La verdadera razón por la que no se contrata a
universitarios
Forbes - martes, 30 de diciembre de 2014
Cuando se contrata, la definición de déficit de
habilidades ha pasado de centrarse en habilidades técnicas e informáticas (hard
skills) a centrarse en habilidades sociales (soft skills) que engloben la
comunicación y la creatividad.
Sabemos que en la actualidad el crecimiento de
puestos de empleo no corresponde al aumento del número de titulados
universitarios y que la crisis de desempleo es una gran preocupación para
muchos países.
Aun así, las empresas y sus líderes empiezan a
insistir en que la oferta actual de candidatos no cubre su demanda de talento.
Un estudio realizado por Workforce Solutions Group, en St. Louis Community
College, establece que más del 60% de las empresas contratantes afirman que hay
una falta de “habilidades comunicativas e interpersonales” por parte de los
candidatos. Según Martha White en su artículo “The Real Reason College Grads
Can’t Get Hired” (“La verdadera razón por la que no se contrata a los titulados
universitarios”), un alto porcentaje de gerentes de diferentes empresas dicen
que los candidatos de hoy en día no son capaces de pensar de forma crítica o
creativa, resolver problemas o escribir correctamente.
Efectivamente. A pesar de que las empresas son
las que están en posición de decidir, siguen sin encontrar lo que buscan, algo
que nos plantea la siguiente pregunta: ¿se trata de una crisis de empleo o de
educación?
“Resulta curioso ver cómo la definición de
déficit de habilidades ha pasado de centrarse en habilidades técnicas e
informáticas (hard skills) a centrarse en habilidades sociales o soft skills
que engloben la comunicación y la creatividad”, afirma Janette Marx,
vicepresidenta de Adecco Staffing US. El déficit actual se refiere, entonces, a
una ausencia de aptitudes necesarias tanto para la clase trabajadora como para
la clase ejecutiva. Marx afirma: “Las instituciones educativas tal vez enseñen
algo de estos elementos en la era digital en que vivimos, pero las escuelas
deben incluir tanto habilidades técnicas como sociales en sus programas, lo que
derivará en una generación de candidatos mejor preparada y un sector laboral reforzado.”
Aunque algunas instituciones innovadoras ya se
centran en estos soft skills, un informe de la SSIR (Standford Social
Innovation Review) publicado recientemente, “Educating a New Generation of
Entrepreneurial Leaders” (“Educando a una nueva generación de líderes
emprendedores”), indica que la gran mayoría de instituciones educativas siguen
sin preparar adecuadamente a sus alumnos para liderar, cooperar con compañeros
o trabajar por el cambio positivo en el mundo. Habilidades tales como la resolución
de problemas, el liderazgo, el trabajo en equipo, la empatía y la inteligencia
social y emocional siguen quedando fuera del programa de la mayoría de
escuelas, lo cual hace que el déficit de habilidades sea cada vez más grande.
En una entrevista para el New York Times
realizada en febrero de 2014, Laszlo Bock, vicepresidente de Recursos Humanos
de Google, afirmó que el sistema de evaluación y puntuación de los exámenes son
criterios sin valor en el campo de la contratación y que casi el 14% de algunos
equipos de Google están formados por trabajadores sin formación universitaria.
Aunque las buenas notas no sean algo malo y se requieran aptitudes
especializadas para muchos puestos, hay una serie de características que, a la
hora de contratar, hacen que las empresas de todo el mundo se fijen más en unos
candidatos que en otros: las dotes de liderazgo, la humildad personal e
intelectual, la capacidad para atribuirle un propósito al trabajo y la
capacidad de tomar posesión en cualquier tarea encomendada. Bock también
reflexiona sobre el hecho de que aunque podemos preparar a nuevos empleados
para muchas habilidades técnicas, un candidato sin dichas habilidades
personales no tiene ninguna posibilidad.
Aaron Hurst es miembro de Ashoka y director
ejecutivo de Imperative, una nueva organización dedicada a conectar a las
personas con su objetivo profesional. En el Ashoka U Exchange celebrado en la
Universidad Brown el mes pasado, Hurst expuso su opinión sobre cómo hemos
pasado gradualmente de ser una economía industrial a una economía de servicios,
y últimamente a una economía basada en objetivos. Un cambio que sin duda se
centra más en las relaciones personales y el trabajo en equipo como los
principales pilares de nuestro trabajo, y no tanto en un mero intercambio de
bienes o servicios. “No se trata de las habilidades que tengamos”, dijo, “sino
de cómo abordemos nuestro trabajo”.
Dicho esto, sigue habiendo determinadas
industrias que requieren formación en habilidades técnicas específicas –por
ejemplo, en ciencia, ingeniería o contabilidad– como requisito básico para el
empleo, pero debido a la incapacidad de comunicar o simplemente cooperar, nos
hallamos ante la famosa “crisis STEM” (por sus siglas en inglés, crisis de
conocimientos sobre ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Parece que
estas industrias y las instituciones educativas, que estarían preparando
supuestamente a sus futuros empleados, fracasan al no trabajar conjuntamente
para proporcionar a los estudiantes americanos la educación adecuada, lo cual
plantea otra crisis de educación: no sólo hay muchos titulados universitarios
que carecen de la preparación suficiente en cuanto a habilidades sociales, sino
que también carecen de las habilidades técnicas que les abrirían las puertas a
nuevos empleos. Como resultado nos enfrentamos a una economía laboral que no
puede cubrirse, al menos en Estados Unidos.
En respuesta a esto, Rafael Álvarez, miembro de
Ashoka, fundador y director ejecutivo de Genesys Works, y también participante
en Ashoka U Exchange, inició su organización “para preparar a estudiantes de
educación secundaria en posición de desventaja para entrar y prosperar en la
economía, proporcionándoles los conocimientos y la experiencia laboral
necesarias para alcanzar el éxito profesional”. Álvarez cree que para alcanzar
esta meta se necesitará “la unión completa de empresas y educación para incluir
a la próxima generación de estudiantes de bajo nivel económico en puestos
profesionales” y “un sistema de responsabilidad escolar que mida cómo las
escuelas preparan a los estudiantes para la vida una vez terminada la enseñanza
secundaria”.
Parece que está claro lo que se necesita: un
esfuerzo de cooperación por parte de las empresas y los líderes educativos para
diseñar las directrices que más urgen para el futuro de la educación, con un
feedback bilateral que apoye todo el proceso. Debido a que la población activa
y las habilidades cambian constantemente de forma rápida, los líderes de las
políticas educativas, sistemas universitarios e industrias deben trabajar
juntos para crear una estrategia de “gestión de talento” a nivel nacional, con
el objetivo de construir un sector laboral competitivo. Fomentando
proactivamente las habilidades “de cambio” como la empatía, la creatividad y el
liderazgo entre los actuales y futuros empleados, y modificando el sistema
educativo para proporcionar habilidades técnicas que puedan serles útiles en un
futuro de cara al mercado, tal vez consigamos acabar con el creciente déficit
de talento.
*Rukmini Banerjee (@RukminiBanerjee) estudia su
segundo curso del Máster en Resolución de Conflictos en la Universidad de
Georgetown
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