Los escritores tenemos el deber de denunciar:
Le Clézio
FORBES- 17 de septiembre de 2016
De visita en Querétaro hace unas
semanas, dentro del Hay Festival, el Premio Nobel de Literatura J. M. G. Le
Clézio reflexionó, ante la prensa, sobre Europa, México, su literatura y,
claro, su libro más reciente. Aquí
un resumen.
Era una noche apacible y maravillosa
—quizá más incluso que la tarde, que se había apagado con rapidez—. No sé si fue
el fresco del exterior, o lo agradable de la charla, pero las bebidas
comenzaron a circular con más fluidez en el bar.
Era viernes. Estábamos en la
ciudad de Querétaro. Conversábamos de minucias de la vida, cuando un colega
hizo una observación:
—Pues se portó muy bien Le
Clézio, ¿no lo creen? —preguntó, y paseó su mirada alrededor.
Todos asentimos con un movimiento
de cabeza.
—Mucho mejor que la última vez en
Guadalajara —agregó otro colega, y sorbió un largo trago de su cerveza.
—Sí, mucho mejor que en
Guadalajara —dijo un compañero a mi lado, mientras estiraba su brazo para tomar
un bocadillo del plato (al centro de la mesa).
Se referían, seguramente, a la
última visita —o una de las últimas— del escritor francés a México, a la Feria
del Libro de Guadalajara.
—Hoy estaba dispuesto a contestar
preguntas. Todo tipo de preguntas. Y eso se agradece. ¡Salud! —añadí yo, para
dar más énfasis a lo dicho.
“¡Salud!”, dijeron todos,
mientras se escuchaba el crujir de los vasos…
Y, vaya, era cierto.
M. G. Le Clézio, el Premio Nobel
de Literatura 2008, había llegado a Querétaro —más específicamente al Hay
Festival— con la afabilidad y la ligereza de un escritor cualquiera —que no
cualquier escritor—, y no con la postura de un flamante Premio Nobel.
Apenas unas horas antes había
arribado al hotel que funcionaba como base para las actividades de prensa del
Hay. Aunque francés, Le Clézio había llegado con la puntualidad de un inglés
(en punto del mediodía), con las manos a la espalda y sonriendo, tímidamente, a
la gente que se le cruzaba de frente.
Educado, amable, sonriente, se
sentó en la solitaria silla dispuesta para él, y comenzó a hablar… aunque fue
muy breve. Por un lado, se limitó a recordarnos los largos periodos de su vida
que pasó por México —en el estado de Michoacán, más específicamente—. Por otra
parte, le dedicó, también, las consabidas florituras a la ciudad:
—La verdad —señaló— encuentro
este lugar magnifico. Es una ciudad importante. Merecería ser más conocida… o
quizá no; quizá guardarla como un secreto, como un tesoro. Esta ciudad tiene
una gran historia, realmente estupenda, no sólo en lo que concierne a México,
también en lo que concierne a la historia del mundo, porque la Independencia de
México fue una etapa crucial en la liberación de los países colonizados, fue
uno de los tres primeros acontecimientos en el ámbito mundial, y hablamos de la
libertad. Esa parte de la historia mundial ocurrió aquí en Querétaro… Es un
honor y una emoción estar aquí…
Luego, tras una breve pausa, dejó
todo en manos de la prensa:
—Ahora estoy dispuesto a
contestar o comentar todas sus preguntas…
Dicho esto, quise abrir la
conversación con todo lo que está ocurriendo al otro lado del Atlántico, que es
a la vez fascinante y preocupante:
—¿Qué está sucediendo en Europa,
maestro?… O, más bien, ¿qué va a pasar con Europa? ¿Cuál es su futuro?
Como vi que era demasiado general
la pregunta, me pareció prudente desglosarla. Y así se lo hice saber:
“Permítame contextualizar —dije—, seré breve. Por un lado tenemos el trauma del
Brexit y lo que ya ha provocado, como el auge de los nacionalistas: están la
francesa Marine Le Pen, el holandés Geert Wilders, el italiano Matteo Salvini,
también, y no hay que olvidarlo, el Partido de la Libertad de Austria. Por el
otro lado tenemos el movimiento migratorio, la crisis de los refugiados y la
llamada lucha de las religiones. Y ligado a todo eso, por supuesto, está el
terrorismo: de enero de 2015 a la fecha, por lo menos tres terribles y
mortíferos atentados terroristas han tenido lugar en Francia y otro en Bélgica,
además de algunos más que han sido aislados…”
Le Clézio —que para entonces
había seguido atento mis palabras— me sonrió, y asintió con un movimiento de
cabeza. Mirándolo, remarqué:
—¿Qué pasará con Europa? ¿Tiene
futuro? ¿Guarda esperanzas para ella, maestro?
