Donald Trump: una mala y muchas
peores
FORBES- 28 de noviembre de 2016
¿Cuáles son los escenarios y
expectativas políticas que nos deparan después de su triunfo? ¿hasta dónde
llegará su extremismo?
El triunfo electoral de Donald
Trump implica no solamente para nuestro país sino para todo el mundo enormes y
complejos problemas. Además de los temas comerciales, migratorios y diplomáticos
que esbozó en su campaña y sobre los que pondrá énfasis desde los primeros días
de su administración, se pone en juego la estabilidad regional, influencia y
liderazgo de los EU, así como el resurgimiento de tendencias peligrosas que se
creían rebasadas, por si fuera poco, su impacto podría ir mucho más allá de una
simple borrachera electoral.
El discurso de campaña hecho
política pública: una de las principales razones por las que Trump gano fue que
supo despertar las emociones negativas, los odios y el desprecio contenidos
entre la población que durante ocho años tuvo que admitir la victoria de Obama
y que la considero una afrenta, una herida profunda en el auto-concepto que
tienen de ser estadounidenses.
Me explico un poco, Trump
enarbola la bandera de la superioridad, el extremismo y radicalismo
ultraconservador que no admite divergencia de razas, preferencias, credos y que
no reconoce ningún derecho fundamental en quienes no pertenecen a este grupo.
Esa parte de la sociedad americana estaba lista para despertar y ahora va a
emerger. Esta victoria llevara a grupos radicales a las calles, los comercios,
los negocios y el servicio público.
Sin una moderación en el
discurso, seguramente habrá cambios en la actitud de las fuerzas militares y
policiacas, menor tolerancia, violaciones recurrentes a los derechos humanos,
acoso y hasta para las oportunidades de negocios surgirá una actitud basada en
la imposición, inequidad y desventaja. No es exageración considerar que la
revitalización de grupos extremistas podría acarrear escuadrones de justicieros
y toda clase de vengadores anónimos.
Trump está integrando un equipo
de trabajo sin visión ni moderación, se articulan por ideologías, intereses,
ambiciones, deseos y egocentrismos. Funcionarios radicales tomarán decisiones
parciales, viscerales y tendenciosas, pueden imponer estilos, comportamientos y
hasta marginar a grupos minoritarios de los programas gubernamentales.
El presupuesto y las acciones de
gobierno se orientarán propagandísticamente y el impacto será brutal en áreas
como la seguridad social, educación, salud y vivienda.
Además de proteccionismo, las
condiciones para pactar pondrán en la mesa el o lo tomas o lo dejas, lo que
tendrá efectos negativos en todos los países que exportan hacia los EU.
Radicalismo sin restricciones: en
una situación casi inédita, Trump cuenta con el Congreso y el Senado dominados
por los Republicanos, peor aún no existe ningún líder político, organización
internacional, asociación civil, medios de comunicación o tratado que pueda
oponérsele con éxito relativo.
Europa, el Vaticano, la OTAN,
Asia, Latinoamérica, ninguno tiene la capacidad de articular intereses, ni
siquiera se percibe interés de Trump por escuchar o sentarse a negociar, su
punto de partida es la imposición y la explotación del adversario.
Para México todo es peor, no hay
una sola fuerza política mayoritaria, con el consenso y legitimidad suficiente
para abordar una agenda estratégica, no hay negociadores ni diplomáticos a la
altura de la circunstancia.
Los pretendientes presidenciales
mueven a la risa en EU, son ínfimos, insignificantes y sin la capacidad ni
talentos necesarios. Ningún partido escapa a la sombra de la corrupción, todos
nadan en la desconfianza ciudadana y la podredumbre.
La única esperanza es que surjan
actores, agentes de cambio y/o grupos locales en EU que puedan contraponerse,
dar moderación, orden y rumbo sin dejarse envolver por la violencia.
Sin embargo, está claro que a
Trump no le importa la crítica, no tiene vinculación con la razón, el dialogo o
el consenso, su ambición lo mueve y es suficiente para imponer y tomar ventaja.
Su cerrazón, terquedad y obstinación son sus activos entre quienes votaron por
él, nada ni nadie los van a cambiar, su triunfo electoral le da la razón, no se
le puede discutir. Ahora se encuentra en el lugar que pretendió y no va a dudar
de incluso usar los recursos a su alcance para minar a sus adversarios.
Una personalidad que se nutre de
un ego tan podrido va a ser difícil de controlar incluso para sí mismo. Una
mentalidad muy lejana de la realidad cotidiana, insensible y soberbia son un
problema serio, no pueden armarse escenarios, tendencias o definiciones. No hay
una guía, referencia o modelo que permita distinguir lo real, lo viable o las
fantochadas. Se cancela la visión de estadista, el orden jurídico y la
perspectiva social. Para la economía mundial y las finanzas vienen años
caóticos, llenos de especulación y más corrupción.
La oferta de Trump incluye tomar
decisiones ejecutivas inmediatas, sin experiencia en el gobierno va a chocar
con la burocracia y seguramente las decisiones se enfocarán en mostrar su
fuerza y dominio. Es obvio que muchos van a sacar una buena tajada de estas
circunstancias, aprovecharán lo que se les ofrece y consolidarán su fuerza e
influencia para exprimir cada minuto en su beneficio.
Nadie discute el derecho soberano
que tienen los americanos para decidir su voto, pero parece que tampoco les
importo el contexto mundial ni las circunstancias ajenas; de alguna manera es
comprensible, para unos la esperanza no llegó, para otros es tiempo de
recuperar la grandeza americana a cualquier costo.
Nadie creyó que fuera posible ver
el retorno del proteccionismo y el conservadurismo en un mundo globalizado,
interconectado y modernizado. Se suponía que la tolerancia, la diversidad y la
integración no tendrían marcha atrás, los siguientes meses van a poner a prueba
todas estas aseveraciones.
Alfredo Paredes-CEO de Capitol Consulting&Communication. Experto
en comunicación estratégica. Consultor y académico internacional. Asesor de
empresas y gobierno.
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