Las lecciones de Donald Trump
No hay nada más chocante que
venga alguien de afuera a decirnos qué hacer. Y aunque no lo veamos así, existe
un mensaje muy importante para México de parte del candidato republicano.
Desde el surgimiento de su
candidatura y frente al ascenso de su popularidad existe la preocupación
fundada de que un eventual gobierno de Trump pudiese imponer algún tipo de
limitante al comercio exterior y a las exportaciones de México a los Estados Unidos
(EU), o a las importaciones de EU en materia energética -en un momento en que
México importa cada vez más gas natural y refinados- o algún impuesto al envío
de remesas de nuestros migrantes al país.
Todo esto mediante el uso de
“órdenes ejecutivas” o decretos presidenciales que, si bien pudieran ser
revocados en instancias superiores en EU, supondrían un revés en el corto plazo
al comercio exterior mexicano. Al mismo tiempo, hemos sido testigos de cómo a
nivel internacional crecen algunas posiciones radicales en cuanto a temas de
integración comercial y apertura al comercio exterior, como lo fue el Brexit en
el Reino Unido o muchas otras candidaturas de oposición que cobran fuerza
alrededor del mundo.
No hay medio de difusión nacional
en el que no se haya hecho una severa crítica a las posiciones política,
migratoria y económica del candidato Trump. Exhaustivamente se han esgrimido
los contrargumentos que muestran cómo sus planteamientos son, a todas luces
descabellados o bien, faltos de lógica a la luz de lo que representa la
relación bilateral para ambos países. Temas de comercio internacional,
integración económica de América del Norte, generación de empleos,
abastecimiento de mano de obra barata en EU, temas de seguridad nacional y
fronteriza, entre otros.
Y qué decir de las críticas e
indignación a la cruzada de Trump contra México, los mexicanos, los
estadounidenses de origen mexicano, la famosísima posición en torno a la
construcción del muro, además del potencial impuesto a las remesas de los trabajadores
ilegales o indocumentados. Todas estas posiciones se han planteado en forma muy
contundente y considero que con mucha razón en la mayoría de los casos.
Más aún, ha habido un escrutinio
nacional muy agudo sobre las posiciones que ha tomado o dejado de tomar el
Gobierno Federal respecto a la candidatura de Trump. La percibida pasividad al
inicio de su campaña política, el crecimiento de su candidatura, la remoción de
Miguel Basáñez como embajador en EU y su efímero paso por esa posición, así
como la visita del mismísimo Trump por invitación del presidente de México y el
repudio nacional e internacional a la misma. Y podría seguir así con la lista
de reacciones y posiciones que ha tomado la opinión pública, la opinión
publicada y la llamada comentocracia al respecto.
Un común denominador de todas ha
sido el vernos en cierta forma como víctimas de la irracionalidad, xenofobia e
ignorancia del candidato Trump, aunque esta pareciera ser una visión muy a
modo. Generalmente, cuando uno mira a determinada situación o circunstancia
desde el punto de vista de ¿porqué ocurre lo que ocurre?, las respuestas
naturales son poco constructivas y poco útiles para alterar el entorno que
vivimos y enfrentar la amenaza que encaramos. Acabamos transfiriendo la
responsabilidad a alguien más por lo que ocurre, o pensando que estamos
equivocados nosotros mismos por lo que pasa.
Nada que podamos hacer
Independientemente de la posición
que tomemos, acabamos sin encontrar algo que nos sirva para hacer una
diferencia al respecto. Y diría más, yendo a un extremo, que caemos en la
auto-descalificación, la invalidación y el hacer equivocado a “todo y todos” en
momentos en los que es necesaria tomar una posición que nos dé poder como país.
Y, para bien o mal, este es justo el espacio que hemos tomado: no hay nada que
podamos nosotros hacer al respecto y no hay nada rescatable -aparentemente- de
esa situación, si no cambiamos el punto de vista o trasfondo desde el cual
vemos las cosas.
Una forma alternativa de
plantearnos las cosas es -en lugar de pensar ¿por qué nos pasa lo que nos
pasa?- alternativamente preguntarnos ¿para qué nos pasa lo que nos pasa? Y si
nos preguntamos ¿para qué Trump está diciendo lo que está diciendo y haciendo
lo que está haciendo respecto a México?, entonces podremos descubrir un mensaje
muy revelador. Y el mensaje es muy claro, tenemos una buena cantidad de años
que nuestra mayor preocupación es la marcha y dinamismo de la economía de EU.
