Credibilidad por poder, las
encuestas
FORBES – 24 de noviembre de 2016
Los sondeos preelectorales en
Estados Unidos pasaron de ser una guía de opinión social a herramienta
propagandística electoral.
En el pasado proceso electoral de
los Estados Unidos el mundo se sorprendió del triunfo de Trump pues se tenía
una certeza casi científica del triunfo de Clinton dados los resultados que
sistemáticamente habían ofrecido las encuestadoras en los meses, semanas y días
previos. Lo mismo ocurrió en Inglaterra al debatirse, previo a la votación, el
Brexit. Lo mismo ocurrió en México en la elección presidencial de 2012 cuando
los resultados finales fueron muy distintos a aquellos que se habían publicado
previos al día de la elección.
Después de cada debate, en
Estados Unidos, las encuestas -sobre todo aquellas por internet- que presentaba
el equipo de Trump y que eran levantadas por sitios de ‘dudosa’ reputación al
lado de las grandes cadenas televisivas y diarios siempre dieron por ganador a
Trump. Encuestas levantadas en regiones que, al final del proceso electoral,
resultaron aquellas que más colaboraron con los números que dieron a Trump el
triunfo. Si bien es cierto que el voto popular favoreció a Clinton por más de
un millón y medio de votos, el voto de los colegios electorales -que equilibran
los votos populares en contraste con las zonas de densidad poblacional en donde
se emiten- favoreció a Trump. Las encuestas electrónicas que presento su
equipo, levantadas en zonas de baja densidad poblacional en estados del centro,
el centro/este y el centro/oeste de EU, siempre dieron el triunfo a Trump a
diferencia de aquellas ‘levantadas’ en zonas urbanas por los corporativos profesionales
y de ‘reputación’ que siempre daban a Clinton el triunfo, en algunos casos
pronosticando una ventaja hasta del 90%. Un sistema que estaba diseñado para
evitar que un ‘populista’ sin escrúpulos manipulara los resultados del voto
popular -de ahí el sistema de balances de los colegios electorales-
paradójicamente fue la ruta para que un candidato, en el extremo más aberrante
de la definición ‘populista’ ganara.
Las encuestas dejaron de ser
útiles en la medición de los potenciales resultados de los procesos electorales
cuando se convirtieron en parte de la propaganda electoral. Concebidas como
herramientas -específicamente las encuestas de opinión- para dar orientación,
con base en la información proporcionada por grupos de personas que representan
el mercado objetivo que busca el encuestador a petición del cliente, para la
toma de decisiones en el discurso y dirección de la campaña -sea de productos o
servicios comerciales, o de carácter político-, las encuestas cumplieron su
objetivo, alimentar de información a los estrategas del manejo de la
comunicación, en tanto fueron servicios entregados al cliente para su análisis
y discusión. Dejaron de ser útiles cuando se convirtieron en ‘arma’ de
propaganda de parte de los distintos jugadores provocando el nivel de error que
conlleva la alteración de los criterios de medición -a la hora de redactar la
pregunta, de formularla, de diseñar la muestra, etc- en función de la búsqueda
de un resultado que apoye la propuesta del cliente/candidato, invirtiendo el
proceso de confiabilidad. Es decir: se comenzó a medir la confirmación de que
el mensaje del cliente/candidato fue eficiente, en lugar de medir si acaso fue
eficiente, limitando en la forma de llevar a cabo la encuesta las opciones de
opinión del público, por lo tanto, su aportación a la reflexión de los
mensajes. Las encuestas entonces comenzaron a buscar resultados que sirvan de
respaldo al discurso del cliente/candidato para ser presentadas ante la opinión
pública como elementos de campaña, dando como resultado una pérdida total de la
brújula conceptual del cliente/candidato al perder la retroalimentación genuina
que pudiera servir para sofisticar adecuadamente el discurso.
Esta crisis de credibilidad en
las encuestas es el resultado de distorsionar el objetivo de las mismas. Aún
eficientes en la medición de productos o servicios de consumo -en donde la
información es esencial para la búsqueda de resultados financieros, por lo
tanto la información se maneja neutralmente disminuyendo el nivel de error al
mínimo-, las mismas metodologías aplicadas a las encuestas políticas han sido
víctimas de la corrupción natural que tiene el sistema político -todos los
sistemas políticos- en la búsqueda por el poder, logrando incluso fenómenos tan
concretos como alterar la percepción de la realidad de ciertos sectores de la
población que, en un juego perverso de selección vía los mismos encuestadores
en colaboración con medios que difunden la información activamente, tal y como
ocurrió en Estados Unidos, niegan los datos que no estén de acuerdo con su
convicción política reforzada, paradójicamente, con los datos que encuestas
politizadas y altamente difundidas proveen.
Para lo que ha servido la
experiencia norteamericana con el golpe de realidad que recibimos el 9 de
noviembre, es para reflexionar sobre, entre otros, este fenómeno de las
encuestas diseñadas como propaganda y leer entre líneas los encabezados de
diarios y noticiarios que difunden profusamente el ‘favoritismo’ de la sociedad
por uno u otro candidato. La experiencia debería de servirnos para dudar
automáticamente del medio que difunde la encuesta y del candidato que aparece
beneficiario de la misma. Cualquier encuesta, cualquier candidato.
Luis Gerardo Salas-Creador y
fundador de Rock 101 desde la FM hasta rock101online.mx siempre explorando
nuevas formas de provocacion. En el curriculum dice: Rock Stock, W Radical, y
una lista larga de noches que se convirtieron en mañanas llenas de música. Al
aire todos los días, menos miércoles, de 6 a 8pm.
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