El encuentro entre el Papa y los movimientos
sociales
INFOnews - martes, 23 de diciembre de
2014
"Estoy contento de estar entre ustedes,
además les digo una confidencia, es la primera vez que bajo acá, nunca había
venido… Estamos en este salón, que es el salón del Sínodo viejo… y ‘sínodo’ quiere
decir precisamente ¡caminar juntos’: que éste sea un símbolo del proceso que
ustedes han iniciado y que están llevando adelante”. Según Miradas al Sur,
estas palabras del Papa Francisco a la delegación de más de cien dirigentes
sociales de todos los continentes presente en el Encuentro Mundial de
Movimientos Populares –EMMP– (desarrollado en Roma, en el Vaticano, del 27 al
29 octubre pasado), condensan con precisión el clima que se mantuvo durante
todo el evento.
“Los movimientos populares expresan la necesidad
urgente de revitalizar nuestras democracias, tantas veces secuestradas por
innumerables factores. Es imposible imaginar un futuro para la sociedad sin la
participación protagónica de las grandes mayorías y ese protagonismo excede los
procedimientos lógicos de la democracia formal”, acotó el Papa para remarcar la
importancia de la movilización social.
De los diálogos sostenidos en este inédito
encuentro –silenciado por los poderes mediáticos, pero también mirado con
suspicacia desde la lógica instrumental–, surgieron dos iniciativas centrales:
la conformación de un espacio de diálogo permanente con el Vaticano a partir de
una plataforma básica que asume que “Tierra, Techo y Trabajo son derechos
sagrados”, en consonancia con la lucha por la paz y la preservación de la
naturaleza, y el impulso a la articulación internacional autónoma de los
movimientos sociales.
Si bien la iniciativa fue auspiciada por
entidades del Vaticano, en coordinación con diversos movimientos populares del
mundo, el encuentro no fue confesional sino un punto de encuentro para mirar la
realidad que oprime al conjunto de la humanidad y analizar sus causas
sistémicas y, sobre esa base, identificar el denominador común de convergencia
que permita actuar conjuntamente para superar tal realidad de opresión y
exclusión imperante. Por cierto, cabe destacar la participación e intervención
de numerosos obispos a lo largo del encuentro.
Bajo estos parámetros, teniendo como punto de
referencia el pensamiento social del papa Francisco, a partir de su exhortación
apostólica “La Alegría del Evangelio”, difundida el 26 de noviembre de 2013,
donde se aborda la necesidad de recuperar pautas éticas en la vida personal y
colectiva, se inscribe la propuesta de conformar un espacio de diálogo permanente
con el Vaticano, pero también con un llamado a todas las iglesias y a todos los
credos comprometidos con tales planteamientos.
Premisas del diálogo. Como señala la
Declaración final: “Se compartieron las cifras horrorosas de la desigualdad y
la concentración de la riqueza en manos de un puñado de megamillonarios. Los
panelistas y oradores coincidieron en que debe buscarse en la naturaleza
inequitativa y depredatoria del sistema capitalista, que pone el lucro por
encima del ser humano, la raíz de los males sociales y ambientales. El enorme
poder de las empresas trasnacionales que pretenden devorar y privatizarlo todo
–mercancías, servicios, pensamiento– son primer violín de esta sinfonía de la
destrucción”.
Y en esta línea, acota el documento: “Durante el
trabajo en talleres se concluyó que el acceso pleno, estable, seguro e integral
a la tierra, el trabajo y la vivienda constituyen derechos humanos
inalienables, inherentes a las personas y su dignidad, que deben ser
garantizados y respetados. La vivienda y el barrio como un espacio inviolable
por Estados y corporaciones, la tierra como un bien común que debe ser
compartido entre todos los que la trabajan evitando su acaparamiento y el
trabajo digno como eje estructurador de un proyecto de vida fueron algunos de
los reclamos compartidos. También abordamos el problema de la violencia y la
guerra, una guerra total o, como dice Francisco, una tercera guerra mundial en
cuotas. Sin perder de vista el carácter global de estos problemas, se trató con
particular intensidad la situación en Medio Oriente, principalmente la agresión
contra el pueblo palestino y kurdo. Además pudimos conocer los datos más
recientes sobre contaminación y cambio climático, las predicciones sobre
futuros desastres naturales y las pruebas científicas de que el consumismo
insaciable y la práctica de un industrialismo irresponsable que promueve el
poder económico explica la catástrofe ecológica en ciernes”.
En la evaluación final del encuentro realizado
en el Vaticano, se puso particular énfasis en que todos los temas abordados
están interrelacionados y que son problemas sistémicos; que en los intercambios
primó una cultura de diálogo con un sentido de pluralidad que permitió
“escucharnos, entendernos, respetarnos y asumir responsabilidad”, haciendo
posible trascender las diferencias sin negarlas, al centrar la mira en una meta
común.
Y respecto a la propuesta de un espacio
permanente de diálogo, el cardenal Peter Turkson, presidente del Pontificio
Consejo de Justicia y Paz, entidad gravitante en la organización de este
evento, preciso que tal espacio no es propiciado para que alguien busque
protagonismo, sino por el reconocimiento de que las organizaciones sociales son
las verdaderas protagonistas del cambio y, por lo mismo, que “simplemente nos
consideren como aliados, pues no pretendemos reemplazar lo que ustedes quieran
hacer. Ser sus aliados significa que
aceptamos un diálogo y relación con ustedes”.
