A los famosos cigarros cubanos se les abre una
oportunidad en el mercado estadounidense
Reuters - domingo, 21 de diciembre de
2014
Milagros Díaz ha estado liando cigarros
durante 48 años, tanto que ya no siente el olor del tabaco, pero está encantada
de que el mercado de Estados Unidos finalmente se abra a sus
"habanos" cubanos hechos a mano.
Desde que el presidente de Estados Unidos
Barack Obama anunció el miércoles la reanudación de relaciones diplomáticas con
Cuba y el comienzo del retiro de sanciones económicas, los estadounidenses se
han presentado en su puesto de cigarros en el Hotel Nacional de La Habana,
donde enrolla el tabaco de los puros usando técnicas que apenas han cambiado
desde el siglo 19.
"¡Ay, los norteamericanos!", dijo.
"Ahora, no tienen miedo. Yo estoy súper contenta porque pensé que a la
edad de 67 años no iba a ver esta relación diplomática. Y pensamos vender más
todavía porque esto empieza ahora", agregó.
Los cigarros han sido un producto distintivo de
Cuba desde que Cristóbal Colón observó por primera vez en 1492 cómo los nativos
de la isla caribeña fumaban rollos de hojas de tabaco.
Fidel Castro, el líder de la revolución de
1959, comúnmente encendía unos largos lanceros de Cohiba hasta que dejó el
hábito en 1985.
Los puros cubanos son considerados por muchos
como los mejores del mundo, especialmente marcas como Cohiba, Montecristo y
Partagás, pero el embargo comercial estadounidense bloqueó su acceso a un
mercado que el año pasado importó 317,6 millones de cigarros de alta calidad
hechos a mano.
Cuando Obama presentó su nueva política hacia
Cuba, que busca acabar con más de cinco décadas de conflicto, entre los
primeros productos prohibidos que fueron legalizados estuvieron los cigarros.
Bajo nuevas normas que se implementarán pronto,
Estados Unidos facilitará que algunos de sus ciudadanos que viajen a Cuba
puedan volver con alcohol y tabaco por un valor de 100 dólares.
Las restricciones podrían relajarse aún más con
el tiempo.
Sin embargo, embarques mayoristas a Estados
Unidos requerirían que el Congreso de Estados Unidos levante el embargo o que
Obama declare una excepción a la Ley de Comercio con el Enemigo.
Pero incluso los pasos iniciales han encantado
a los aficionados a ambos lados del estrecho de Florida, así como a los cubanos
que trabajan en el sector.
Díaz, la fabricante de puros, dijo que ingresos
extras pueden ayudar a financiar a los cultivadores y mejorar el transporte
para sus trabajadores.
Ella enrolla hojas de tabaco secas, que vienen
de la provincia occidental del Pinar del Río, en un manojo que mete en moldes
de madera a los que se aplica una fuerte presión por al menos 20 minutos. Entonces
están listos para la capa externa a la que da forma con una cuchilla curva
llamada "chaveta".
Dice que cuando trabajaba en la fábrica Romeo y
Julieta en La Habana podía enrollar hasta 200 en un turno de ocho horas, pero
el ritmo en el hotel es más relajado porque es principalmente para exhibición.
FRUTO PROHIBIDO
El Gobierno de Cuba calcula que las ganancias
de un levantamiento del embargo a los cigarros y al ron podría inyectar más de
200 millones de dólares a programas sociales.
Su condición de "fruto prohibido"
sólo ha acrecentado su atractivo entre los amantes de los cigarros en Estados
Unidos. La existencia de un pequeño mercado negro significa que consumidores
decididos pueden encontrarlo, pero no hay duda de que hay una demanda
reprimida.
"Tienen un cierto sello que los hace más
deseables (...) Todos desearán probar uno", dijo David Weiss, propietario
de Lone Wolf Cigar Company, que tiene dos tiendas y un salón de fumadores en
Santa Monica y en Los Angeles.
Weiss dice que las minoristas estadounidenses
comprarían directamente a Cuba si se levantan las sanciones, pero advirtió de
que las marcas cubanas se enfrentan ahora a una fuerte competencia de otros
productores, especialmente de Nicaragua y República Dominicana.
Cuba podría además tener problemas para atender
la demanda si hay una apertura completa del mercado estadounidense, creando
preocupación entre los fumadores por una eventual subida de los precios o una
baja de la calidad.
Sin embargo, los cigarros son una fuente de
especial orgullo para los cubanos. Los puros son un artículo de lujo en el
mundo, pero en la isla los disfrutan los trabajadores.
Hay una abundancia de cigarros baratos porque
para el mercado de exportación sólo se usan las mejores hojas.
A los cubanos, principalmente los hombres, les
gusta tenerlos en la boca mientras juegan al dominó o simplemente caminan por
la calle.
Los turistas extranjeros que pueden permitirse
la compra de marcas de lujo se pasean por los sitios favoritos de Ernest
Hemingway, echando humo como el escritor.
"Los cubanos somos chovinistas y nos gusta
decir que somos los mejores en todo. Pero si tenemos algo de lo que podemos
sentirnos orgullosos y confiados de que es lo mejor, son justamente los
tabacos", dijo Enrique Núñez, propietario de un restaurante y miembro del
club de fumadores Puro Humo, que se reúne una vez al mes en La Habana.
Núñez destacó el aroma y la fortaleza de los
cigarros cubanos, entre los que prefiere los Montecristo.
Como muchos amantes de los cigarros, la única
mujer del grupo, la española Pilar Fernández, aprecia la tradición y la
artesanía que está detrás de un puro cubano.
"Es una obra de arte", afirmó
Fernández. "No hay una máquina. Se hace el tabaco como se hacía hace 200
años. Con las mismas herramientas. Con las manos. Es totalmente del siglo
19", comentó.
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