Guerra, SA
Forbes - viernes, 17 de abril de 2015
La razón de hacerle la guerra a Rusia, o al
país que sea, es que la industria militar de EU ha evolucionado hasta
convertirse en un sector de negocios de Wall Street.
Escribe mi colega en la Red Forbes (de Forbes
México Digital), el señor Guillermo Barba, un artículo titulado “Estados Unidos
quiere guerra nuclear con Rusia”. El texto, bastante leído, fue vapuleado por
comentaristas que atacaron sin piedad las ideas del escritor. Vale aclarar que
todos ellos fueron altamente ofensivos a la hora de criticar, más ninguno logró
ser argumentativo.
Personalmente comparto los postulados de Barba.
Pareciera ser muy claro que Estados Unidos está buscando una guerra con Rusia.
Las razones de ello son varías, pero las muestras son, sin duda alguna,
contundentes, siendo tal vez la más importante el negocio en el que la guerra
se ha convertido para ese país.
Según Sean McFate, autor del libro The Modern
Mercenary: Private Armies and What They Mean for World Order, publicado por la
Universidad de Oxford, las guerras en el mundo, hoy, son llevadas a cabo por
compañías listadas en la Bolsa de Valores de Nueva York, con lo que la llegada
de un conflicto militar es para ellas una poderosa fuente de ingresos. En
breve: si una guerra se desata mañana, las acciones de estas empresas suben
exponencialmente.
Empresas como Blackwater Worldwide (hoy
Academi), Triple Canopy y DynCorp International son contratistas de la guerra:
personas que reclutan mercenarios y unidades paramilitares para llevar a cabo
las diferentes labores que en una época estaban destinadas a la fuerza pública.
Organizaciones económicas desatadas de las leyes del derecho internacional,
pero funcionales, por completo, a las leyes del mercado bursátil. Repito: una
guerra crea negocios para estas corporaciones y, por ende, genera ingresos, los
que incrementan en el valor de las acciones.
La conflagración militar no sólo les trae
incrementos en el flujo de caja y mejores valoraciones, sino la posibilidad de
expansiones, fusiones, adquisiciones y demás. Según McFane, en un artículo
realizado para VICE:
DynCorp International ofrece un amplio rango de
servicios y en 2013 ganó más de tres mil millones de dólares en ingresos según
su informe anual. En la última década, DynCorp y sus subsidiarias fueron
adquiridas por Computer Sciences Corporation (CSC), que la fragmentaron y luego
la vendieron a Veritas Capital Fund, una firma de capital privado. En 2006, la
compañía salió a la Bolsa de Valores de Nueva York bajo el símbolo de DCP, y cuatro
años después fue adquirida por otra firma de capital privado, Cerberus Capital
Management, por 1,5 mil millones de dólares. Las fusiones y adquisiciones son
muy comunes en la industria militar privada. Después de los tiroteos de 2007 en
Bagdad, Blackwater se rebautizó como Xe y luego nuevamente como Academi. A
principios de 2014, Academi fue adquirida por Constellis Group, un grupo
empresarial que se alimenta de capital privado y que también incluye a su
antiguo rival Triple Canopy. La compañía militar privada ArmorGroup
Internacional estaba listada en la Bolsa de Valores de Londres en 2008 y
después fue adquirida por G4S, una de las firmas de seguridad más grandes del
mundo, con operaciones en más de 120 países.
Existe, entonces, en Estados Unidos, un fuerte
lobby empresarial que busca se realicen cada vez más guerras en territorios
alejados de su país, algo de lo que tiene la tesis propuesta por Barba en su
artículo. No obstante, difiero con él un poco en cuanto a la importancia que da
a los motivos para ir a esa guerra. Dice él, refiriéndose a por qué quiere
pelear Estados Unidos con Rusia, que:
… la respuesta sólo puede ser que desean pelear
por pelear. No sería la primera vez. Y es que el que esta guerra significara
una derrota para la OTAN, no quiere decir que no habría manos que se atascarían
los bolsillos de dinero con la conflagración, que sería para ese poder oculto,
un negocio extraordinario.
Difiero con él porque la razón no es pelear por
pelear, ni es un poder oculto lo que mueve esas conflagraciones. La razón para
ir a la guerra con Rusia, o con el país que sea, es que el complejo militar
industrial de Estados Unidos ha evolucionado hasta convertirse en un sector de
negocios de Wall Street, que no sólo gana con contratos durante los conflictos
bélicos, sino que también lo hace con los anuncios, es decir, con la
especulación.
¿Qué creen ustedes, estimados lectores, que
pasa por la cabeza de un inversionista cuando el gobierno de Estados Unidos se
enfrenta con Rusia verbalmente, proyectándose una conflagración bélica mayor?
¿No creen que estará interesado en comprar acciones de este tipo de empresa?
¿Qué creen que pasó con los precios de las empresas acá citadas cuando Obama
calificó a Venezuela como una amenaza para su país, a través de un decreto que
históricamente ha antecedido una invasión? ¿Qué creen que pasó por los CEO a
cargo de esas corporaciones cuando el Instituto Internacional de Estudios para
la Paz de Estocolmo (SIPRI) lanzó su último informe diciendo que el gasto
militar mundial había caído un 0.4%? A estas empresas la paz no les sirve y las
guerras las hacen millonarias.
Muchos de los comentaristas del artículo de
Barba decían que su escrito era una propaganda rusa, un texto sacado de RT.
Personalmente, no lo creo. Así como éste no es uno sacado de teleSUR. Porque lo
que se quiere demostrar es que hay inmensos incentivos, de miles de millones de
dólares, para Estados Unidos inventarse una guerra con Rusia, con Venezuela,
con China, con cualquiera. Entre más grande sea la guerra, más dinero produce
para estas poderosas empresas. Esto es, en el sentido más estricto de la palabra,
simple y llanamente, un análisis de un negocio, totalmente alejado de posturas
políticas.
Un negocio, por supuesto, bastante criticable,
pero que hoy mueve toneladas de dinero y que está liderado por unas empresas
inescrupulosas. Kevin McDonald había hecho ya una representación de este mundo
en su película State of Play (2009), y también Joshua Stefel lo hizo con su
largometraje War Inc. (2008). Frente a ese panorama, no puedo estar más de
acuerdo con Barba, cuando concluye diciendo que “justo por ello, por ser la
guerra lo que quieren para su conveniencia y no para la de la mayoría de la
humanidad, debemos resistirnos y exigir la paz”.
El primer paso es dejar de ser tan inocentes
sobre cómo se toman las decisiones en ese campo.
Andrés Arell-Báez es escritor, productor y
director de cine. CEO de GOW Filmes.
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