—Sí… de igual forma a mí me
provoca una inquietud. Es algo que a mí me procura mucha angustia ya que, como
sabes, también soy de origen migrante. Mi papá, quien vivió mucho tiempo en
África como médico, era de Mauricio, nación insular en el sur del Océano
Índico… Esto, por un lado; por el otro, mi esposa es marroquí. También es
migrante. Así que siento muchos lazos, muchos vínculos personales con la
situación de los inmigrados en Europa. No sólo con los de Francia, desde luego,
sino con los de Inglaterra, Italia, España, Holanda…
Iba a agregar algo aquí, pero Le
Clézio continuó:
—El resurgimiento de los
nacionalismos tiene una faceta muy negativa, fea, que nos hace pensar en el
movimiento que dio origen a la Segunda Guerra Mundial, una especie de odio a lo
que es extranjero, a lo que es inmigrado, a lo que no es de “raza pura”. El
mito de la raza pura es una parte muy fea de la cultura europea. Y hay que
decirlo… pero eso no es algo nuevo; debemos recordar que los griegos empezaron
con esto. Por ejemplo, Aristóteles tenía una faz nacionalista y racista en sus
escritos. Eso es algo que se ha desarrollado a menudo en Europa… es como una
herencia infecciosa, una herencia venenosa.
Le Clézio hizo, entonces, una
pausa. Atentos a sus palabras, ninguno de los ahí presentes quiso interrumpir
al escritor, así que prosiguió:
—Yo creo que Europa tendría que
tomar el ejemplo de los demás países del mundo, entre ellos México, un país de
mezcla racial, y cultural, que ya está adelantado sobre la herencia de
Aristóteles. Europa tendría que tomar el ejemplo de países donde las diferentes
influencias (culturales) se han adaptado unas a otras, en las que no hay
resentimientos de que una forma de pensar vale más que las demás…
El escritor se detuvo unos
segundos, absorto en sus pensamientos… Al cabo un momento, dijo convencido:
—El porvenir de Europa depende de
su capacidad de escuchar y copiar el ejemplo del resto del mundo. Eso es una
cuestión de educación. Los escritores tenemos absolutamente el deber de
denunciar las formas de nacionalismo y racismo por todos sus medios: escribiendo
y hablando y participando en encuentros. Lo que he hecho, por mi parte, fue
crear en la isla Mauricio la Fundación para la Interculturalidad y la Paz; es a
nivel local, muy pequeña… enseña a los niños que la pobreza no es una
enfermedad, que ser diferente no es una falla. Al contrario: cada quien debe
contribuir al bien común. Puede parecer utópico, pero actuar con los niños de
las escuelas es sembrar semillas para el porvenir. Yo creo que la respuesta a
todo esto es la educación. Hay que educar a Europa.
Que citara nuevamente a México, y
que hablara en un principio de su cercanía con Michoacán, me dio la oportunidad
de plantearle —por la misma vertiente— otra pregunta.
—Hace un tiempo le dijo usted a
la BBC que México ahora es “un país quebrado”. En otra entrevista más reciente,
añadía que vive una crisis muy difícil, una crisis “que es moral a la vez que
económica”. ¿Podría ampliar más esta reflexión? ¿Cómo ve a México desde afuera?
—Es un tema muy difícil. He
vivido en Michoacán en una época en la que todo era muy pacífico, y ahora todo
eso ha cambiado. Por causas políticas y de migración, la entidad entró en un
bache. En aquel tiempo Michoacán era panista, mientras el resto del país era
priista, así que hubo una especie de aislamiento del Estado… Claro, no creo que
las dificultades económicas sean la única razón de todo esto, pues también
cuenta la migración.
“Me enfoco en Michoacán, ya que
lo conozco más debido a mi cercanía con él. Una parte de la población masculina
se fue a trabajar a Estados Unidos, lo cual dejó despobladas varias zonas de la
Meseta Tarasca y del Bajío. Los últimos años que estuve ahí estaba poblado
únicamente de niños, ancianos, mujeres; los hombres se había marchado a
trabajar al otro lado. Eso agravó el déficit económico, causó una parte del
caos que existe en Michoacán.
