Cómo hacer negocios con poco dinero y mucho
talento
Forbes - martes, 23 de diciembre de 2014
El decano de la escuela de negocios de Yale
habla del poder de crear contactos y cuáles son los retos por los que pasa un
líder que quiere hacer negocios con el mejor talento disponible, y no con el
que alcance a pagar.
Edward Snyder se ha ganado la fama de
transformador. No en vano es un gurú en las escuelas de negocios y un cazador
de capitales. Al estrenarse como decano en la Universidad de Virginia, en 1998,
consiguió 60 millones de dólares (mdd) en donativo de un solo ex alumno. A su
paso por Booth, en 10 años, encabezó los rankings internacionales y obtuvo un
donativo de 300 mdd del empresario David Booth.
Con esa capacidad, no es de extrañar que Yale lo invitara en 2011 a
formar parte de su universidad.
Pero su reto, ahora, no es menor. En un entorno
que orilla a los negocios a innovar y a requerir de mentes ágiles que los
lideren, pero también en el que hay más emprendedores o ejecutivos que
pretenden sacar de las aulas las ideas disruptivas que les permitan romper con
la rutina en sus organizaciones, este decano se mueve en una industria en que
compiten 13,000 escuelas de negocios.
Con todo y ese reto a sus espaldas, se da
tiempo de visitar a los colegas de la Egade Business School del Tecnológico de
Monterrey. En las instalaciones de esta escuela, en Santa Fe, en la Ciudad de
México, zona que retrata la abundancia y la pobreza, llegó desplegando su
autoridad en materia de negocios.
Es un veterano educativo, ha pasado por tres
escuelas, tiene un doctorado y ha escuchado (casi) todo sobre entrenamiento
ejecutivo. Pero su longevidad no es la única razón por la que este economista
de 61 años, meticulosamente cuidado, fluye en temas educativos y de management.
Esa sensación de filosofía de negocios “sencilla de aplicar” que transmite es
lo que invita a conocer más sobre él y saber qué tiene para compartir.
¡Llámame Ted!
Apenas empieza a conversar y suelta esta
petición. “Edward… es tan largo.” En los negocios, como en la vida, las ideas
que son tan largas, que requieren más tiempo para pensarse, cumplirse y
transformar, no tienen cabida, menos en un escenario de fuerte competencia,
propone Snyder.
“Si quieres buscar una estrategia para mejorar
resultados, debes tener el foco en la gente. Eso sí, el colaborador, por su
parte, debe entender que las compañías con un horario fijo, donde la fuerza de
trabajo sale a las 6:00 pm, están de salida.”
Así, la primera reflexión que surge de la mente
de este decano es que la regla del juego en el trabajo se llama “mentes
compartidas”; es decir, crear un ambiente empresarial en que, si bien la
gente labora más, lo hace con calidad y no por mero resultado y fechas límite,
porque está en posibilidad de compartir sus retos.
Entonces la gente tiene otro reto: “encajar”,
encontrar lo interesante de su trabajo. Es un objetivo más sustancial que
económico, y en ese escenario hay que crear mentes compartidas. ¿Eso qué
implica? (Es aquí donde quizás algunos lectores sientan que tienen mucho por
aprender.)
Primero, disposición de la empresa para romper
patrones de gestión heredados y hablar otro lenguaje al que no está acostumbrada.
Segundo, dejar de guiarse sólo por un resultado de mercado. Lo que prevalece en
la actualidad es la divergencia en números, en ingresos, ya que todo cambia de
manera vertiginosa. “En esa volatilidad lo que queda es tu personal, si éste
encuentra sentido a su trabajo. Eso ayuda a retener. Sin embargo, todavía hay
un vacío entre actitud y lenguaje por parte de las empresas”, afirma Ted.
El momento de la verdad
Snyder asegura que el líder de una empresa, en
que los objetivos se comparten, repite esa responsabilidad (armar redes para
sacar buenos resultados) una y otra vez, en todos los niveles y con los medios
a su alcance, hasta que el colaborador lo adquiera (casi como un mantra).
Como lo han hecho otros gurúes de gestión, el
decano de Yale advierte sobre la importancia de crear un sentido de misión en
la persona. No se trata de mover las empresas con la gente que puedes pagar,
sino con la que necesitas en realidad. Si el dinero no lo es todo y no siempre
alcanza, lo valioso es que las personas encuentren su motivo en la empresa.
“Darles alegrías, crear un sentido para estar ahí”, sintetiza Edward Snyder.
Y aquí entra una verdad incómoda para muchos
líderes: si como jefe no tienes la camiseta de recursos humanos, debes despedirte
del anhelo de liderar y armar buenos equipos.
Silencio. Escucha
Cuando Ted calla, es cuando más dice. “He
dedicado gran parte de mi vida a escuchar”, presume, como si fuera algo que
las personas no saben hacer. “En efecto, los empresarios, hasta la fecha,
hablan más de quejas sobre el talento o la escasez de éste, pero no escuchan y
tampoco observan las señales en su mercado.”
Citemos una circunstancia del día a día: si el
director, que es la máxima autoridad, no cuestiona sus propias prácticas para
atraer y retener el talento ni relaciona lo que pasa en el mercado con lo que
se vive en su organización, entonces no encontrará una respuesta para tener
resultados diferentes en el negocio.
Visto así, Snyder tiene razones para señalar
que el factor humano se ha convertido en el mayor sueño, pero también en la
pesadilla de muchas empresas. En México, 38% de los empleadores asegura que su
dificultad se centra en cubrir puestos. Su argumento es que los candidatos no
cubren ciertas habilidades técnicas o de tipo soft, o buscan salarios más altos
de lo que el presupuesto permite. Nuestro vecino, Estados Unidos, va por un
camino similar, con 39% de directores refiriendo este problema. El que está en
mayores problemas es Japón, donde la cifra aumenta a 85%, según un estudio
sobre escasez de talento, realizado por Manpower entre 38,000 empleadores.
La persona, en lo individual, debe asumir el
compromiso de aprender sobre la marcha con la organización, realizar sus
labores sobre todo por iniciativa, no por exigencia. Y es esta parte de la
historia en que la verdad incómoda va para los empleados: ellos deben saber
autodirigirse y proponer. Snyder lo dice así: “Lo que hoy realmente quieren los
jefes, y casi lo gritan, es personal que asuma responsabilidades, no que las
haga a un lado.”
Una nueva oportunidad
Snyder llama a los directivos de empresas a
regresar a la escuela, y lo hace de una manera un poco peculiar: “Si una
enfermera y otros profesionistas se actualizan, ¿por qué no un director? Éste
no es inmune a aprender.”
De plano, ¿es necesario regresar al aula?
Regresar a la escuela es una segunda
oportunidad de entender, en un escenario donde se vale el ensayo y error, cómo
se organiza la vida en una oficina, cuál es tu papel en la organización.
Además, a las personas les hacen sentido las cosas cuando las escuchan en la
voz de otros. Aprendes sobre ti con los ejemplos de un tercero.
En el caso de las escuelas de negocios, Ted
insiste en que el mayor reto no es el programa ni el método del caso, sino
garantizar experiencias de aprendizaje por medio de quienes serán tus
compañeros de clase. Ahí está parte del toque de este Midas. Escuchar.
Observar en otros. Actuar.
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