¿La moda está en crisis?
Forbes - lunes, 29 de diciembre de 2014
Las
grandes firmas suben precios para diferenciarse del lujo accesible que crece a
su alrededor haciendo peligrar sus dividendos. Frente a Michael Kors o Tory
Burch, firmas como Hermès o Burberry reaccionan con exclusividad, precios
estratosféricos y experiencias únicas. ¿Está la moda dando traspiés sobre la
pasarela?
Mientras el común de los inmortales se aprieta
el cinturón en plena crisis, los ricos gastan más que nunca en objetos de lujo.
La paradoja está servida. A más ricos, más pobres. La polarización revierte en
dividendos de envidia entre las firmas de lujo, entre éstas las de moda de alta
gama. Desde la hecatombe financiera de 2003 hasta el día de hoy, grandes
conglomerados como LVHM, Grupo Prada, Grupo Valentino y Kering han visto
engordar sus beneficios sin pudor alguno.
El 2013 confirmó resultados exitosos. Grupo
Valentino aumentó sus ingresos 25% (664 millones de dólares) gracias al área
Asia-Pacifico, donde ha vendido 70% más. En EU sólo ha crecido 21%. El Grupo
Prada también brinda con champagne. Vendió 9% más en ventas totales (4,810 mdd)
y 12% en tiendas propias (4,018 mdd). El grupo creció, sobre todo, en China y
Japón.
Por supuesto, LVMH es otro ganador. Liderado
por Bernard Arnault y propietario de firmas como Louis Vuitton, Loewe y
Givenchy, el año pasado facturó 39,078 mdd, un 3.7 % más que en 2013, con
beneficios de 4,608 mdd. Aunque el primer semestre de 2014 ha registrado un
descenso en beneficios del 4.3% (2,010 mdd). Eso sí, sus firmas de moda y
marroquinería subieron 7% en ventas. O Salvatore Ferragamo, que despidió 2013
con 9% más en la caja registradora, unos nada despreciables 1,687 mdd.
Más caro, más deseable
El panorama boyante se debe también a una
estrategia peculiar de las firmas más lujosas del universo fashion. Subir los precios para crear percepción de
exclusivo. Hermès es una de las firmas que ha optado por subir precios para
asegurarse resultados. Sabe que sus clientes no miran números cuando compran.
Lo mismo ha hecho Louis Vuitton. Su logro es uno de los más universales, pero
la firma francesa ha querido evadir la crisis creando ediciones limitadas con
artistas.
Es el caso de su colección Cherry Blossom con
Takashi Murakami, que en 2003 les hizo embolsarse 300 mdd. Arte y logo. Éxito
que creó un concepto que otras firmas han seguido. Unir sus productos a
reconocidos creadores ha hecho sentir a sus compradores como dealers de
Sotheby’s o museos andantes. Un bien emocional que lo hace sentir poderoso y
feliz; por ello llamamos happy few a esos millonarios escasos. Gucci saca jugo a Jackie Onassis y
Brigitte Bardot. Hermès a Jane Birkin y Grace Kelly. Nadie olvida la foto en que la princesa de
Mónaco oculta su embarazo con la bolsa de la casa francesa. El fenómeno más
caro, más deseable, tiene además un nombre en términos económicos: el efecto
Veblen. El economista estadounidense Thorstein Veblen (1857-1929) –autor de la
conocida Teoría Veblen explicada en su libro The Theory of the Leisure Class–
dice que algunos productos generan una demanda proporcional a su precio, un
efecto que contradice la ley de la demanda. De este modo, cuanto más caro es un
producto, más demanda genera. Y en el sector del lujo se cumple a rajatabla.
Razones poderosas
Aparte de estrategia para seducir a los
elegidos del Olimpo millonario, la razón del alza de precios también tiene que
ver con otros factores. ¿Por qué los precios de los productos de lujo se
elevaron 4% entre 2012 y 2014, y podrían subir hasta 6%, según Sanford
Bernstein Research? La firma de investigación financiera ha sacado esta
conclusión del índice de precios de los 19 productos de lujo más vendidos en
Europa y China. Las firmas de ultralujo podrían aumentar sus precios entre 4 y
6% este año, mientras Gucci, Prada y Burberry entre 2 y 3% debido a la apreciación
de la libra esterlina, el robusto euro y el cambio en los hábitos de los
consumidores chinos. El euro ha subido 6.2% contra el dólar desde 2013 y la
libra 10%. «Las compañías de bienes de lujo tienen un fuerte poder de fijación
de precios», dice en el estudio Mario Ortellia, analista de Sanford.