Palabras de Francisco. Otro pronunciamiento que
da cuenta de este encuentro es el Mensaje de los Movimientos Populares que se
refiere al diálogo en el Vaticano, precisando que: “Igual que como Francisco
hace suyas nuestras preocupaciones, nosotros hacemos suyas sus palabras porque
expresan precisamente nuestras aspiraciones y nuestros esfuerzos de ser los
actores de esa transformación”. Y estos son los señalamientos principales
recogidos en tal documento: “Me preocupa la erradicación de tantos hermanos
campesinos que sufren el desarraigo, y no por guerras o desastres naturales. El
acaparamiento de tierras, la deforestación, la apropiación del agua y los
agrotóxicos son algunos de los males que arrancan al hombre de su tierra natal.
La otra dimensión del proceso, ya global, es el hambre. El hambre es criminal,
la alimentación es un derecho inalienable. La reforma agraria es, además de una
necesidad política, una obligación moral”.
Y continuó: “Debe haber una casa para cada
familia. Hoy hay muchas familias sin vivienda, o bien porque nunca la han
tenido o bien porque la han perdido por diferentes motivos. Hay ciudades que
ofrecen innumerables placeres y bienestar para una minoría feliz, pero se les
niega el techo a miles de vecinos y hermanos nuestros, incluso niños, y se los
llama, elegantemente, ‘personas en situación de calle’. Ustedes busquen siempre,
por ahí me equivoco en alguno, pero en general, detrás de un eufemismo hay un
delito”.
Por ahora nos queda decir que participamos en
un acontecimiento inédito donde se acordó: ¡Ningún trabajador sin derechos!
¡Ninguna familia sin viviendas! ¡Ningún campesino sin tierra! ¡Ningún pueblo
sin territorio! Sólo el tiempo dirá si se convierte en histórico.“No existe
peor pobreza material que la que no permite ganarse el pan y priva de la
dignidad del trabajo. El desempleo juvenil, la informalidad y la falta de
derechos laborales no son inevitables. Son resultado de una previa opción
social, de un sistema económico que pone los beneficios por encima del hombre.
Hoy, al fenómeno de la explotación y de la opresión se le suma una nueva
dimensión, un matiz gráfico y duro de la injusticia social; los que no se
pueden integrar, los excluidos, son desechos, ‘sobrantes’. Esta es la cultura
del descarte”.
“El cambio climático, la pérdida de la
biodiversidad y la deforestación ya están mostrando sus efectos devastadores en
los grandes cataclismos que vemos, y los que más sufren son ustedes, los
humildes, los que viven cerca de las costas en viviendas precarias o que son
tan vulnerables económicamente que frente a un desastre natural lo pierden
todo. La creación no es una propiedad, de la cual podemos disponer a nuestro
gusto; ni mucho menos, es una propiedad sólo de algunos, de pocos”.
“Este sistema ya no se aguanta. Tenemos que
cambiarlo, tenemos que volver a llevar la dignidad humana al centro y que sobre
ese pilar se construyan las estructuras sociales alternativas que necesitamos”.
Tal mensaje también expresa: “Nos ha animado
enormemente, además, la presencia del compañero Evo Morales. Todos juntos hemos
logrado un momento histórico en la denuncia del desorden de este mundo y la
afirmación del protagonismo de los pobres no resignados que luchan, protestan y
están comprometidos a seguir buscando cambios profundos para beneficio de todas
y todos”.
Y a lo dicho habría que añadir las palabras
finales del Papa: “Queridos hermanas y hermanos: sigan con su lucha, nos hacen
bien a todos. Es como una bendición de
humanidad”.
Articulación mundial de movimientos sociales.
En la cita de Roma confluyeron actores de las tres “T” de luchas sociales:
tierra, techo y trabajo (específicamente los excluidos de las relaciones
formales). Un encuentro también inédito, que abrió brechas para pensar y
conjugar voluntades para avanzar en una confluencia de movimientos populares en
términos autónomos y de pluralidad.
Para decirlo en términos del documento,
compromisos que asumimos colectivamente: “Este encuentro ha sido una exitosa
experiencia que evidencia una vez más la necesidad de mantenernos organizados y
articulados para avanzar en la unidad de los trabajadores en todo el mundo.
Seguiremos reuniendo a los más amplios y distintos sectores organizados alrededor
de las luchas por la tierra y la soberanía alimentaria, por la vivienda y los
derechos humanos en las ciudades, por los derechos de todos los trabajadores y
trabajadoras, por el fin de las guerras genocidas y por el derecho a la
soberanía de los pueblos, por los derechos de la naturaleza y del medio
ambiente”.
Por ahora nos queda decir que participamos en
un acontecimiento inédito donde se acordó: ¡Ningún trabajador sin derechos!
¡Ninguna familia sin viviendas! ¡Ningún campesino sin tierra! ¡Ningún pueblo
sin territorio! Sólo el tiempo dirá si se convierte en histórico.
*Osvaldo León Agencia Latinoamericana de
Información (ALAI)
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