnerables.
"Los cambios en el clima de la Tierra y la
reducción de los glaciares no son problemas siempre que no sucedan demasiado
rápidamente. Y en estos momentos el cambio es rápido. Eso no es bueno",
dijo Rignot. "Tenemos que frenarlo. O tenemos que demorarlo lo más que
podamos".
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