Los errores que debes evitar al momento de
invertir
América Economía - viernes, 2 de
septiembre de 2016
La clave para invertir con éxito
no pasa necesariamente por encontrar las alternativas de inversión más
rentables y ganadoras. Por el contrario, aprender a evitar los grandes errores
puede ser mucho más importante que buscar los aciertos más resonantes para
maximizar los retornos. A continuación, analizamos algunos de los errores más
frecuentes y peligrosos que conviene tener siempre en cuenta.
El peor enemigo del inversor.
Benjamin Graham fue uno de los más grandes maestros en el mundo de los mercados
y las inversiones, mentor nada menos que de Warren Buffett y muchos otros
exitosos gestores profesionales de fondos. Desde el punto de vista de Graham,
uno de los aspectos más determinantes a tener en cuenta es aprender a evitar
las grandes equivocaciones, las cuales no necesariamente se deben a cuestiones
relacionadas con la falta de conocimiento técnico o la formación intelectual
del inversor.
Según Graham, el principal
problema que enfrentan muchos inversores tiene que ver con su capacidad para
tomar decisiones de inversión racionales en lugar de caer presos de las
emociones de pánico y codicia. En sus propias palabras: “La inteligencia del
inversor es una cuestión del carácter, más que del intelecto”.
Desde este punto de vista, el
peor enemigo del inversor suele ser su impulsividad, y los datos demuestran que
efectivamente este es el caso a lo largo de la historia. Cuando se analizan las
estadísticas de entrada y salida en fondos de inversión, se observa a las
claras que la mayoría de los inversores suele tomar decisiones equivocadas en
términos de timing de mercado, lo cual en buena medida responde a la dificultad
para controlar las emociones.
Los niveles de compras suelen
marcar máximos en etapas de optimismo generalizado, como por ejemplo durante la
burbuja de acciones tecnológicas en el año 2000. Lamentablemente, en estas
circunstancias los precios de los activos suelen ser excesivamente elevados, lo
cual puede tener un impacto devastador cuando los precios pasan a reflejar
expectativas más realistas en los años siguientes.
En el mismo sentido, los datos
demuestran que muchos inversionistas tienden a vender en contextos de grandes
ajustes de precios, tal como la crisis posterior a la explosión de la burbuja
de real estate en 2009. Esta clase de situaciones son generalmente
oportunidades de compra de una magnitud extraordinaria, sin embargo, muchos inversores
terminan afrontando grandes pérdidas al vender a precios deprimidos en lugar de
capitalizar la oportunidad de comprar activos subvaluados.
Cuando los precios están subiendo
exponencialmente, tendemos a pensar que seguirán al alza indefinidamente, y nos
fastidia la idea de quedarnos fuera del mercado en un contexto tan atractivo.
En cambio, en medio de un pánico generalizado, parecería que los precios van a
seguir cayendo sin pausa, y resulta difícil tener una mirada de mediano plazo
que nos permita detectar las oportunidades.
Sabiendo que las emociones pueden
jugarnos una mala pasada cuando las papas queman, resulta conveniente
planificar las decisiones de compra o venta con antelación ante diferentes
escenarios posibles. De esta manera, contaremos con un plan coherente y
preestablecido para operar en tiempos de mercados excesivamente alcistas o
bajistas.
Las trampas del mercado. Más allá
de las cuestiones emocionales, existen algunos puntos clave a tener en cuenta
desde el aspecto analítico de la operatoria. En función de los diferentes
estilos de inversión, podemos señalar algunos aspectos particularmente
preocupantes a monitorear.
Los inversores de valor suelen
enfocarse en activos que cotizan a valuaciones atractivas en comparación con el
valor fundamental del negocio. Algunos indicadores típicos a tener en cuenta en
estos casos son ratios como precio-ganancias, precio-flujo de caja, o
rentabilidad por dividendos.
Esta clase de estrategias pueden
ser muy rentables, y los estudios estadísticos demuestran que invertir en compañías
subvaluadas tiende a generar retornos por encima del promedio de mercado. Sin
embargo, no debe dejarse de lado la calidad del negocio en la búsqueda de
oportunidades a precios de descuento.
Una trampa de valor se produce
cuando los fundamentos del negocio se están deteriorando en forma permanente,
en cuyo caso el negocio se encuentra en decadencia. En estos casos, comprar el
activo suele ser un error enormemente dañino: no importa cuán baratas parezcan
las acciones. En el mundillo de los inversores de valor, caer en esta clase de
trampas es una de las equivocaciones más habituales y costosas.
Los inversores de crecimiento, en
cambio, están siempre en la búsqueda de compañías con ventas y ganancias en
rápida expansión. Por supuesto, un negocio de mayor crecimiento merece cotizar
a una valuación superior al promedio de mercado, y las mejores acciones de
crecimiento tienden a generar buenas tasas de rentabilidad a pesar de los
precios elevados de sus acciones.
Sin embargo, esto no implica que
la valuación de los activos pueda dejarse de lado. Algunos inversores de
crecimiento tienden a pagar valuaciones exorbitantes, lo cual limita el
potencial de revalorización en el tiempo. Incluso si el negocio se mantiene por
el camino correcto, una alternativa de inversión deja de ser conveniente cuando
el precio es exageradamente alto.
En definitiva, es importante
prestar atención al punto débil de cada estilo de inversión. Si compramos
barato, no hay que perder de vista la calidad del activo. Por otro lado, aún
cuando la compañía crece a una tasa extraordinaria, es importante que la
valuación se mantenga dentro de límites razonables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario