Cómo conseguir que trabajen gratis para tu
empresa (o a cambio de unas cañas)
El Confidencial - febrero de 2015
“Hay gente que juega al Candy Crush y otros
jugamos a ser críticos”, reconoce Eduardo mientras saca su móvil, abre su app y
enseña con entusiasmo los últimos piropos recibidos. Acaba de hacer check-in en
el bar de Chueca en el que estamos y, como casi siempre que va a un local,
escribirá más tarde su extensa crítica en Yelp, la red en la que participa
activamente desde octubre de 2013. Tan activamente que forma parte de su Élite
oficial: el programa con el que la empresa premia con fiestas a sus usuarios
destacados, o a los que más y mejores reseñas, fotografías, sitios nuevos o
sitios cerrados suben.
Yelp es una veterana (acaba de cumplir diez
años) y gran (salió a bolsa en 2012) compañía de reseñas de negocios locales:
de restaurantes a tiendas pasando por dentistas, gimnasios, cerrajeros o
talleres de reparación. Con 140 millones de usuarios únicos mensuales, el 64%
entrando por móvil, 71 millones de comentarios almacenados y negocio basado en
la publicidad, la semana pasada su sector (junto a la mensajería, uno de los
más candentes porque es inherente al móvil) se puso un poco más interesante
cuando Google relanzó Local Guides, hasta entonces llamado City Experts. La
idea es para muchos la respuesta del gigante a la consolidada y global Élite de
Yelp.
Hay una teoría que dice que, en internet, el 1%
de los usuarios crea el contenido y el 9% contribuye de vez en cuando para que
el 90% restante lo consumamos. ¿Un ejemplo? Wikipedia. En el caso de
geolocalizar negocios – que alguien tendrá que subir, describir y actualizar si
cierran o cambian de sitio –, los grandes jugadores saben que a ese 1% hay que
cuidarlo. E igual que Yelp con sus fiestas, Google anima a los habitantes de
una ciudad a escribir reseñas a cambio de ventajas (de videoconferencias con
Googlers y eventos a un regalo anual) que detalla con precisión en su web. Pone
también las normas de estilo: los comentarios tienen que ser cortos (“un
párrafo es ideal”), informativos y no tener faltas de ortografía.
¿Te imaginas a tu banco animándote a hacerle el
curro?
“Es el fenómeno de contribuir”, afirma Gonzalo
Martín, director de la agencia de marketing digital Territorio Creativo. “Coger
el software, los contenidos o las películas y transformarlos por un montón de
contribuyentes forma parte de la lógica de producción digital, que es subyacente.
Cuando Google o Yelp montan negocios alrededor de eso, le dicen a la gente:
hazme tú el trabajo. Pero cuando tú trabajas te sientes útil e importante
porque contribuyes. Y además te ven tus amigos”.
¿Deberían las redes sociales pagar a los usuarios
por crear contenido? La pregunta nos la hicimos cuando un grupo de usuarios de
Yelp en EE.UU la demandó porque consideraba que le hacía el trabajo gratis (y
porque habían creído que eran trabajadores). Ni Google ni Yelp son pequeñas
startups, ni proyectos sin ánimo de lucro como Wikipedia ni de software libre
como Linux, sino grandes empresas. Y cotizadas. ¿Por qué entonces el producto
se lo hace, controlado bajo sus normas, su comunidad?
“Está todo muy pensado”, continúa Eduardo, que
al cabo de un rato en el bar se declara “muy Yelper”. Más o menos como
Cristina, que pertenece tanto a la Élite de Yelp en Madrid como a los Local
Guides de Google y un par de días más tarde, tras hacer check-in en otro local,
cuenta que colabora porque quiere. “Si dejase de estar en los programas también
lo haría. Obtengo reconocimiento cuando alguien me dice que irá a un sitio por
mi recomendación. O cuando el dueño de un local me da las gracias porque ha ido
más gente”. “Conozco sitios y conozco personas”, añade Jorge Luis Álvarez
Solís, SEM manager de Zuzumba y creador de un grupo informal dentro de Google
Local. El trato tiene sentido. “Tú me das tu opinion y nosotros te invitamos a
cañas. Sencillo”.