Y añade: «El aumento de los precios es una
manera de proteger sus ingresos a partir de las dificultades derivadas de
divisas y de los cambios en la demanda. Es una manera de ampliar sus márgenes».
El pasado abril, Burberry admitió que el valor de la libra podía impactar en
sus beneficios y Luxottica reconoció que la volatilidad de las divisas afectó
los resultados del primer trimestre de 2014, lo que provocó un alza de precios.
Dos de las firmas que más han aumentado sus precios son Hermès y Louis Vuitton,
seguidas por Grupo Richemont y Gucci. Los clientes de estas marcas no tienen
resistencia al precio y los consumidores siguen comprando al precio que sea.
Comprar sus productos es como pertenecer a una hermandad elitista.
Los nuevos hábitos de consumo de los chinos
también han provocado el aumento de precios. Muchos viajan más a Europa para
ahorrarse los altos impuestos que ponen sus países a este tipo de bienes. Esto,
a su vez, ha fomentado que las compañías eleven precios en Europa en un
porcentaje mayor que en China. En París el aumento fue del 4.4 % entre 2012 y
2014, mientras que en Shanghai fue sólo del 1.6%. Con este panorama, el mapa
está cambiando. La zona Asia- Pacífico es un buen destino para la moda de altos
vuelos, pero lo que se conoce como rest of the world no es nada desdeñable.
Esto incluye Medio Oriente y algunas zonas de África. En estos puntos del
planeta, el lujo creció 22% en 2013, según Ledbury Research. La mayor
proyección de crecimiento en 2014 es Qatar, dice la consultora. Allí, el número
de millonarios aumentó 7% en 2013. Otro destino es Nigeria, con un creciente
número de consumidores masculinos con billeteras consentidoras.
Lo caro cuesta
Sostener
el lujo también cuesta. Y eso se traduce
en pagar los mejores materiales, artesanos y la mejor distribución de los
productos. En este sentido, las empresas han enfrentado fuerte aumentos en sus
insumos. El algodón se ha encarecido desde la crisis, 13% en promedio cada año,
según la firma Allendale. La piel bovina subió en EU 7.3% en 2013. Grupos como
Kering, Hermès y LVMH han invertido en granjas de cocodrilos en Australia y
Francia. Además, los accionistas esperaban márgenes brutos de estas empresas de
alrededor de 65%. Por ejemplo, una bolsa que se vende por 4,000 dólares en el
mercado cuesta producirla alrededor de 1,400. También contribuye al precio
final el cumplimiento de plazos de producción, la fabricación y el diseño. Eso,
sin contar los salarios del personal de ventas y la renta de locales en las
mejores avenidas del mundo.
Por cierto, el incremento de los costos
laborales ha sido del 15% en la zona del Caribe y Latinoamérica, y 18% en
África, según International Labour Organisation. En Asia, los sueldos se han
duplicado en 10 años. En 2012 en China los sueldos en empresas privadas
subieron 14%, según China’s National Bureau of Statistics. Y los costos de
comercialización incluyen anuncios en revistas de moda y campañas de marketing.
Esto último es vital en las firmas de moda.
El origen del deseo
En los últimos años, la alta costura ha
resurgido de sus cenizas en plena crisis económica. Este escaparate
deslumbrante es lo que hace que el público perciba a una firma como de alta
gama. Por eso la inversión es mucha y los beneficios pocos. El precio de un
diseño es de unos 60,000 euros en promedio, así que vender no significa siempre
ganar. Como ejemplo está el vestido que Elie Saab diseñó para la campaña de
publicidad de Elie Saab Le Parfum, que necesitó más de 100 horas de trabajo. Un
vestido de coctel normal de este tipo necesita una media de seis costureras y
50 horas para montar la prenda, más 100 horas si hay bordados. En total se
tarda entre mes y medio y tres meses y medio en entregar una orden de alta
costura. Si hay modificaciones respecto a la pasarela, el tiempo aumenta.
Chanel, Dior, Giorgio Armani en su línea Privé, Valentino y Versace han
aumentado sus ventas de alta costura en dígitos sin precedentes. Sus mejores
clientas son las damas de Medio Oriente, quienes sólo muestran sus vestidos en
fiestas privadas. También las mujeres chinas y rusas. Otro fenómeno que engrosa
los beneficios es la venta de lugares en el front row de los desfiles. Una
estrella de Hollywood recibe 200,000 dólares o más por sentarse en una pasarela
internacional. Aunque ya hay mortales de a pie que pueden sentarse en la fila
más codiciada.
Watermill Center pone a la venta boletos para
ello. El centro artístico subastó dos boletos para plantarse en primera línea
en febrero en los shows de Prada, Armani y Fendi en Milán (95,000 dólares), y
en el de Miu Miu en París (25,000 dólares).
Más millonarios a la caza
La mayoría de expertos dicen lo mismo: el mayor
culpable en el aumento de los precios es el hecho de que hay más gente
dispuesta a pagar precios exorbitantes. La cifra de millonarios ha crecido más
que nunca en tiempo de vacas flacas. Según Boston Consulting Group, el número
de hogares millonarios en el mundo alcanzó 16.3 millones en 2013 (en 2012 se
contaron 13.7 millones que había en 2012). Un aumento de casi 19%, lo que
implica sólo al 1.1% de los hogares globales. Mientras tanto, la riqueza global
alcanza los 150 billones de dólares. Estados Unidos es el país con más familias
millonarias (7.1 millones) y de nuevos millonarios (1.1 millones). En Asia,
China pasó de 1.5 en 2012 a 2.4 millones de hogares en 2013.
Estos millonarios generosos con sus pasiones
hacen posible que firmas como Hermès puedan dedicar más de 2,000 horas (un año
entero de trabajo) a deconstruir en tinta china el dibujo de un indio sobre
láminas de acetato para definir la paleta de colores que usarán los artesanos
para estampar un carré. Este proceso se replica en las casas de lujo más
preciadas, donde la alta costura y la creación de accesorios únicos no tiene
prisa. El tiempo se suspende en pro del producto.
eLuxury y ecolujo fashion
No ha habido más remedio. Las firmas que más
han consolidado sus resultados han sido las que se cimientan en historia,
legitimidad y savoir faire. Louis Vuitton centró sus campañas en el viaje, su
ADN. Longchamp echó mano de sus backstage en el buen trato de las pieles y su
proceso. Las firmas de lujo saben que los compradores están conectados. El lujo
debe tener en cuenta las diferentes plataformas digitales para diseñar
estrategias particulares, según Digital Luxury Group. Las firmas deben subirse
al tren tecnológico y reflejar el origen y valor agregado que ofrecen. La
innovación permite distinguirse. Un ejemplo es The Art of Trench de Burberry o
The Art of Packing de Louis Vuitton.
Los millonarios quieren que las firmas con las
que se sienten identificados sean transparentes, ecológicas y empáticas con los
problemas que acucian al mundo. Así que además de comprar un bolso Gucci, al
consumidor le interesa saber que la firma ha obtenido las certificaciones
SA8000 para reducir su impacto ambiental; participa en causas de apoyo de los
derechos de la mujer y el mundo del arte; desde 2005 inició una colaboración a
largo plazo con UNICEF y ha contribuido con más de 12 mdd a programas en favor
de las mujeres y los niños de África y Asia.
Otro enfoque es el cultural. Muchas firmas se
han convertido en los grandes mecenas del arte del siglo XXI. Tod’s dona 25
millones de euros (mde) para restaurar el Coliseo en Roma, Fendi aportará 2.5
mde para hacer lo mismo con la Fontana de Trevi y LVMH abrirá un museo de altos
vuelos en París en octubre levantado por Frank Gehry. Por último, es obvio que
el dinero lo puede comprar casi todo. Por eso, lo más valorado es la creación
de productos a la carta, como Burberry en su sección Bespoke, que permite que
sus compradores online creen su propio abrigo.
La conclusión se viste de pregunta. ¿Están en
crisis la firmas de moda con abolengo? ¿Podrán sostener el incremento de
precios para diferenciarse de firmas más masivas como Michael Kors? Una nueva
investigación del consumidor de Unity Marketing sugiere que en 2014 deben
enfrentar el punto de inflexión que pondrá a prueba el branding y marketing
tradicionales.
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