Así será el empleo del futuro
Emprendedores - octubre
de 2016
Los datos de los numerosos
estudios que diferentes organismos han hecho en los últimos años en torno a
cómo será el mercado laboral del futuro (de aquí a 2020) son demoledores,
terroríficos, críticos o como queramos ser de pesimistas: más de siete millones
de puestos serán sustituidos por máquinas; el 47% de los empleos actuales serán
automatizados; más de 700 actividades laborales tienen altos niveles de riesgo
de ser automatizadas...
Frente a esto hay dos opciones.
Una es imitar a los luditas –movimiento social de principios del siglo XIX
iniciado por artesanos que destruían los telares mecanizados, surgidos durante
la Revolución Industrial en Reino Unido, porque reemplazaban a los trabajadores
menos cualificados–. Y la otra –más razonable y lógica– es prepararnos para
adaptarnos cuanto antes a los cambios que la tecnología va a generar –ya está
sucediendo– en la forma en la que se relacionarán organizaciones y
profesionales.
Tareas obsoletas
“Estamos en una fase de
experimentación real sobre muchos trabajos que ya se están quedando obsoletos
porque se han desarrollado software o robots que los hacen. ¿Cuántos se
quedarán obsoletos? No lo sabemos. Pero lo más sensato es pensar que esas
perspectivas de futuro van a ser así”, apunta Raquel Roca, autora de Knowmads.
Los trabajadores del futuro (LID Editorial Empresarial).
Hasta aquí la parte pesimista.
Como sostiene Clàudia Canals, del departamento de macroeconomía del área de
planificación estratégica y estudios de CaixaBank, en el informe 'Las nuevas
tecnologías y el mercado laboral', “aquellos que temen que las máquinas puedan
reemplazarles en el trabajo se basan en el llamado ‘efecto sustitución’. Porque
la automatización fue, es y será un claro sustituto de numerosos puestos, lo
que comporta la destrucción de empleo en ciertos sectores y ocupaciones”. Pero
también existe el ‘efecto complementariedad’. “Hay puestos de trabajo –apunta
Canals– en los que la automatización complementa al trabajador. En estos casos,
las máquinas incrementan la productividad de los trabajadores, lo que repercute
también en un aumento de su remuneración”.
No está todo perdido
En esa misma visión optimista,
Adrià Morron, también del área de estudios de CaixaBank, recuerda en el citado
informe que, aunque existe la amenaza real de la automatización tanto de tareas
repetitivas como no repetitivas –debido a mejoras en las capacidades
sensoriales y de procesamiento, así como al desarrollo del big data y de la
inteligencia artificial–, “la tecnología todavía no será capaz de desempeñar,
en las próximas dos décadas, tareas relacionadas con la percepción y
manipulación en entornos desordenados, inteligencia creativa (hacer una broma)
e inteligencia emocional”.
En ese sentido, Morron reconoce
que “la tecnología ya es capaz de automatizar profesiones cualificadas (como
contables, analistas financieros y economistas), mientras que aquellas en las
que la interacción humana y la creatividad tienen más importancia (médicos de
familia y músicos, por ejemplo) son las que están más protegidas. Por ejemplo,
científicos (creatividad) y gerentes (interacción social) tienen poco riesgo,
mientras que los administrativos están en el grupo de alto riesgo”.
Hacia la creatividad
No obstante, este experto
advierte que no hay que confundir el potencial de robotización de la economía
con la desaparición de los empleos. “La tecnología destruye profesiones, pero
no la posibilidad de trabajar. La automatización de las profesiones que
conocemos hoy ofrece la posibilidad de reorientar la naturaleza del trabajo,
liberando a los trabajado- res para que puedan dedicarse a nuevas actividades
en las que desarrollen todo su potencial. La mayoría de los trabajadores
dedican gran parte de su tiempo a tareas en las que desaprovechan su ventaja
comparativa respecto al robot (la creatividad), por lo que existe un gran potencial
para crear nuevas profesiones si las instituciones y los individuos aprovechan
la ocasión”. Y subraya Adrià Morron que “los robots tienen una gran capacidad
lógica y de gestión del big data, pero la inspiración, la intuición y la
creatividad quedan lejos de su alcance”.
Roca refuerza también esta idea:
“Las nuevas tecnologías siempre han creado más puestos de trabajo de los que
han destruido o sustituido. Ahora hay más tipologías de trabajo de las que
había hace 40, 50 o 100 años. Es importante tenerlo en cuenta para que la gente
no se asuste”. Entonces, ¿dónde está el problema? “Todavía hay mucha gente que
trabaja en la manufactura, en la industria, en esos trabajos repetitivos
manuales. Esas personas están en un gran riesgo de quedar fuera del sistema profesional.
Y si no se les dan las herramientas para que se trasladen hacia el trabajo del
conocimiento y para que se conviertan en profesionales digitales, lógicamente,
las abocaremos a la extinción o al extrarradio laboral”, dice Roca.
Las soluciones pasan por un
cambio de chip no sólo por parte de los profesionales sino también de las
propias organizaciones hacia esa
adaptación evolutiva. “Hay muchos mandos intermedios que no están capacitados
para gestionar esas situaciones. De hecho, la vieja escuela se tiene que
adaptar a esta nueva forma de trabajar o morirá. Porque toda la gente nueva que
está entrando en las organizaciones ya viene con ese chip. Nunca tendremos una
empresa digital si no somos capaces de embarcar a esos mandos intermedios en
ese proceso. Y ellos se van a resistir todo lo que puedan. Si el valor presente
neto de resistirse es mayor que el valor presente neto de cambiar, pues no van
a cambiar”, argumenta Nacho de Pinedo, CEO del ISDI (www.isdi.education).
