Yiwu, la ciudad de China donde se fabrica la
Navidad
BBC Mundo - miércoles, 24 de diciembre de
2014
Olvídense
de Laponia. El verdadero hogar de la Navidad es una ciudad extraña y
desconocida de China llamada Yiwu, que es el epicentro global de los adornos
festivos y los regalos de plástico.
El escritor y viajero Tim Maughan la visitó y
le contó a la BBC su increíble experiencia.
Estoy a unas pocas horas de Shanghái y no he
visto la luz del día durante tres horas. Estoy desorientado sin remedio. He
tratado de salir de este lugar, pero es como estar en un inmenso laberinto de
corredores y locales idénticos. Me rodean árboles de Navidad artificiales,
bolas, nieve falsa, gorros de fieltro de Santa Claus y renos iluminados con
luces LED. Todo lo que escucho es música alusiva.
Es mi peor pesadilla navideña.
Me encuentro en el sector dedicado a la Navidad
del Mercado Internacional de Comercio de Yiwu, unos 300 kilómetros al sur de
Shanghái.
Según la agencia de noticias oficial Xinhua,
más del 60% de los adornos de Navidad del mundo se fabrican en Yiwu. Y buena
parte de la producción se vende en este inmenso mercado mayorista.
Por lo visto, las fiestas son Made in Yiwu
(hechas en Yiwu).
Titánico
Me cuesta mucho describir la escala de este
mercado. Pero puedo empezar con algunas estadísticas: actualmente abarca un
área de cuatro millones de metros cuadrados y tiene nada menos que 62.000
puestos. Recibe la increíble cifra de 40.000 visitantes por día, 5.000 de los
cuales son compradores extranjeros.
Sin embargo, los números no bastan para
entender cómo es este complejo.
Para apreciar su tamaño hay que recorrer este
sitio que se parece a un enorme centro comercial en decadencia, ir a sus entrañas.
El complejo está dividido en cinco distritos.
En el número 1, por ejemplo, a ambos lados de un corredor hay negocios que
exhiben bolígrafos y lápices. Cuando doy la vuelta a la esquina, más bolígrafos
y lápices. Y luego de caminar 15 minutos sigo viendo lo mismo. Invariablemente.
Finalmente llego a una escalera mecánica rota
para subir al próximo nivel. Los artículos de librería dan paso a incontables
locales que venden estuches para gafas.
El siguiente piso es un distrito entero
dedicado a flores artificiales. La persona que organizó mi visita, Liam Young,
me dice que recientemente trajo a varios estudiantes que querían conocer los
cinco niveles, cada uno de ellos, y que después de ocho horas desistieron. Era
imposible.
Al por mayor
Pero no sólo el tamaño es lo que diferencia al
mercado de Yiwu de cualquier otro centro comercial. Para empezar, uno no puede
comprar cualquier cosa aquí, al menos en el sentido tradicional del consumo.
En Yiwu se vende casi exclusivamente al por
mayor. Cada uno de los 62.000 puestos, todos cubículos de 2,5 por 2,5 metros
exactamente iguales, es un escaparate para las compañías o fábricas.
Este mercado es, más que un centro comercial,
una gran feria para intermediarios: aquellos que se dedican a vender a los
negocios al por menor y que llegan desde el resto de China y del mundo para
negociar el envío de grandes contenedores con productos que luego llenarán las
estanterías de los comercios en nuestras ciudades o pueblos.
Ante la escala de lo que veo, resulta difícil
comprender que el auge del mercado de Yiwu es cosa del pasado. La mayor parte
de sus transacciones ahora se realizan por internet, a través de sitios como
Alibaba y Made In China.
Sin embargo, el lugar sigue siendo la
manifestación física de una enorme red invisible de suministro de mercancías
que todos nosotros compramos en Occidente y en el resto del planeta.
Baldes y palas de plástico. Paraguas. Modelos a
escala de la estación espacial. Linternas con rostros de líderes mundiales u
otros personajes. Vuvuzelas (sí, todavía se fabrican). Un distrito entero está
dedicado a vender carteles lunimosos con LED. Y vi un local que vende
exclusivamente lupas al estilo de Sherlock Holmes.
Y la lista sigue...
Hay un denominador común en el mercado de Yiwu:
no se ofrecen productos de alto valor ni de marca. Buscar el logo de Samsung o
Apple es una tarea inútil.
En cambio, aquí se puede encontrar una amplia
muestra de la producción industrial china que suele ser pasada por alto. Son
las pequeñas cosas que llenan nuestros cajones: los bolígrafos gratuitos que
nos dan los vendedores, los juguetes que los niños rompen u olvidan. Se trata
de centenares de productos casi descartables que saturan los negocios de
baratijas.
Este año se inauguró un tren que cubre el
trayecto Yiwu-Madrid para llevar productos al mercado europeo.
Los compramos impulsivamente, porque en ese
momento nos parecen divertidos o porque son baratos.
China es el líder mundial en la creación de
basura plástica y Yiwu es su vidriera.
Y hay algo en lo que este mercado sobresale por
encima de cualquier otro: la parafernalia de Navidad.
Olvídense del Polo Norte y del taller de Papá
Noel. En 2012 Yiwu y sus alrededores albergaban 750 empresas dedicadas a
fabricar adornos y objetos para las fiestas, según la Asociación de Productos
Navideños de Yiwu.
Para ver de primera mano cómo se fabrica la
Navidad en esta ciudad de plástico, visité una de las fábricas que suministran
productos al mercado, la Yiwu Hangtian Arts and Crafts Co, Ltd.
Esta pequeña firma, situada a unos 30 minutos
en auto del centro de la ciudad, es una de las más desconcertantes y
perturbadoras que he visto en China.
Caluroso
Afuera, la temperatura llega a 30 grados
centígrados. Estamos en un edificio industrial venido a menos repleto de
imágenes navideñas.
Lo primero que me muestran es un taller en el
que una veintena de trabajadores de todas las edades y géneros –pero
predominantemente mujeres menores de 20 años– arman y pintan muérdago,
guirnaldas, árboles en miniatura y mucho más, todo de plástico, claro.
En las fábricas de Yiwu, los trabajadores
manejan plástico y tinturas en condiciones cuanto menos polémicas.
Una obrera pliega láminas plásticas, mientras
la mujer a su lado les adhiere el cartel de "Feliz Navidad" lleno de
brillantina roja. Un niño con un delantal manchado pinta de rojo imitaciones de
frutos del bosque.
En un salón contiguo trabaja un hombre junto a
un enorme ventilador: sumerge alambres en un líquido no identificado en
ebullición y luego los dobla -cuando aún están calientes- para crear la
estructura de los cuernos de reno que muchos colocarán en sus cabezas durante
las fiestas.
En la fábrica se acumula, por todos lados, el
fruto de la labor de estos obreros: miles de ornamentos navideños y otros
productos se apilan en cajas de cartón y canastas, creando verdaderas torres
que hacen sombra a los trabajadores.
En otro galpón se fabrican productos de tela.
Nuevamente, una veintena de mujeres se sienta en una fila de máquinas de coser.
Hace calor y todo lo que puede escucharse es el
sonido de la costura de gorros, botas y banderines navideños.
Aquí se puede ver bien cómo se produce el gorro
rojo y blanco de Papá Noel, el que se compra muy barato, se usa en las fiestas
de oficina y luego se desecha en Año Nuevo.
Una niña cose la franja de piel blanca al
fieltro rojo a un ritmo de dos gorros por minuto. Y a medida que va terminando,
arroja cada pieza al suelo, donde se va formando una pequeña montaña.
En el piso de más arriba se moldea el plástico.
Allí el personal es exclusivamente masculino: jóvenes con el torso desnudo para
sobrellevar el calor. El aire es denso, está lleno de gases y huele a
sustancias químicas. Los obreros arrojan bolas de plástico dentro de máquinas
que las derriten y luego llenan los moldes que darán forma a los muñecos de
nieve y los Santa Claus.
Es una tarea repetitiva y potencialmente
peligrosa.
12 horas diarias
Durante mi visita a Yiwu perdí la inocencia.
Los millones de productos de Navidad que se
venden en el mundo no son fabricados de forma masiva en plantas automatizadas,
sino que son el resultado de un enorme y costoso esfuerzo humano: salen de las
manos de personas que trabajan en condiciones cuanto menos cuestionables.
Y esta, lamentablemente, ha sido la base del
éxito industrial de China: mantener los costos laborales bajos para hacer
posible que elaborar mercancías a mano sea más barato que usar máquinas.
Uno de los gerentes de la Yiwu Hangtian Arts
and Crafts Co, Ltd. me dijo que los empleados cobran un salario de entre US$200
y US$300 mensuales por realizar turnos de 12 horas, seis días a la semana.
Cuando me estoy yendo veo cajas de adornos
navideños que están siendo cargadas en un contenedor que luego irá al puerto de
Ningbo.
Desde allí el contenedor será transportado en
barco quién sabe hacia dónde... Me cuentan que la mayoría de los productos va a
Estados Unidos y Europa, y que Rusia se está convirtiendo en un mercado cada
vez más lucrativo.
Alguien me había advertido que ver de primera
mano cómo se fabrica y se vende la parafernalia de Navidad en Yiwu iba a
cambiar mi forma de ver las fiestas, que nunca volverían a ser como antes.
Quizás tenía razón.
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