Cómo Estados Unidos ayudó a la creación de
Estado Islámico
BBC Mundo - jueves, 23 de abril de 2015
El grupo extremista más fuerte de la actualidad,
Estado Islámico, nació en el que debió ser el más improbable de los lugares:
una prisión estadounidense en el desierto de Irak.
Así concuerdan al menos los analistas y los
comandantes a cargo de la instalación y los soldados que trabajaron en ella.
Camp Bucca no era su nombre original. Tras la
invasión de Irak, las fuerzas británicas la llamaron Camp Freddy.
Pero en abril de 2003, cuando los
estadounidenses tomaron el control del campo de detención, lo rebautizaron en
honor a Ronald Bucca, un jefe de bomberos de Nueva York que murió por las
labores de rescate tras el ataque del 11 de septiembre de 2011 a las Torres
Gemelas.
La prisión, situada a las afueras de la ciudad
sureña de Basora, fue considerada la cárcel modelo de EE.UU., con unidades
habitacionales de cemento y techo de madera, actividades gestionadas por los
propios reclusos, y derecho a visita familiar y atención médica.
Llegó a tener 27.000 detenidos repartidos en 24
campos y clasificados con trajes de colores según su estatus; muchos de ellos
transferidos de Abu Ghraib tras el escándalo por torturas y abusos a
prisioneros.
Por sus instalaciones pasaron, entre otros,
nueve miembros de la cúpula de EI, de acuerdo al informe The Islamic State, de
Soufan Group, una organización que ofrece servicios estratégicos de inteligencia
de seguridad a gobiernos y multinacionales, publicado en noviembre del año
pasado.
"Universidad de terroristas"
El líder del grupo yihadista, Abu Bakr
al-Baghdadi, autoproclamado califa y "líder de todos los musulmanes",
por ejemplo, permaneció en Camp Bucca cinco años.
Lo trasladaron tras detenerlo en Fallujah, al
oeste de la capital, Bagdad, en febrero 2004.
Tenía 33 años y no habían pasado muchos meses
desde que ayudara a fundar Jeish Ahl al-Sunnah al-Jamaah, un grupo militante
que había echado raíces en las comunidades sunitas alrededor de su ciudad
natal, Samarra.
Eran tiempos en los que la insurgencia sunita
contra EE.UU. estaba cobrando fuerza en el país.
Pero el grupo que ayudó a fundar no era muy
conocido, así que llegó a la prisión con perfil bajo. "Los estadounidenses
no sabían a quién tenían", dijo sobre él Hisham al-Hashimi, un asesor del
actual gobierno iraquí.
Allí, en Camp Bucca, Al Baghdadi coincidió con
el que después sería su número dos en EI, Abu Muslim al-Turkmani, así como con
el experimentado militar Haji Bakr, hoy fallecido.
También permaneció en el campo de detención Abu
Qasim, líder de los combatientes extranjeros, según Soufan Group.
Y los analistas señalan que es probable que
estos hombres fueran extremistas cuando entraron en la prisión, pero seguro que
lo eran cuando salieron de ella.
"Antes de su detención, Al Baghdadi y
otros eran radicales violentos (...), pero su tiempo en prisión hizo más
profundo su extremismo y les dio la oportunidad de aumentar el número de
seguidores", escribió el antiguo militar Andrew Thompson en en diario The
New York Times en noviembre de 2014.
Estos extremistas estaban básicamente
gestionando una universidad para entrenar terroristas en nuestras propias
instalaciones"
David Petraeus, general estadounidense
A lo que agregó: "La prisión se convirtió
en una universidad virtual de terroristas".
Ya lo había reconocido, casi con las mismas
palabras, David Petraeus, el general que lideró la operación de EE.UU. en Irak.
"Estos extremistas estaban básicamente
gestionando una universidad para entrenar terroristas en nuestras propias
instalaciones", admitió.
"Estábamos liberando a individuos que eran
más radicales que cuando llegaron (a Camp Bucca)".
Radicalización y colaboración
A eso mismo se refería el jefe de policía
iraquí Saad Abbas Mahmoud cuando le dijo lo siguiente al diario estadounidense
The Washington Post: "Estos hombres no estaban plantando flores en el
jardín".
James Skylar Gerrond, comandante encargado de
la prisión entre 2006 y 2007, también coincidía con esa opinión.
"A muchos de nosotros en Camp Bucca nos
preocupaba que, en lugar de solo alojar a detenidos, hubiéramos creado una olla
a presión del extremismo", escribió en su cuenta de Twitter.
Además, los analistas concuerdan con que el
campo de detención no fue un lugar para la radicalización, sino también para la
colaboración.
Y es que en él coincidieron miembros de Baath,
el partido del líder iraquí Saddam Hussein, hoy fallecido, y fundamentalistas
islámicos. Y eso desembocó en un "matrimonio de conveniencia", según
Soufan Group.
De acuerdo a los analistas, cada grupo le
ofreció al otro aquello de lo que carecía. Así, los yihadistas aprendieron de
los exbaazistas habilidades para organizarse y disciplina militar. Y estos, por
su parte, encontraron un propósito en los militantes islamistas.
"En Bucca las matemáticas cambiaron cuando
las ideologías adoptaron rasgos militares y burocráticos y los burócratas se
volvieron extremistas violentos", dice el informe.
Y según Peter Taylor, periodista de la BBC con
35 años en el oficio y curtido en temas de insurgencia y violencia política,
conocer eso es fundamental para entender el fenómeno de EI.
Un grupo que en pocos meses amasó una fortuna
calculada en US$2.000 millones, controla amplios territorios de Siria e Irak
con unos ocho millones de habitantes, tiene en nómina a unos 50.000
combatientes, utiliza con gran destreza las redes sociales con objetivo
propagandístico, y a cuya llamada han acudido a hacer la yihad unos 12.000
militantes extranjeros.
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