Según este experto, “es más fácil
crear algo nuevo que cambiar algo que ya existe. Por ejemplo, en una empresa
que nace con todos sus integrantes millennials es más fácil. Lo complicado es
cuando en ella conviven varias generaciones y tienes que trabajar con dos
velocidades”. Y un millennial, cuando entra en una empresa –a diferencia de lo
que quería una persona de la Generación X–, “lo primero que pone encima de la
mesa es flexibilidad laboral, porque a lo mejor un día no quiere ir a trabajar,
pero no le importa hacerlo, por ejemplo, un domingo o de madrugada. O a lo
mejor es más importante el aprendizaje que el sueldo. O está dispuesto a variar
su salario en función de su rendimiento o desempeño. Ahí cambian por completo
las relaciones laborales, porque no se puede dar café para todos. Estamos en un
entorno en el que cada vez se está pidiendo más autonomía y capacidad de tomar
decisiones por uno mismo”, resalta De Pinedo.
“No tiene sentido –subraya Raquel
Roca– que estemos viviendo en una sociedad líquida (movible, rápida y
cambiante) y lancemos empresas con mentalidades del siglo pasado, sistémicas,
cerradas, opacas, burocráticas e hiperjerárquicas. Si queremos que las empresas
tradicionales sobrevivan y puedan competir con todas esas nuevas startups (que
son rápidas, ágiles y transparentes), debemos reconvertirlas también en ágiles.
Y una forma de conseguirlo es rompiendo esas jerarquías. Pero no eliminando
esos puestos sino con la idea de que si las jerarquías acaban siendo menos
jerarquizadas evitaremos la burocracia y el embudo final en la toma de
decisiones, por lo que seremos más rápidos y tendremos más posibilidades de
reaccionar antes las exigencias de los clientes, que ya están demandando”.
Organizaciones flexibles y
transparentes
La empresa del futuro debe ser
flexible, “se tiene que adaptar a los cambios. Tiene que ser transparente, es
decir, tiene que contar todo de todo, porque deben tratar tanto a los
profesionales internos como a los colaboradores externos como adultos, y a los
adultos hay que contarles y explicarles las cosas, no ocultarles información
como si fueran niños. También tienen que ser innovadoras y para conseguirlo hay
que fomentar la creatividad dentro de la empresa. Y para formentarla hay que
escuchar a todos los stakeholders que pueden ayudarnos a potenciar esa
creatividad”, augura Roca.
" Nuevas relaciones
contractuales
No descubrimos nada si afirmamos
que los cambios normativos siempre van por detrás de los sociales. Y en el
mundo laboral esa afirmación sigue siendo válida.
Como señala Luis Lombardero en
Trabajar en la era digital (LID Editorial Empresarial), con el avance de la
economía digital, “se generalizará el trabajo mercantilizado. Es una nueva
opción devenida o buscada de los trabajadores del conocimiento que asumen un
nuevo rol, que pasa por cambiar la nómina por la factura como modo de ingreso
por producir una determinada cantidad de trabajo, que no tiene por qué ser a
tiempo completo ni para un mismo empleador”.
Todos ganan
Lombardero sostiene que los
colaboradores mercantilizados adquirirán una nueva conciencia de su situación
como entidad mercantil. “Se sustituirá el todos somos empresa, es decir, si le
va bien a la empresa, me va bien a mí, por algo más complejo: soy mi propia
sociedad y si le va bien al ecosistema con el que coopero, me irá bien a mí,
pero también puedo cooperar en otros ecosistemas. Cada colaborador es quien
tiene que asumir la responsabilidad de proveerse de sus competencias para
mantener su competitividad”. Para Lombardero, el reto estará en “cómo gestionar
las relaciones discontinuas con los colaboradores mercantilizados sin contrato
para disponer de sus servicios en la medida necesaria”.
Raquel Roca, autora de Knowmads
(LID Editorial), subraya que la realidad laboral se está transformando
rápidamente, mientras que la legislación va a paso de tortuga. Será necesaria
la aparición de nuevos contratos que se adapten a esta realidad y que no
supongan un abuso para nadie”. Iñaki Ortega, director de Deusto Business School
en Madrid (www.dbs.deusto.es), pronostica que “trabajaremos por proyectos más
que para empresas. Eso es gig economic, y que se puede traducir como ‘trabajo
no estable’. En EE UU, cerca de la mitad de la masa laboral es autónoma o
freelance”.
" Nuevas (o ya no tan
nuevas) profesiones del futuro
El informe del foro económico
Mundial señala que la digitalización de la industria generará más de dos
millones de nuevas ocupaciones –muchas, aún no se han diseñado– relacionadas
con la informática, las matemáticas y la ingeniería. Como advierte Nacho de
Pinedo, CEO del ISDI (www.isdi.education), “es necesario tener conocimientos de
diferentes áreas como marketing digital, tecnología, contenido, diseño y
experiencia de usuario, redes sociales, publicidad digital, buscadores, mobile,
ecommerce, métricas, gestión de CRM o big data”.
De Pinedo destaca puestos como affiliate
marketing manager, chief data officer, chief experience officer, data
analytics, ecommerce manager, growth hacker, paid media manager, search engine
marketing o service design strategist, entre otros.
Raquel Roca, autora de Knowmads.
Los trabajadres del futuro(lid editorial), recopila profesiones más
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