Relegada por el teclado, la escritura a mano
está en peligro de extinción
INFOnews - viernes, 26 de diciembre de
2014
Quien no haya utilizado el WhatsApp para anotar
algún teléfono o no haya recibido el regaño de una abuela sobre la carta que
nunca le escribió, que tire la primera piedra. La nuestra aparenta ser
definitivamente una era de transición en múltiples fenómenos, y desde luego lo es
en los modos de escribir: son pocas las personas que logran escapar a las
nuevas tecnologías, que acaparan todos los rincones comunicativos a través de
los dispositivos electrónicos y las redes sociales, y son cada día más los que
nacen inmersos en este contexto virtual. La presión de la yema de los dedos
sobre teclados de computadoras y pantallas de smartphones le roba terreno en la
vida cotidiana al pulso de la mano que unía letras y era soporte de
declaraciones de amor, machetes con respuestas, listas de compras y cartas de
todo tipo. Y esto, ¿qué significa? ¿Genera optimismo en la especie humana o se
trata de una perspectiva enteramente desalentadora?
"No encuentro más fundamentos que la
indolencia o la comodidad, pero lo cierto es que se está perdiendo el hecho de
escribir a mano, que proponía algo menos frío y mecánico. Me acuerdo de cuando
mis padres recibían cartas de España: uno veía escrituras volcadas con cariño,
porque era el único contacto con seres que quizás hacía 20 años que no veían",
explica Francisco Juan Fores, presidente del Colegio de Calígrafos Públicos de
la Ciudad de Buenos Aires. La institución a la que pertenece ha impulsado
diversos proyectos con el fin de que vuelva a enseñarse Caligrafía en las
escuelas, ya que, según su mirada, "sin esa materia, los chicos van
perdiendo el interés, y el problema no es que no escriben, sino que lo hacen
mal y, cuando pasa eso, no hay comunicación".
Gustavo Cantú, doctor en Psicología y
coordinador de la carrera de especialización en Psicopedagogía Clínica de la
UBA, ha trabajado la temática y aporta su visión: "Está claro que la forma
manuscrita ya no es más hegemónica, pero no lo veo como un versus ni como una
pérdida o una ganancia en términos absolutos: son cambios culturales e históricos
que tienen que ver con las condiciones sociales en que se producen los
conocimientos", analiza.
Su trabajo desmitifica la idea de que la
escritura virtual está vacía de emociones y sentimientos: "Realizamos dos
investigaciones acerca del uso que los adolescentes y los niños hacen de las
nuevas tecnologías, haciendo eje en la singularidad, y nos dimos cuenta de que
en algunos casos se veía un uso mucho más subjetivado de la escritura, que
tenía que ver con lo que les pasaba, con sus miedos y sus deseos. Esto tiene
que ver con que hay una diferencia muy grande entre la transmisión de la
escritura tradicional y la electrónica: la primera se da en la escuela a través
de los adultos, de forma sistemática y con una normativa estricta sobre cómo se
debe escribir; mientras que la escritura en pantalla los chicos la aprenden
solos o con compañeros y no aparece vinculada al mundo adulto sino al de los
pares."
Para Cantú, este período de transición delimita
claramente a los llamados "nativos e inmigrantes digitales": "Los
adultos asociamos la escritura a mano con la proximidad del cuerpo y, en la
forma virtual, este sólo interviene de un modo más abstracto y mediato, pero
para los chicos esto no quita valor emotivo ni vigencia de lo que se dice:
ellos se enojan, se comprometen y se enamoran con lo que leen en Facebook o
WhatsApp, y nosotros no, porque fuimos educados en la época de hegemonía de la
escritura a mano, y lo que nosotros necesitamos es tocar el papel."
"Se escribe menos a mano, pero eso no
significa que se haya dejado de escribir: el modo es diferente", revela
María Di Scala, psicopedagoga clínica y titular de la cátedra Psicología
Educacional en la Universidad Nacional de San Martín. "Un tuit tiene 140
caracteres, y sintetizar la idea en ese espacio también es un trabajo cognitivo
bien complejo e interesante. Es cierto que la ortografía, la gramática y el
estilo sí se ven más afectados, pero en este mundo tecnológico, aprender a
escribir también se puede volver más fácil: los chicos pequeños ya están en
contacto permanente con la formación de palabras, las tablets hablan y ofrecen
juegos didácticos para las primeras experiencias y, en ese sentido, la
tecnología es un facilitador", argumenta la especialista, coautora junto
con Cantú del libro Diagnóstico psicopedagógico en lectura y escritura.
Lo que sucede con la escritura a mano, en este
momento de encuentros y desencuentros tecnológicos, quizás no debería
interpretarse radicalmente desde uno de los dos extremos sino desde la
coyuntura histórica en que vivimos y en el contexto, como propone Di Scala, de
una convivencia necesaria: "No creo que una forma de escribir sea mejor
que la otra: son maneras distintas de dejar huellas de pensamiento."
En finlandia, la cursiva se va de la escuela en
2016
A partir de esta cotidianeidad tecnológica que
ya es una realidad, algunos países han comenzado a reconsiderar la enseñanza de
la escritura en las escuelas. Tal es el caso de Finlandia, que días atrás
anunció que, a partir del otoño de 2016, ya no será obligatoria la enseñanza de
la cursiva. Sólo se mantendrá la escritura en letra de imprenta y se potenciará
el uso del teclado mediante el aprendizaje de la mecanografía. "La razón
del cambio es que la escritura cursiva sólo se usa en el colegio. Después, en la
vida laboral, casi todos los textos los realizamos con el ordenador y, por lo
tanto, la habilidad de mecanografiar con fluidez también es importante",
explicó Minna Harmanen, responsable del Instituto Nacional de Educación del
país escandinavo.
Así, para las escuelas de Finlandia, referente
educativo de Europa, escribir con letra caligráfica pasará a ser sólo una
opción, y los maestros no tendrán por qué enseñarlo. La argumentación es
simple: en un momento histórico en el que los adultos escriben, básicamente, en
teclados, ¿tiene sentido invertir horas de escuela para que un niño hile las
letras con un bolígrafo? De hecho, prácticamente todo lo que ven (y verán) esos
alumnos está escrito en letra de imprenta.
Finlandia modifica su currículum escolar cada
diez años, y todo 2014 lo han dedicado a reflexionar sobre las nuevas
competencias que deben aprender sus alumnos, con grupos de trabajo en todo el
país y un debate público muy participativo.
Sin las manos
Un reciente estudio dado a conocer en Alemania,
donde la gran mayoría de la población tiene acceso a computadoras y
smartphones, indicó que uno de cada tres adultos no había escrito nada a mano
en los últimos seis meses.
Cuando la caligrafía se vuelve arte
En el medio de estos tiempos en los que la tecnología
irrumpe con su practicidad y urgencia en la vida cotidiana, también están
aquellos que deciden hacer una pausa y volver al papel y al mundo de la
escritura a mano. Son aquellos que disfrutan de tomar un lápiz, un marcador o
un pincel y de mirarse a ellos mismos en esas letras que también los definen,
más allá de lo que digan. "Caligrafía quiere decir 'letra bella', pero no
es sólo eso, es muchísimo más. La escritura es el rasgo más humano que existe:
somos los únicos seres que podemos escribir y, cuando lo hacemos, transmitimos
ideas e información", explica Marina Soria, una de las calígrafas
argentinas más destacadas y pionera de este arte en nuestro país.
Al estudio de Marina –que enseña desde hace 16
años– concurren alumnos apasionados por el universo de lo manuscrito. Así,
Tiempo Argentino conoció a las "Acuarelas tucumanas", un grupo de
seis artistas que llegaron desde el Noroeste exclusivamente impulsadas por una
idea: retomar la caligrafía en sus pinturas, un proceso que fueron atravesando durante
una semana con clases intensivas de seis horas diarias. "No sé si es por
la tecnología o porqué, pero cada vez tengo más alumnos. Es cierto que se ha
dejado de escribir, y mi lucha es para que eso no suceda, pero también me
parece que la tecnología enajena, y en algún momento, uno se harta y aparece la
necesidad de volver a lo más artesanal, para escapar de esa vorágine. Es el
momento en que uno dice: que el mundo siga girando por allá, yo voy a parar un
rato y me voy a quedar mirando el paisaje", explica.
La especialista en caligrafía artística, cuyas
obras son solicitadas por prestigiosas publicaciones internacionales e integran
colecciones de reconocidos museos de arte contemporáneo, asegura que la
escritura a mano y la electrónica no son contradictorias ni excluyentes y que
lo interesante es aprender a conciliarlas: "Creo que los que abandonan el
papel se pierden un poco ellos mismos. El hecho de escribir con la mano hace
que se abran caminos neuronales que no se abren cuando tecleás con los dedos en
el celular. Esos son otros caminos y, para mí, lo bueno es que se te armen los
de ambos tipos y no que uno tape al otro. Lo importante es sumar conocimiento,
porque cuanto más sabés, podés elegir entre más cosas y, en definitiva, más
libre sos."
Pioneras y primeras víctimas
Fundadas en 1919, enseñaron dactilografía a
miles cuando la máquina de escribir empezó a remplazar a la escritura a mano.
Pero cerraron en 1993, víctimas de la computadora. No bastaba con saber tipear.
Hasta 2012, ex empleados usaron el nombre como franquicia.
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