Las empresas de EE.UU. descubren la formación
técnica alemana
The wall street journal- septiembre de 2016
Las empresas estadounidenses que
luchan por satisfacer su demanda de trabajadores industriales cualificados
están recurriendo a Alemania para hallar una solución que pueda cerrar la
brecha de capacidades laborales en la mayor economía del mundo: la formación
técnico-profesional.
Dos millones de empleos
industriales permanecerán vacantes en Estados Unidos durante la próxima década
debido a la escasez de trabajadores capacitados, según un análisis del Instituto
Manufacturero, un grupo sin fines de lucro afiliado a la Asociación Nacional de
Fabricantes, y la firma de servicios profesionales Deloitte LLP.
Aunque el gobierno de Barack
Obama ha invertido millones de dólares para promover la capacitación laboral,
estos puestos siguen siendo difíciles de llenar en un país donde los títulos
universitarios de cuatro años son vistos como el camino más viable para
conseguir trabajos bien remunerados. La Oficina de Estadísticas Laborales
informó que dos tercios de los graduados de secundaria que se inscribieron en
la universidad en 2015 optaron por carreras de cuatro años.
“Siempre se oye que la formación
técnica es para perdedores, un camino sin salida”, dice Mario Kratsch, director
de la iniciativa de habilidades del Consorcio para la Formación Técnica
Superior de Illinois (o ICATT, por sus siglas en inglés), un grupo con sede en
Chicago que coopera con la Cámara de Comercio Germano-Estadounidense y está
tratando de reproducir el modelo alemán en EE.UU.
En Alemania, aproximadamente la
mitad de los graduados de secundaria opta por programas de formación técnica de
alto octanaje en lugar de títulos universitarios. Una razón es que el empleo es
casi seguro.
Los aprendices alemanes pasan
entre tres y cuatro días por semana capacitándose en una empresa y entre uno y
dos días en un instituto profesional público. La empresa paga los salarios y la
matrícula de la escuela. Después de tres años, los aprendices rinden exámenes
para recibir los certificados reconocidos a nivel nacional en su ocupación.
Muchos continúan trabajando a tiempo completo en la empresa donde hicieron su
capacitación.
El Departamento de Trabajo de
EE.UU. dijo que 87% de quienes participan de esos programas en ese país
consiguen empleo después de completar sus programas de formación. Los
trabajadores que completan su formación ganan en promedio US$50.000 anuales,
suma que está por encima del salario anual promedio de EE.UU., de US$44.720. Un
estudio de 2012 halló que los trabajadores que hacen la capacitación llegan a
ganar a lo largo de sus carreras hasta US$300.000 más que quienes no lo hacen.
El ICATT está tratando de
aprovechar la experiencia de multinacionales alemanas como BMW AG, Siemens AG y
Volkswagen AG, que ya han exportado el modelo de formación profesional a sus
operaciones en EE.UU.
Siemens puso en marcha un
programa de formación en su fábrica de Charlotte en 2011. La compañía se asoció
con un centro de formación profesional local para ofrecer cursos en combinación
con la capacitación laboral en la fábrica. Los aprendices reciben formación en
habilidades requeridas en la fabricación avanzada y se gradúan con un título
terciario que combina ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.
Siemens indicó que reclutó a los
postulantes entre los estudiantes de escuelas secundarias locales. La compañía
gasta alrededor de US$180.000 por estudiante para cubrir matrícula, libros y
salarios durante el programa, que dura cuatro años. Diez de los 11 aprendices
que completaron el programa todavía trabajan en la empresa. Siemens expandió el
programa a Fort Payne (Alabama), Sacramento y Atlanta.
Con la ayuda del ICATT, el modelo
alemán está ganando terreno entre las pequeñas y medianas empresas
estadounidenses, como el fabricante de metales Scot Forge. Esta empresa de
Illinois trabajó con el ICATT para instituir un programa de formación que utiliza
los rigurosos estándares de certificación alemana para hacer frente a la
escasez de trabajadores cualificados.
Los aprendices rotan entre las
fundiciones de Scot Forge y las aulas de universidades locales. La empresa paga
su matrícula y sus salarios. Los aprendices que terminan con éxito el programa
de tres años egresan con un título, sin deudas de estudios, y con un trabajo
garantizado en la empresa por dos años.
Zach Ford, que dirige el programa
de formación de Scot Forge, señala que desearía haberlo instituido antes.
“Si los fabricantes no abren sus
ojos y ven lo que va a pasar aquí, se perjudicará nuestra industria”, dice
Ford. “Si uno no tiene la gente para hacer el trabajo, no importa la cantidad
de trabajo que haya”.
Ford espera que el modelo alemán
ayude a reducir la rotación de personal, lo cual es una prioridad a medida que
las jubilaciones aumentan.
“Alguien los está apoyando y
asume el riesgo por ellos”, dice respecto de los aprendices. “Naturalmente,
debería proporcionar un poco de lealtad” recíproca.
Scot Forge es una de las 12
empresas que se unieron al ICATT desde que el programa se lanzó el año pasado.
El número de postulantes a los programas de formación aumentó de 19 a 53 en un
año y la matrícula se duplicó a un todavía modesto número de 14 estudiantes.
La Cámara de Comercio
Germano-Estadounidense cuenta con asociaciones similares con grupos de
formación en los estados de Michigan, Kentucky y Georgia.
Peter Riehle, presidente
ejecutivo de la filial de EE.UU. de la empresa de ingeniería alemana
Wittenstein AG, que es parte del ICATT, dice que el modelo alemán permite a las
empresas más pequeñas desarrollar una fuerza de trabajo cualificada, incluso si
carecen de recursos para financiar programas de formación.
Los departamentos de Comercio,
Trabajo y Educación de EE.UU. y sus homólogos alemanes firmaron el año pasado
una declaración conjunta con el objetivo de agregar más empresas al modelo
alemán.
La secretaria de Comercio, Penny
Pritzker, dice que el esfuerzo de trasplantar ese modelo a EE.UU. “puede ser
una de las más valiosas importaciones alemanas a nuestro país en el largo
plazo”.
A pesar de la promesa del modelo,
el trasplante no será fácil porque este está ligado al sistema educativo
alemán, en el que alrededor de los 17 años los estudiantes toman la decisión de
obtener un título universitario o un título profesional y una formación. Las
instituciones educativas están separadas, y pocos estudiantes cambian una vez
que eligen uno de los dos caminos.
Alemania también hace cumplir sus
estrictas normas nacionales en más de 300 ocupaciones. EE.UU. carece de normas
de certificación de capacitación laboral uniformes. Un empleado que completa un
aprendizaje en una empresa podría no cumplir con los requisitos para trabajar
en otra empresa en el mismo campo.
“La infraestructura en Alemania
es algo que se necesita una estrategia a largo plazo para alcanzar”, dice
Robert Lerman, investigador del Urban Institute, un centro de estudios en
Washington, D.C. “Estamos muy lejos de eso”.
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