El siguiente
desafío es humanizar a los automóviles sin conductor
El Cronista Comercial - marzo de 2015
Estamos en el año 2035, y un automóvil sin
conductor lleva a su dueño a la oficina. Súbitamente, un autobús escolar,
viajando en el otro sentido, pierde el control e invade su carril.
A la derecha del automóvil circula un ciclista
sin casco protector. A la izquierda va otro ciclista, éste sí con casco. En una
fracción de segundo, el automóvil sin conductor debe realizar una aparentemente
imposible decisión: continuar de frente, arriesgando lastimar a varios niños o
girar y posiblemente golpear a uno de los ciclistas.
Dilemas morales como éste en una época fueron
simples charlas de café para filósofos académicos. Pero, ahora, son tomados muy
en serio por los fabricantes de automóviles mientras se apuran por introducir
vehículos autónomos a nuestras carreteras.
Estas compañías saben que no pueden costear un
accidente de alto perfil, cuestionable moralmente, con su tecnología "sin
conductor". Especialmente un accidente en que un auto autónomo está programado
para proteger a su ocupante sacrificando a terceros.
Los fabricantes de automóviles, por tanto, han
comenzado a preguntar a teóricos de la ética si los vehículos autónomos podrían
- y deberían - utilizar algoritmos para replicar las decisiones "éticas"
que los conductores humanos realizan. Esos algoritmos podrían, en teoría,
revisar resultados posibles de choques y clasificarlos. Pero como el ejemplo
del autobús escolar aclara, esa opción "menos mala" podría todavía
herir o matar a un ser humano.
"Aunque es un problema poco frecuente, los
fabricantes de vehículos autónomos necesitan especificar alguna acción (en el
evento de un choque imposible de evitar), y la acción equivocada podría llevar
a demandas masivas y titulares alarmantes", dice Patrick Lin, director del
grupo de ética y ciencias emergentes en la California Polytechnic State
University.
Lin ha hablado ya con varios fabricantes,
incluyendo Daimler, BMW y Tesla, así como la compañía de tecnología Google,
acerca de los asuntos de ética. Aunque no tiene permitido hablar sobre la
naturaleza de las conversaciones, dice que "la industria automotriz es
generalmente más sensible a estos problemas éticos que los observadores
exteriores. Es su dinero, su trabajo y su reputación lo que está en juego,
después de todo".
La Fundación Daimler y Benz, de Alemania,
dotada por el fabricante de automóviles para apoyar la investigación, va a
publicar sus resultados sobre la ética de la conducción autónoma en mayo.
Además, la mayor parte de la industria automotriz
alemana está participando en un debate tipo mesa redonda sobre la ética de los
vehículos autónomos organizado por el ministerio de transporte. Otros
participantes incluyen académicos, la industria de seguros y representantes del
consumidor.
De acuerdo a los involucrados, la mesa redonda
no ha calificado a los problemas éticos como una barrera contra la primera ola
de tecnologías para la conducción sin conductor, tales como la conducción de
baja velocidad en carretera. En vez, han enfatizado medidas de prevención de
choques.
Volvo, que empezó el año pasado a probar 100
vehículos sin conductor en caminos públicos en Gothenburg, tiene un punto de
vista similar sobre la conducción autónoma a baja velocidad. "No existirá
ningún tipo de lista sobre cómo el automóvil deberá actuar en situaciones
problemáticas", explica la compañía. En vez, Volvo busca evitar que el
vehículo se vea involucrado en este tipo de situaciones.
Pero cuando la conducción autónoma se permita a
velocidades más altas y en espacios urbanos más congestionados, los dilemas
éticos se volverán difíciles de evitar. Por ejemplo, ¿qué sucede si un peatón
súbitamente salta frente a un auto sin conductor?
Chris Gerdes, director del Center for
Automotive Research en Stanford, pregunta: "¿Tiene más responsabilidad el
automóvil que la de frenar? ¿Debería invadir otro carril o pegarle a un auto
estacionado u otro vehículo en vez del peatón?
Actualmente, las barreras tecnológicas inhiben
este tipo de respuesta "ética" en el caso de un choque.
Herbert Winner, director de la facultad de
ingeniería automotriz de Darmstadt University of Technology, nota que un
automóvil autónomo tendría dificultad en predecir correctamente lo que un
peatón u otro automóvil podría hacer en los últimos segundos antes de un
posible choque - haciendo que se vuelva muy difícil calcular cualquier maniobra
para evitar la colisión.
Incluso si el futuro trae avances en la
capacidad de las computadoras, un algoritmo para choques en un automóvil sin
conductor que escoge un resultado con un desenlace fatal para humanos crearía
problemas legales enormes - tanto para los programadores como para los
fabricantes de automóviles.
En Alemania, los dos primeros artículos de la
constitución del país establecen que la dignidad del hombre es
"inviolable" y su protección el deber del estado. Los jurados
alemanes han interpretado el significado de estos artículos en que es ilegal
sopesar el valor de una vida contra otra.
Lin dice que este tema constitucional ha
surgido en sus conversaciones con la Fundación Daimler y Benz. También se ha
sido discutido en las conversaciones de la mesa redonda en Alemania.
Por esta razón, algunos expertos favorecen un
"generador de resultados al azar". Sin embargo, el sugiere que es tan
preocupante éticamente "dejarlo al azar", cuando existen
potencialmente algunas razones para preferir un resultado sobre otro, por más
incómodas y desagradables que sean estas razones".
Dado este embrollo de dilemas éticos, parece
poco probable que los legisladores les den a los ingenieros de software mano
libre para decidir el código moral para vehículos autónomos. Y todavía podría
ser que los consumidores pidan ajustes éticos programables - permitiendo al
dueño del automóvil la última decisión de qué hacer cuando ese autobús se
dirija hacia ellos.
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