Las monedas de cambio son otras. ¿Cuáles? Hemos
identificado varias, comunes a ambos programas. Un avance, cortesía de Martín:
“no tiene tanto glamour. Esto es como toda la vida. Llamas a tus usuarios y
preguntas qué quieren. Les haces sentir importantes. Son relaciones humanas”.
1. Alimentan el ego. “Eres el comentario de la
semana. O aparece tu comentario de forma aleatoria como uno importante. Y te
hacen mención en Twitter, en Facebook y en otras redes sociales y el resto de
usuarios te da la enhorabuena”, continúa Cristina. “Aunque sea ínfimo, es un
reconocimiento. Te están dando las gracias porque te molestas en hacerlo de
forma gratuita y altruista”.
Eso por un lado. La sensación de contribución y
ayuda, por otro. En otros casos, ser embajador de una de las redes ayuda a ser
conocido en tu propia comunidad (o negocio). Es el caso de Javier Martín,
creador del medio de información local Chamberí Digital. “Me complementa. Tengo
más repercusión si voy a un evento en el barrio y participo como embajador”.
Como cuenta otro experto en marketing digital que prefiere no dar su nombre,
“saber cómo movilizar el ego es el truco para ganar dinero en redes”.
2. Aplican la famosa gamificación, el término
que describe el uso de técnicas de juegos (retos y premios) en contextos que
son cualquier cosa menos un juego. Como Foursquare con sus insignias y
alcaldías o Amazon con sus estrellas por comentar, estas redes de reseñas
tienen elementos de palmadita en la espalda (un piropo o +1) y de subir escalas
para ser mejor que el resto.
3. La meritocracia: si lo haces bien, te
reconozco. Y te llamo City Expert. O Local Guide. O directamente Élite, como
hace Yelp. En Google las normas están escritas, mientras que en Yelp se sabe
que existen pero no se ven (ni siquiera en España: es un comité en la sede
central de San Francisco el que decide quién forma parte del grupo). “Escribía
reseñas, era activo. En un momento dado, alguien te nomina para ser élite, que
es superior a un usuario normal”, explica Jean Bedel, que colabora en ambas
redes. “Tienen una comunidad activa que crea el contenido. Lógicamente, te
premian”. ¿Son sólo ganas de influencia? “Es más meritocracia”, continúa el
experto que citábamos arriba. “Lo chulo es que los eventos son exclusivos y no
están los mismos influencers de siempre”.
4. No llevan a los 'influencers' de siempre. El
influencer es en el mundillo del marketing digital la persona que influye en la
opinión de mucha gente porque tiene muchos seguidores o fans. Si piensas en
crear comunidad ten cuidado si les invitas, que tus usuarios se pueden cabrear:
prefieren una comunidad pequeñita en la que destaquen por su contribución. Dos
usuarios cuentan cómo en un evento alguien les preguntó “¿tú qué eres,
influencer o blogger?” y tuvieron que aclarar que sólo eran usuarios. Cuando
aparecen personas por ser quienes son (directores de relaciones públicas,
blogueros, etc.) y no por su actividad, los usuarios se preguntan: ¿por qué
está aquí? ¿Para promocionarse en círculos? “Funciona mejor cuando el grupo es
pequeño, activo y comprometido que cuando haces algo más grande”, apunta Solís.
5. Atraen a terceros por invitación (y utilizan
el boca-oreja). “De alguna manera, enganchan: los Élites pueden llevar a un
invitado a las fiestas. Una amiga me llevaba a mí y empecé a conocer a la
gente”, continúa Bedel. “¿En qué consisten? En ir a un local e invitarte a
cenar. No pagas nada. La contrapartida es ser activo. En un momento dado
alguien te dice: ¿estás ahí bien? Te invito a que seas Élite”.