Si bien es natural por la
interdependencia de nuestras economías, también es cierto que nuestro principal
socio comercial ha perdido el dinamismo que tuvo décadas atrás y ya no empuja
tanto como otros años. Esta relación no está funcionando como antes. Nuestra
vocación exportadora y apertura a los mercados internacionales, ya sea desde el
punto de vista del comercio internacional o de los mercados financieros, es una
elección que hemos tomado y no está de ninguna forma a discusión. No me refiero
en absoluto a que esto cambie y sí a la necesidad imperiosa de fortalecernos
internamente. Hay un dicho que dice por allí que para ayudar a otros primero
hay que ayudarse a sí mismo. La fortaleza va de adentro hacia fuera.
Quizá lo que Trump nos está
queriendo decir -siendo generosos en la forma de escucharle y desde un “para
qué dice lo que dice”- es precisamente que es necesario fortalecer internamente
nuestra economía. Aun cuando estamos plenamente integrados a la economía
global, es necesario que contemos con cierta fortaleza interna que nos permita
hacer frente a los vaivenes de la economía internacional, sin que esto implique
renunciar a los beneficios que tenemos del comercio internacional.
Es decir, necesitamos poner otro
motor o más bien, otra turbina a nuestra economía y que ésta sea menos sensible
a condiciones y factores externos. Es innegable que en los últimos años la
inestabilidad de la economía global ha sido mayor y el impacto en el país de
alguna manera se magnifica cuando nos falta fortaleza o resiliencia interna.
Esto no es algo nuevo, ni algo que no se haya dicho antes, y aunque se ha
repetido muchas veces, no es algo a lo que le hayamos prestado atención en el
sentido de tomar acciones concretas y específicas.
En el fondo, y dicho de una forma
muy sencilla, no nos hemos estado escuchando entre nosotros. Se ha hablado por
ejemplo de la necesidad de fortalecer nuestro mercado interno vía el
crecimiento de los sueldos y salarios. Inmediatamente esto se interpreta como
que se busca aumentarlos por decreto y se alega que dependen de la
productividad, lo cual es cierto. Pero en este extremismo tampoco pasa nada en
promedio respecto a la productividad del país. Así que pareciera que queremos
una cosa pero no definimos y seguimos estrategias para elevar la productividad.
Pymes en la cadena de suministro
También se ha hablado de que las
empresas nacionales grandes y las Pymes se integren a la cadena de suministro
de la economía de exportación para que el “efecto multiplicador del comercio
exterior” genere mayor empleo, inversión y encadenamientos hacia otros sectores
de le economía mexicana. De cierta forma se ha propuesto que dejen de estar
aisladas de la economía de exportación. Y no ha pasado gran cosa; no contamos
con ningún programa estructurado, ni serio para preparar e incorporar empresas
a la economía de exportación. Igualmente, se ha dicho que la inversión nacional
debe crecer en México y lo que vemos es que los niveles de inversión públicos
son mínimos.
La inversión extranjera directa
se ha mantenido relativamente estable sin dar un salto significativo en sus
flujos y permanece orientada a sectores de alta rentabilidad que los hace muy
focalizados y no necesariamente incluyentes. Las inversiones privadas
nacionales parecen ir en consonancia con este mercado interno de sueldos y
salarios mínimos. Y qué decir de la seguridad energética y la necesidad de
tener una posición intencional para hacer frente a temas de balanza energética
en condiciones de excepción o de cambio en las políticas de nuestros
principales proveedores. Pues tampoco hay nada al respecto.
Pareciera que, de alguna forma,
nos conectamos al comercio exterior y a los EU con una expectativa de que el
mundo iba a ser así para siempre. Hoy el contexto de nuestros vecinos cambia y
descuidamos fortalecernos internamente con otro motor de crecimiento. La
economía de nuestro principal socio comercial perdió dinamismo y se ha vuelto
evidente, de ahí surge una amenaza como la de Trump que implica alterar -de
alguna forma- el status quo de nuestra relación comercial.
Es una conversación crucial para
México encontrar una forma de fortalecernos internamente más allá de lo que
hemos hecho hasta ahora. Aprovechar las lecciones y el regalo que nos hace
Trump de distinguir el cambio en el contexto de la relación bilateral y el
impacto en nuestro crecimiento depende de nosotros e implica más que
descalificarle y descalificarnos, escuchar para encontrar lo valioso y
revelador del mensaje.
Requerimos cerrar filas en torno
a lo que es importante, dejar nuestras posiciones extremas y actuar en
consecuencia. Quizá no nos guste, pero quien menos esperábamos nos está
haciendo ver importantes recomendaciones.
Jorge Flores Kelly-Líder nato,
MSc., economista, consultor de negocios, creador del portal El Catalista,
mentor de Endeavor, autor del libro México Piensa+. Conferencista en
TEDxCondesaRoma. @MXPiensa+
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