El fraude nunca duerme
Forbes - jueves, 16 de abril de 2015
Por eso
te comparto 6 medidas que puedes tomar para evitar ser víctima del robo de
identidad o falsificación de datos personales, un fraude con clara tendencia al
alza.
En el año 2004 el Reino Unido fue pionero en
implementar la estrategia EMV (siglas de las empresas Europay, MasterCard y
Visa), que unieron esfuerzos para el desarrollo inicial del estándar para la
autentificación de pagos mediante tarjetas de crédito y débito, más conocida
popularmente como la tecnología Chip y PIN de las tarjetas, que abogaba por
introducir elementos de seguridad en los plásticos distribuidos en el mercado,
de forma que su clonación y posterior uso fraudulento fuese muy difícil.
Hasta entonces, la tipología de fraude que
causaba mayores pérdidas en la banca era el fraude por clonación y uso indebido
de los plásticos, ya fueran tarjetas de crédito o de débito. El uso de la
tecnología de banda magnética, desarrollada en los setenta, dejaba claro la
facilidad para los defraudadores para realizar copias de la información
contenida en los plásticos. Era hora de cambiar y apostar por una tecnología
con mayor seguridad, tanto para las entidades financieras como para los
usuarios.
La implementación y puesta en marcha del Chip y
PIN provocó una disminución drástica del fraude por clonación o skimming[1] de
plásticos, el robo y extravío de tarjetas y las tarjetas no recibidas.
La introducción de nuevas tecnologías de cifrado
y la inversión en seguridad tiene como consecuencia la disminución de ciertas
tipologías de crímenes financieros. Pero recordemos que el fraude nunca duerme.
Cuando cierras una puerta, el fraude consigue abrir una ventana.
Las primeras consecuencias tras la introducción
del Chip y PIN fueron la disminución de la clonación de tarjetas. Pero tras
este inicial descenso pudo observarse cómo el fraude evolucionó hacia otras
tipologías hasta entonces residuales y en las que podemos observar claras
tendencias al alza.
Así, en el Reino Unido podemos observar una
disminución del skimming o clonación, al tiempo que se observa un claro auge de
las operaciones con tarjeta no presente y del fraude en originación[2], tanto
por robo de identidad como por falsificación de identidad.
El fraude de identidad puede describirse como
el uso de una identidad robada o falsificada en una actividad criminal para
obtener bienes o servicios mediante engaño y sin intención de devolución de las
cantidades defraudadas.
Los defraudadores pueden utilizar datos
personales para abrir cuentas bancarias, obtener tarjetas de crédito, préstamos
o beneficios del gobierno, ordenar bienes en nombre de otra persona, usurpar
cuentas existentes, obtener contratos de telefonía celular u obtener pasaportes
y licencias de conducir en nombre de otras personas. El robo de los datos de
identidad de una persona no constituye por sí mismo un delito, pero su uso para
cualquiera de las actividades mencionadas sí lo es. Si una persona es víctima de
robo de identidad puede sufrir las consecuencias directas en sus finanzas
personales, así como encontrar graves dificultades para acceder a préstamos,
créditos o hipotecas hasta que el problema sea resuelto y su nombre quede
limpio en todas las instituciones financieras.
El fraude en originación, cuando se produce en
la modalidad de robo de identidad, tiene un gran impacto en el cliente. Sabemos
que la entidad financiera no sufre sola las consecuencias del fraude; los
clientes también están afectados. La responsabilidad financiera les produce
estrés, sensación de indefensión e intromisión:
“Si utilizan mis datos para obtener una tarjeta
de crédito, ¿cuánto dinero tendré que devolver a la entidad financiera?” “No sé
quién está utilizando mi información personal ni sé cuándo van a parar.”
El 91% de las entidades financieras en México
declaran tener implementadas medidas de prevención de fraude en originación y
son conscientes de que es un problema creciente en la industria bancaria en
México, siendo el fraude por robo o usurpación de identidad el que va a la
cabeza, con un 62%, seguido del fraude por falsificación de identidad, con un
42%, y las malas prácticas de venta un 35%[3].