“Pero la solución la tienen los
mexicanos, la tienen en sus manos. Los mexicanos inventaron la revolución,
inventaron la libertad; deben inventar el remedio a esta situación: no serán
los otros países los que lo hagan, mucho menos Estados Unidos, porque en
realidad aprovechan la migración de la mano de obra barata de México y no dan
mucho a cambio. La solución no vendrá de Estados Unidos o de Europa, tiene que
venir de México mismo… Pero sí, es una situación trágica. México tiene que
guardar su juventud, no deben dejar escapar la sangre a Estados Unidos.”
La miseria humana retratada en 11
relatos
De pronto, la conferencia de
prensa con J. M. G. Le Clézio dio un giro completo. De la política dio un salto
a la literatura.
Tampoco era para menos. Abramos
un paréntesis.
Publicado originalmente en 1982,
y hasta ahora inédito en español, el sello Océano —en su serie Hotel de las
Letras— puso en circulación el libro La ronda y otras notas rojas, de J. M. G. Le
Clézio.
Se trata de 11 relatos en los que
el escritor francés explora —de manera aguda y con gran vigor— las diversas
aristas de la miseria humana. Aquí están reunidas historias de adolescentes que
experimentan el dolor de la muerte, embarazos, violaciones, migración y la vida
como ladrones; historias de seres humanos acorralados por la soledad, la
injusticia y el sufrimiento.
Cerremos paréntesis.
Cuando en la conferencia de
prensa le preguntaron a Le Clézio por qué su interés por personajes que muestran
la miseria humana, los miedos, el dolor y, sobre todo, “por qué son jóvenes”,
esto respondió:
—Soy escritor, y cuando escribo
dejo que los personajes me lleven; son los personajes los que me escogen… Más
aún: para mí la literatura, lo que me gusta de ella, es la aventura de la vida.
Y creo que la juventud vive, entre los 15 años y la mayoría de edad (hablo de
los 23, 24 años), los momentos más extraordinarios, más dramáticos, más gozosos
de su vida. Es la parte más romántica de la vida, y romántica quiere decir la
más gozosa, la que más nos deja marcados. Para mí es una especie de obsesión,
quizá porque yo viví esa parte de mi vida como la más activa y la más
inventiva, la más intensa. A mí me gusta mucho una escritora estadounidense,
Flannery O’Connor, una autora de los años cincuenta que escribió novela
policiaca y popular… Ella decía que la inspiración que recibía venía de esta
época de la vida (insisto: hablo de los 15 años a los 23, 24 años). Para ella
fue de verdad, porque después se enfermó de lupus y no pudo salir de casa. Toda
su inspiración venía de su época romántica de su propia vida. Yo comparto ese
sentimiento.
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—¿Ha cambiado su literatura
después de recibir el Premio Nobel? —le preguntó, en un momento dado, otro
colega.
—Hay que cambiar en la vida.
Después de escribir novelas bastante dedicadas a mi propia experiencia, a mi
propia vida, encontré la necesidad de salir de mí mismo, de encontrar a los
demás, de inventar historias más populares y encontrar a personas reales y
tratar de encontrar algo diferente a mí mismo. Ponerme en la piel de una mujer,
por ejemplo, es la experiencia más extraordinaria que puede hacer un escritor
masculino, tratar de percibir lo que es una mujer, una mujer joven
especialmente. Quizá cambiaré en algunos años, quizá cambie de inspiración.
—Háblenos de sus inquietudes
literarias y artísticas… ¿Cuáles son éstas tras cinco décadas de escritura? —le
inquirió, al final, una compañera.
—Lo que más me importa es la
libertad en la literatura; no debe haber una escuela literaria, ni obligaciones.
No debe haber ninguna forma de convención… La literatura debe ser libre de
todas convenciones, debe de ser completamente loca, debe haber algo de locura
en la literatura…
Nota bene: Las iniciales J. M.
G., como seguro ya lo sabe, significan Jean-Marie Gustave (Le Clézio), escritor
nacido en Niza, Francia, en 1940.
José David Cano-Oficios
ejercidos: reportero, editor, jefe de información, periodista. De vocación
iconoclasta. Con una curiosidad fulgurante: quiere ver, y conocer, y tocar, y
frecuentarlo todo.
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