¿Por qué la escuela es tan mala a
la hora de predecir el éxito?
Huffington Post - lunes, 24 de
octubre de 2016
Está demostrado que el expediente
académico no es bueno a la hora de predecir el éxito durante la vida laboral y
mucho menos el grado de felicidad durante la vejez, como tampoco sirve para
ello el coeficiente intelectual (CI).
En la década de los 40 se realizó
el seguimiento de 95 estudiantes de Harvard con un alto CI, pudiendo observar
de manera muy contundente que sus niveles de éxito profesional no diferían
entre los alumnos seleccionados por su alto CI y el resto. También se pudo
observar que otras variables como número de amigos o relación de pareja...
tampoco hacían intuir que en lo personal se les diera mejor que al resto. Por
el contrario, sí que se encontró una diferencia muy significativa entre
aquellos alumnos que durante su niñez aprendieron a gestionar las emociones,
superar la frustración y ser empáticos, y los que no.
Con esto quiero decir que sólo
midiendo el "coeficiente emocional" podemos hacernos una idea del
éxito que tendrá una persona a lo largo de toda su vida.
Eso no supone que personas con
una baja inteligencia emocional no puedan sacar unos fantásticos resultados en
la escuela o ser empresarios de éxito, pero con cada uno de los cambios que se
darán a lo largo de su vida, se pondrá a prueba su baja capacidad para
adaptarse al nuevo entorno, que probablemente será menos flexible, siendo
además más que probable que posean más dificultades en el resto de áreas de su
vida (familia, amigos...)
¿Qué es la inteligencia
emocional?
La inteligencia emocional se
trata de la capacidad del ser humano para superar las dificultades y las
críticas; es la capacidad para auto-motivarnos y actuar independientemente de
nuestro estado de ánimo, siendo capaces de leer las emociones de los demás.
Sin inteligencia emocional nos
resultaría imposible escoger correctamente las personas con las que compartir
nuestro tiempo o poner límites a aquellas con las que, a nuestro pesar, nos
vemos obligados a hacerlo.
A partir del trabajo de Howard
Gardner, el psicólogo Peter desarrolló cinco competencias principales:
1- El conocimiento de las propias
emociones, que nos permite tomar decisiones coherentes con nuestros valores e
intereses.
2- La capacidad de controlar
nuestras emociones, lo que supone superar con mucha más rapidez lo
contratiempos que nos van surgiendo durante la vida.
3- La capacidad de motivarse a
uno mismo y de demorar el premio, que nos predispone al éxito.
4- El reconocimiento de las
emociones ajenas, que especialmente en aquellos oficios donde el contacto con
otras personas y la influencia sobre ellas es más importante, nos ayuda a
destacar y conseguir mejores resultados.
5- El control de las relaciones,
que determina nuestra habilidad para relacionarnos con los demás.
La mayor parte del trabajo que
realizo en consulta consiste en acompañar durante el aprendizaje de estas cinco
áreas, a las personas que vienen a verme.
Aunque algunas personas acuden al
psicólogo porque ya han identificado sus dificultades en alguna de estas
competencias, la mayoría acuden cuando alguna situación les ha hecho tocar
fondo. Si aprendiéramos siendo niños a desarrollar estas competencias, gran
parte de las solicitudes de consulta que recibo no tendrían lugar.
Por desgracia, las instituciones,
y en consecuencia las escuelas, no dan prioridad a estos aprendizajes,
limitándolos sólo al buen hacer de algunos profesores que por su cuenta se han
formado al respecto y sacan tiempo de tutorías y horas de otras materias para
trabajarlo.
Sé que algunos pensarán que esto
es trabajo de los padres, pero resulta que ellos tampoco lo aprendieron en la
escuela. Además, a mi entender, el colegio debe igualar las oportunidades de
todos los alumnos y por lo tanto alimentar la inteligencia emocional de
aquellos que no la pueden aprender en su casa.
Si el objetivo de los estudios es
el de prepararnos para el día de mañana puedes estar seguro de que resulta de
mucha más utilidad aprender a gestionar las emociones o a permanecer motivado,
que a realizar logaritmos o analizar frases.
Aunque todo ello es muy necesario
para su futuro, se encuentra a años luz de lo importante que es hacer accesible
para todos los alumnos los recursos necesarios para vivir el día de mañana una
vida sana a nivel emocional.
He aquí mi secreto, que no puede
ser más simple: solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible
a los ojos.
Antoine de Saint-Exupery, El
Principito
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