Las más recientes cifras publicadas en México
por la Condusef indican que se ha producido un aumento del 45% en las
reclamaciones imputables a un posible fraude por conceptos como “retiros no
reconocidos”, “transferencias no reconocidas” (con origen en phishing y
suplantación o falsificación de páginas de internet) y “cheques mal negociados”
(por falsificación de firma), respecto del año anterior[4]. A pesar de que la
Condusef nombra específicamente al inicio de su última presentación sobre datos
de reclamaciones de fraude la tipología “robo de identidad o falsificación de
datos personales”, no existen en las posteriores páginas de la misma datos
sobre este tipo de fraude ligados a las entidades financieras mexicanas.
La mayoría de bancos en México no reporta de
manera separada esta tipología, por lo que la obtención de datos y medida de su
evolución se dificulta. Sabemos que es una tendencia al alza, pero ¿sabemos
realmente a cuántos ciudadanos y entidades financieras les está afectando y su
impacto económico?
La mayor parte de las pérdidas ocasionadas por
el fraude en originación se encuentran ocultas entre los montos en situación de
cobranza. El fraude oculto en cobranza puede estimarse entre un 10 y un 20% de
las pérdidas en cobranza. Si tomamos en cuenta las cifras declaradas por las
entidades financieras mexicanas a la CNBV como créditos en cobranza y
realizamos una estimación conservadora del 10%, el fraude en originación en el
mercado mexicano podría ascender a 3.156 millones de pesos [5].
El 47% de las entidades financieras en México
están de acuerdo en que la mayor parte del fraude en originación está oculto en
cobranza y el 49% afirma que desconoce el monto que puede estar oculto. Como
respuesta a esta tendencia de fraude al alza, el 70% de los encuestados utiliza
listas de casos confirmados de fraude y el 65% tiene implementadas algunas
reglas de negocio para detectar solicitudes fraudulentas en el momento de su
aprobación[6]. Sin embargo, todavía hay margen de mejora para enfrentar este
reto a través de la automatización de controles, el uso de reglas de negocio
más sofisticadas, la introducción de modelos analíticos y el análisis de
vínculos para la detección de redes organizadas de fraude.
Como conclusión creo importante enfocarme en
las víctimas finales, los ciudadanos que sufren el robo de identidad.
Las principales recomendaciones que hay que
seguir para prevenir ser víctima de este fraude son:
Recuerda: el fraude nunca duerme y entre todos
podemos colaborar para combatirlo.
[1]Skimming: nombre utilizado en inglés para
denominar al tipo de fraude que se comete al copiar los datos de un plástico
por deslizamiento de la banda magnética del plástico en un dispositivo no
autorizado. También se utiliza la denominación más genérica Counterfeit para
explicar la clonación o falsificación de plásticos emitidos por entidades
financieras.
[2]Cifras sobre Robo de Identidad, ID Theft,
obtenidas de la publicación Fraud the Facts en su edición de 2014.
[3]Cifras proporcionadas por los participantes
en el Webinar sobre Prevención de Fraude en Originación, impartido por Raquel
Guillot como ponente de SAS en marzo de 2015.
[4]Cifras obtenidas del reporte Evolución de
las reclamaciones imputables a un posible fraude – 2011, 2012, 2013 y 2014
publicado por la Condusef en 2015 y que puede encontrarse aquí.
[5]Cifra obtenida de la página web de la
Comisión Nacional Bancaria y de Valores a diciembre de 2014. Se han tenido en
cuenta montos en cobranza por tarjetas de crédito y préstamos, incluyendo los
de automóvil, y excluyendo los hipotecarios. A esta cifra se le ha adicionado
el monto declarado por las entidades financieras en concepto “quitas y
castigos”, declarada también en la página de la CNBV.
[6]Cifras proporcionadas por los participantes
en el Webinar sobre Prevención de Fraude en Originación, impartido por Raquel
Guillot como ponente de SAS en marzo de 2015.
Raquel Guillot es Fraud Domain Expert, SAS
México.
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