La agricultura recurre a los robots para
compensar la escasez de mano de obra
The Wall Street Journal. - abril de 2025
Un cosechador automático de 14 brazos atravesó
hace poco hileras de plantas de fresas en esta localidad, ilustrando una
solución emergente para uno de los mayores problemas de los cultivos: la
escasez de mano de obra agrícola en Estados Unidos.
Utilizando potentes computadoras, sensores de
color y pequeñas canastas de metal adosadas a los brazos robóticos, la máquina
sacó suavemente fresas maduras de debajo de las hojas verdes, mientras ignoraba
en su mayor parte las frutas que aún no estaban maduras.
Esta clase de tareas requiere desde hace tiempo
el criterio entrenado y el intenso esfuerzo de decenas de miles de trabajadores
con salarios relativamente bajos. Con los avances tecnológicos, se está
volviendo posible que los robots se hagan cargo de la tarea, cuando una menor
disponibilidad de recolectores de frutas ha aumentado el atractivo financiero
de esta tecnología.
“Ya no se trata de un problema de cuánto cuesta
un cosechador de fresas”, dijo Juan Bravo, inventor de Agrobot, la máquina
recolectora. “Ahora se trata de cuánto sale dejar un campo sin cosechar, y eso
es mucho más costoso”.
El Agrobot cuesta alrededor de US$100.000 y
Bravo tiene en desarrollo un segundo prototipo de mayor tamaño. Otros aparatos
también comienzan a asumir tareas delicadas en distintas partes de la industria
de cultivos frescos, desde plantar semillas de plantones vegetales a cosechar
lechuga o trasplantar rosas.
Los agricultores que se dedican al maíz y otros
commodities reemplazaron hace décadas la mayor parte de sus trabajadores por
enormes cosechadoras y otras máquinas que pueden cortar y recolectar granos con
rapidez para usar como alimento animal, materias primas para alimentos y
etanol. Pero los agricultores que se dedican a cultivos frescos y plantas en su
mayoría han seguido acudiendo a recolectores humanos, en parte para evitar que
máquinas torpes estropeen la apariencia sin imperfecciones de los ítems que los
consumidores ven en las estanterías.
Una abundante cantidad de trabajadores, en
particular de México, dispuestos a plantar, arrancar malezas y cosechar
cultivos maduros por un salario relativamente bajo había eliminado la necesidad
de mecanizarse. No obstante, la cantidad de inmigrantes no autorizados en la
fuerza laboral de EE.UU. está en declive desde su máximo de 2007, según el
Centro de Investigación Pew, en parte debido a mayores oportunidades laborales
en México, así como a patrullas fronterizas estadounidenses más estrictas.
Cuando hay escasez de empleados, “la única
forma de sacarle más provecho al sol es aumentar la tecnología”, dijo Soren
Bjorn, director de la unidad para las Américas de Driscoll Strawberry
Associates Inc., la mayor marca de bayas de EE.UU. El mayor cultivador de bayas
de Driscoll, Reiter Affiliated Companies LLC, financia en parte el desarrollo
del Agrobot.
Los robots tienen sus propias desventajas.
Necesitan mantenimiento y reparaciones: Agrobot normalmente tiene 16 brazos,
pero dos estaban recientemente fuera de servicio. Algunos partidarios de los
trabajadores agrícolas temen que una mayor mecanización también pueda ayudar a
eliminar empleos que aún se necesitan. Y otros temen que les dará una ventaja
extra a grandes propietarios que pueden invertir en los equipos más modernos.
Los partidarios de la tecnología señalan que la
mecanización de los cultivos frescos podría impulsar la productividad, lo que
en última instancia limitaría el aumento de los precios. También podría ayudar
a los agricultores en California, que enfrentan una sequía desde hace años en
el estado que más cultivos frescos produce en EE.UU., a sacar más provecho de
sus campos al compensar los mayores costos con estas tecnologías.
La escasez de mano de obra llevó a Tanimura
& Antle Fresh Foods Inc., uno de los mayores productores de vegetales de
EE.UU., a comprar el año pasado la startup española Plant Tape, cuyo sistema
trasplanta plantones de vegetales de invernaderos a campos usando tiras de
material biodegradable a través de un aparato de plantación operado por un
tractor.
Una mañana hace poco en Salinas, California, el
presidente ejecutivo de Tanimura & Antle, Rick Antle, observaba a dos
trabajadores que introducían plantones de lechuga romana —colocadas en las
tiras biodegradables como un cinturón de balas de ametralladora— en el aparato,
que cortó los plantones con precisión y los llevó a la tierra. La máquina
avanzaba a unos 10 kilómetros por hora, muy rápido para un campo de cultivos.
En pruebas comerciales, Plant Tape ha eliminado al menos 10% o 15% de las horas
laborales para cultivar lechuga romana y apio, dijo Antle. Plant Tape está
incrementando su producción para que más campos de Tanimura & Antle puedan
usar la técnica.
El mismo día, el viejo método aún era exhibido
en un campo cercano de apio de Tanimura & Antle. La mitad del equipo de 16
trabajadores colocó plantones de apio en una máquina impulsada por un tractor
que los plantaba a centímetros de distancia, formando filas. La otra mitad,
avanzando por detrás, acomodaba la tierra manualmente y enderezaba las plantas
mal alineadas. La operación cubrió más de nueve décimos de acre por hora, que
cuando alcanzó su mayor ritmo fue equivalente en promedio a 1,44 kilómetros por
hora.
En años recientes, Tanimura & Antle ha
recurrido a cientos de trabajadores de México con costosas visas temporales
para ese tipo de tareas. El sistema, que data de décadas atrás, debe ser
reemplazado porque “no tenemos el suministro ilimitado de empleados que
solíamos tener”, indicó Antle.
Las máquinas están haciendo más que recolectar
cultivos. Altman Specialty Plants Inc., uno de los mayores viveros de EE.UU.,
ha estado usando ocho robots durante los últimos dos años para trasladar más de
1,2 millones de rosas plantadas y otras plantas conforme crecen de tamaño.
Las máquinas, que cuestan US$25.000 y se
manejan solas, se han atascado en el barro ocasionalmente, pero liberaron a
ocho trabajadores de otras tareas y cubrieron su precio en 18 meses, dijo Becky
Drumright, directora de marketing de Altman.
“Este es el empleo menos deseable en toda la
empresa”, aseguró. “Con las máquinas, no hay ningún tipo de quejas. Los robots
no tienen salarios, no se toman descansos”.
Reiter, el proveedor de Driscoll, está
comenzando a desplegar máquinas controladas por joystick y control remoto que
cargan suministros para la construcción y cajas de cultivos recolectados a
través de los campos de bayas. Liberan cientos de horas de trabajo humano al
año que se puede usar en otras labores, sostuvo Nathan Dorm, director de
sistemas de cultivo de la empresa.
En tanto, Bravo está planeando una nueva
versión de su cosechadora de fresas Agrobot que tendrá 60 brazos robóticos, y
requerirá que la producción de fresas se realice en plataformas hidropónicas
elevadas en lugar de campos bajos de tierra. Los trabajadores simplemente se
sentarán sobre la máquina inspeccionando y empacando bayas que pasan sobre una
cinta transportadora. Planea comenzar con pruebas comerciales de campo para
esta máquina antes de fin de año.
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