Enfrentando a Trump: Triunfo
sobre el pasado
FORBES- 28 de noviembre de 2016
Basta de que nos maneje el miedo
disfrazado de la lógica de la conveniencia de siempre. Veámonos del tamaño que
somos, sin complejos. Defendamos lo nuestro.
No deja de llamar la atención el
mundo de suposiciones que se hacen frente al triunfo de Trump y el impacto
potencial para México de su administración. En programas de difusión nacional,
en programas premium de análisis o en el programa del noticiario local, abundan
las noticias respecto al futuro que nos depara con Trump. Y quizá por esto
parecería que contamos como ciudadanía con un análisis pormenorizado y
detallado de los escenarios más probables o, al menos, modelados respecto a lo
que puede ocurrir. Pero no es así, a pesar de las múltiples suposiciones y
análisis, lo que priva en los medios es una gran desinformación. Existe un
descontrol absoluto en el que hemos caído en dos extremos que modelan nuestro
pensamiento respecto al tema. El primero es ése ya muy conocido refugio de “hay
que esperar y ver qué pasa” que, si bien tiene algo de sabiduría, no está
reñido en absoluto con explorar potenciales escenarios de lo que podría
ocurrir. El segundo extremo es, ni más ni menos, el miedo como nuestra
principal fuente de raciocinio, de guía, de orientación y de sabiduría para
construir análisis y escenarios.
El miedo se disfraza en forma
lógica y coherente en los análisis con argumentos que nos dicen que una
presidencia de Trump tendría consecuencias inimaginables en el mundo y que
estamos frente al regreso del proteccionismo absoluto. En esta lógica Trump
destruiría a los mismos Estados Unidos (EU). y su economía, con tal de cumplir
sus promesas de campaña. Así, se espera lo peor y lo peor se queda corto,
estamos frente a la posibilidad prácticamente que desaparezca México y hay muy
poco que hacer por decir los más –y ahora se combina con el primer extremo- hay
que sentarnos a esperar. La sensación con la que nos quedamos después de
nuestro recorrido por los medios y sus analistas es que deberíamos hacer una
cosa y la otra, pero en el fondo no hay nada qué se pueda hacer. Es igualmente
inefectivo.
Ahora, si dejamos atrás el miedo
y esa sensación de no poder hacer algo al respecto, es posible ver las cosas
desde otro ángulo y con otra mirada. Quizá la mejor manera es dejar atrás el
drama y el catastrofismo, dejar la victimización desde la que frecuentemente
nos vemos como mexicanos. Esa sensación de que no podemos y que somos demasiado
chicos o insignificantes, o que en realidad estamos inmersos en una relación
asimétrica. Y entonces se abren nuevas oportunidades para tomar acción que no
teníamos antes. Sabemos que la llamada dependencia del TLCAN es en realidad una
interdependencia y que lo que hemos creado en estos últimos 22 años ha sido una
cadena de suministro integrada de manufacturas para América del Norte. La
complejidad de esta relación hace que no sea claro establecer ganadores y
perdedores en un eventual desmantelamiento de la misma. Esta cadena implica que
por cada dólar que se importa de México, hasta 45 centavos son insumos
originalmente estadounidenses, lo que hace vulnerable no sólo a México sino
también a EU y Canadá. De igual manera, es necesario considerar que una gran
mayoría de las empresas que operan como parte de la cadena de suministro
integrada son de origen estadounidense y que cualquier medida que afecte al
TLCAN estará en última instancia afectando también a empresas de nuestro
vecino. Además, cualquier medida proteccionista que encarezca los productos
hechos en México finalmente encarecerá los productos para los consumidores
estadounidenses. Por último, el encarecimiento de los costos de producción en
América del Norte abaratará relativamente los bienes de otros países y serán
productos de otras regiones los que se verán relativamente más competitivos con
sus implicaciones sobre el empleo. Al mismo tiempo, las grandes empresas que
controlan la cadena de suministro de América del Norte, el partido Republicano
y otros grupos, han sido los arquitectos que abiertamente apoyan los tratados
de libre comercio. Así que no estamos en una situación de indefensión total
como se puede pensar desde el miedo y la victimización. Veámonos del tamaño que
somos, sin complejos. Esta es la fuente de nuestro poder.
Trump ha sido claro desde su campaña
acerca de renegociar el TLCAN y, eventualmente, abandonarlo. Sin embargo, por
lo que hemos visto una salida del mismo traería grandes problemas de empleo,
rentabilidad y competitividad para EU. Así que una salida de golpe y unilateral
no es una alternativa que parezca en absoluto viable para nuestro vecino. Lo
que pareciera más probable es que buscara renegociar algunos aspectos selectos
del mismo que trajeran beneficios a EU. y esto requiere que los tres países
estén de acuerdo. Esto automáticamente limita las posibilidades de reabrir en
bloque el TLCAN y abre la oportunidad a negociaciones caso por caso en temas
específicos donde quid pro quo es una condición obligada. Los tres países
tienen puntos específicos en los que les gustaría renegociar.
Por todos es sabido que Trump es
un desarrollador de bienes raíces y en ese sentido es un negociador. Es una
suerte de mercadólogo que les vende sueños a sus clientes respecto a la
residencia u oficinas de sus sueños. Y mucho de lo que está haciendo es ponernos
la presión a nosotros como mexicanos respecto a lo que puede pasar en caso de
una renegociación para ganar una ventaja psicológica. Muchos de lo que está
haciendo es preparar con anticipación los términos de sus propuestas y empezar
por debilitar al enemigo. En este sentido, nos ha puesto la espada de Damocles
psicológica con los 200 días para determinar si sigue o no con NAFTA, con las
amenazas del perfil de los funcionarios que encabezarán su administración, con
su salida del TLCAN y todo este blofeo acerca de lo que hará y no hará. En gran
medida mucho dependerá de nosotros y la posición que tomemos.
Lo que requerimos como país es
tomar una posición digna al respecto. Y por digna me refiero, no como
ofendidos, sino una posición que nos honra como nación y que parte desde captar
nuestro propio poder respecto a las circunstancias que enfrentamos. Que
defiende nuestros intereses, a lo nuestro y a los nuestros. Esto representa
para nosotros como país en obtener un triunfo sobre el pasado, dejar de ser -como
lo hemos sido antes- víctimas porque creemos que no podemos o porque nos
engañamos creyendo que ganamos más siendo condescendientes con el disfraz de la
cómoda conveniencia. Usemos la fuente de nuestro poder. El gobierno de México
tiene que hacer algo, por ejemplo, estar a la altura.
Jorge Flores Kelly-Líder nato,
MSc., economista, consultor de negocios, creador del portal El Catalista,
mentor de Endeavor, autor del libro México Piensa+. Conferencista en
TEDxCondesaRoma.
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