6. 'Community managers' que son como una madre.
En Madrid, Lolo es una institución. Al menos entre la Élite Yelp, que le
menciona todo el rato. Lleva desde que la empresa aterrizó en España en 2011
“manteniendo como espíritu vivo” a la comunidad: diciendo hola a nuevos
usuarios, organizando los eventos, respondiendo a sus emails. “Me costaría
responderte a esa pregunta”, dice cuando le preguntamos qué lleva a los
usuarios a participar de forma altruista. “Depende de la persona. Es un grupo
de gente al que le apasiona su ciudad y quiere que su voz se oiga. Hay quien
abre un blog. Otros vienen aquí porque creen que es la plataforma”.
“Los communities son muy concienzudos. Saben
perfectamente quién es activo y quién no, quién lo hace por qué intereses...”,
añade Solís. Para todos los usuarios consultados, su figura es “un gran factor”
(dan más razones: se sabe los nombres, cómo está cada uno de los miembros,
pregunta qué tal y ha llegado a dar regalos personalizados a cada miembro).
¿Consejo para no iniciados en comunidades? “Va a sonar cursi, pero poner todo
tu corazón”, ríe. “Como una madre”.
7. Sentimiento de pertenencia y exclusividad.
“Coge la pirámide de Maslow y tira del hilo. Atacando la patata se funciona
mejor que diciéndole al perrito que si salta le das una galleta”, apunta Solís.
Porque la gente necesita pertenecer a tribus y no siempre las tiene (ejemplo:
gente que se muda a una ciudad. O que tiene un hobby que no puede practicar con
sus amigos de siempre, ya sea ir de ruta de vinos o visitar talleres de
bicicletas), si la red pone la herramienta y la gestión de comunidad (que
además es global: Yelp permite que el que sea élite en Madrid y vaya a Nueva
York acceda a sus fiestas exclusivas), sus miembros se harán amigos y se
sentirán como en casa. Sí, ha salido la palabra "familia" mientras
preparábamos este artículo.
8. Si las normas para ser parte del círculo no
se ven, mejor. Bedel considera que la compensación es mejor cuando se produce
por toda la actividad y no sólo por el número de reseñas. Ha participado en
ambos programas (aunque este año, por falta de actividad, no le han renovado
como miembro Élite) y cree que la ventaja de Yelp es que “no te limita y no
dice: tienes que subir 50 reseñas. Está menos estructurado, aunque no sabes qué
hacer para ser Élite”.
9. No sobrevalores la marca: no es un fenómeno
fan. Es fácil comparar el fenómeno de comunidad con el de evangelización (y a
estos grupos con los fanboys de Apple, que harán cola a las puertas de la
tienda cuando salga un nuevo iPhone y, con ella, parte del trabajo de marketing
de la empresa). Pero en estos casos hay más de todo lo anterior (pertenencia,
exclusividad, socialización y ego) que fanatismo. “Yo no diría que soy fan. Es
un quid pro quo”, continúa Bedel. “Yo me doy, tú me das”.
10. Escalabilidad, que es el santo grial del
negocio en internet: si creas la tecnología (ya sea en San Francisco o en
España) y das con un modelo replicable y sin grandes costes (un community
manager y un evento mensual), tienes mucho mercado ganado. Google y Yelp
compiten globalmente en un sector que empezó con restaurantes y hoteles, pero
al que le queda recorrido de sobra, y más ahora que llevamos la geolocalización
en el bolsillo. Ambas van por cerrajeros y dentistas, pero todo lo que esté en
la calle (ideas: cajeros, baños públicos, fuentes o tiendas de alimentación) es
susceptible de entrar en el mapa y detallarse (¿a qué hora abre el súper?
¿Tiene wifi ese bar?). Su modelo de escala es, precisamente, la comunidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario