Determinismo y materialismo
Forbes -
martes, 30 de diciembre de 2014
El determinismo no predice el futuro, solamente
afirma que hay una regularidad en los sucesos del universo. El ser humano
tiene, a diferencia de los animales, la facultad de elegir entre actuar
conforme a sus impulsos fisiológicos o no.
Mises reafirma en Teoría e Historia, que el
hombre solo puede descubrir lo que la estructura lógica de su mente le permite
acerca de la naturaleza del universo. Mientras tanto, el hombre emplea la
lógica que posee, y por eso, su pensamiento recomienda al hombre el
determinismo y la categoría de causalidad. Partiendo de ese determinismo, el
hombre puede concebir al universo y todo lo que en él existe. Pero los
materialistas se han valido de este determinismo para argumentar a favor de sus
teorías. Como veremos más adelante, desde su visión es el mundo material el que
genera las ideas, no obstante, la verdad es que las ideas tienen existencia
propia, se influyen entre sí y contribuyen a la formación de otras.
El determinismo no predice el futuro, solamente
afirma que hay una regularidad en los sucesos del universo, pero sin que eso
signifique que hay un destino fatal e inexorable. El ser humano tiene, a
diferencia de los animales, la facultad de elegir entre actuar conforme a sus
impulsos fisiológicos o no. Por eso, la praxeología –la ciencia de la acción
humana en la que está basada la Escuela Austríaca de Economía– no rechaza el
determinismo, sino la distorsión positivista de este. Para Mises, cuando menos
en el actual estadio de la ciencia, es imposible reducir las ideas a factores
físicos, químicos o biológicos. Es más, una de las condiciones de la acción del
hombre es que no sabe qué sucederá en el futuro, algo distinto de lo enunciado
por la filosofía de la historia que sí clama saber lo que Dios o un “ente
superior” le ha revelado respecto a lo que habrá de venir.
Respecto del materialismo entendido en su
acepción ontológica –que encarna la doctrina ya aludida de que el mundo
material, en específico los procesos físico-químicos y fisiológicos que ocurren
en el cuerpo humano, determinan las ideas y juicios de valor–, niega el
significado de la praxeología y de la historia. Para este sólo las ciencias
naturales y su método, son “científicos”. Pero las ideas existen aunque sean
inmateriales. Sobre cómo se originan sólo sabemos que surgieron en la mente de
un individuo, y debido a sus limitantes, aparece como algo nuevo, una creación
de algo que no existía. El materialismo falla pues, en explicar por qué dos
personas o más están a veces de acuerdo y a veces no, respecto a determinados
temas, y por qué reaccionan de diversa manera ante estímulos idénticos. Un ser
humano puede reaccionar muy distinto incluso ente el mismo fenómeno exterior en
diferentes momentos. De nuevo, por eso la economía no es una ciencia natural y
por tanto, es un error tratar de estudiarla, explicarla y predecirla con
métodos inductivos.
Pero el materialismo tiene también
implicaciones políticas, y nació como reacción a la interpretación dualista del
ser humano como “carne” y alma. Justo en la parte de los credos religiosos, ni
las ciencias naturales ni el racionamiento a priori pueden refutarlas por ser
un asunto de fe. En este contexto, Mises explica que en la mayoría de países
europeos y latinoamericanos las iglesias cristianas actuaron de la mano del
materialismo en contra de los gobiernos representativos y de todo lo que oliera
a libertad. Gracias a estas controversias es que el materialismo no
desapareció.
Sin embargo, el materialismo que había
florecido hasta mediados del siglo XIX fue perdiendo importancia frente al
agnosticismo, solo hasta que Marx elaboró uno nuevo al que llamó “materialismo
dialéctico”. Marx tiene una evidente confusión entre causas y efectos, pues
para él no son las ideas y los pensamientos los que determinan al ser social,
sino al revés, el ser social determina su conciencia. Por eso tres objeciones
irrefutables echan a la basura la teoría marxista: los inventos de la
tecnología, sus avances –que para Marx determinan la superestructura de las
ideas e instituciones sociales, no son producto “de la nada”, provienen de
razonamientos, de la mente, de nuevas ideas para producir mejor –o sea de la
creatividad, aunque más tarde operen en el plano material. Sobre cómo surgen o
aparecen los inventos, no trata de explicarlo. La segunda objeción es que el
simple invento no es suficiente para producirlo, para eso 30ce falta por fuerza
capital, que a su vez solo puede existir previa una acumulación de ahorro.
Mises explica la manera en que Marx tergiversa este concepto con su llamada
acumulación originaria de capital. La tercera objeción es que la utilización de
las máquinas presupone la cooperación social y la división del trabajo. Marx no
entendió el problema. No puede explicarse la existencia de la sociedad en
función de las fuerzas productivas, pues estas solo surgen en el marco de un
vínculo social preexistente.
De manera que al igual que Hegel, la filosofía
de la historia que describe Marx, cuyo final es el socialismo, fue concebido
por la intuición. Lo único que le dio “seriedad” a su doctrina fue el
apresurarse a calificarla como “científica” y materialista. En realidad, nada
ha estado más alejado de la ciencia que el marxismo. Mises considera que sin
esos apelativos autoimpuestos, su ideología jamás hubiese sido tomada en serio
y menos, atrapado la atención de tantos seudointelectuales.
Solo en la doctrina de los economistas, nos
dice Mises, la idea de progreso adquirió un nivel de precisión muy claro: los
seres humanos luchan por sobrevivir y mejorar su nivel de vida. Así de tajante.
Al hablar de progreso los economistas se abstienen de expresar un juicio de
valor, pero en cambio sí aprecian las cosas desde el punto de vista de que los
seres humanos actúan y hacen elecciones con base en sus preferencias. Sólo así
la acción es posible, porque el ser humano actúa buscando una situación que
considera “mejor” que la que tiene en el presente, o de lo contrario, no
actuaría. No tiene importancia que para otros esa condición de bienestar
pudiera significar todo lo contrario –un malestar, pues es su personal juicio
de valor. Bajo estos términos, el capitalismo –la única forma de organización
económica bajo la cual puede ejecutar con libertad su acción individual, es progreso porque
mejora las condiciones de vida de la población en continuo crecimiento. El
trabajador promedio de hoy, gracias a ello, puede contar con comodidades
impensables para grandes ricos de otras épocas.
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