Agenda siglo XXI: 5 puntos críticos
FORBES – 23 de Agosto de 201
Recientemente expertos en
futurología dieron a conocer una serie de escenarios alarmantes casi
irreversibles y que parecen coincidir con la visión apocalíptica del fin del
planeta.
Al margen de mitos y leyendas, el
rigor científico estableció diversas metodologías para crear escenarios
posibles, factibles, sistematizados y congruentes para indagar sobre los
desenlaces de las tendencias actuales. Estos pronósticos y evaluaciones sirven
para establecer las prioridades de políticas públicas, problemática social,
demografía, alimentación, salud y bienestar, así como las medidas preventivas y
acciones de gobierno, financiamiento, diplomacia o colaboración internacional
necesarias al respecto.
Estos son algunos de los puntos
más relevantes sobre los que estos científicos reflexionaron:
Colapso ecológico. El impacto del
ser humano sobre el planeta es irreversible; no solamente el calentamiento
global, la extinción masiva de especies animales y vegetales. La contaminación
de suelos, agua y aire están avanzando mucho más rápido de lo previsto. La
devastación es terrible y sus efectos cada vez más agresivos y graves. Las
zonas muertas en los mares ya son casi 500, los depósitos de basura flotantes
abarcan una extensión mayor a la de EU. Selvas, bosques y un número irracional
de animales se convierten en desperdicio y material inerte por antojos
consumistas. Los contaminantes son cada vez más agresivos, durables y difíciles
de erradicar: químicos, basura electrónica, restos orgánicos, plásticos,
metales pesados y residuos nucleares están presentes en todo lo que ingerimos,
utilizamos y consumimos.
Explosión demográfica. Nada la ha
detenido, la población sigue creciendo a ritmos desbordantes, multiplicándose
con celeridad y acarreando consigo la expansión de los efectos negativos como
contaminación, basura, destrucción del hábitat y sobreexplotación de todo tipo
de recursos. Las instituciones actuales no cuentan con los recursos para
atender las necesidades de una población cambiante. Alimentación inadecuada,
nuevas enfermedades, hacinamiento, violencia, trastornos psicológicos y
mortalidad temprana seguirán aumentando. Entre otros efectos colaterales hay
que mencionar las investigaciones hechas por organizaciones no gubernamentales
que documentan incrementos en los embarazos no deseados, las enfermedades de
transmisión sexual y el impacto de la violencia de género, maltrato infantil,
tráfico de personas, esclavitud y venta de órganos.
Violencia e Inseguridad. Diversos
factores se conjugan para que muchos grupos de vean la violencia como algo
cotidiano. El acoso, la falta de apego a la vida, las tendencias
autodestructivas, el aislamiento y la carencia de valores conforman una “nueva
normalidad”; hay que vivir con celeridad, sin trascendencia, importa el aquí y
ahora, sin apegos ni limitaciones, la energía canaliza a lo inmediato y lo
instantáneo, no hay compromiso ni lealtades permanentes. Aunque se oculten o
maquillen las tasas delincuenciales siguen aumentando y la complejidad del
delito es mayor. La sensación de inseguridad se impone todos los días, la gente
sale y regresa con miedo. La tendencia es que la devoción por el dinero fácil,
la narco-cultura, la moda y la apariencia, éxito sin esfuerzo, irresponsables e
irreverentes con sueños de fama y notoriedad más un estilo de vida cómodo y sin
presiones desperdician la productividad, capacidades, talento y potencial de
generaciones enteras que enfrentarán conductas más extremistas y agresivas.
Corrupción. El mal más extendido
en todas las esferas. Sin referentes morales ni éticos las sociedades avanzan
hacia escenarios de colapso por que se van extinguiendo los liderazgos, los
referentes ejemplares y las formas de conducir la convivencia mana en un ámbito
donde imperen la ley y la justicia. ¿En qué o en quién puede confiar la
ciudadanía? Al debilitarse las instituciones y las normas, se abren los
espacios para que imperen la impunidad, la imposición, la discriminación, la
explotación humana, la extorsión y los abusos. Mientras que los políticos y los
partidos controlan gobiernos al servicio y disposición de los criminales y no
hay castigo que los detenga, la sociedad va perdiendo su capacidad para
enfrentarlos.
Drogas, alcohol y conductas
antisociales. Para consumir algo que le haga daño, el ser humano solo necesita
una excusa. Por felicidad o tristeza; por celebración o luto; por amor o
soledad; por extrañar o por tener cerca a los seres queridos, todo requiere de
agregarle algo que haga más grande la sensibilidad, la emotividad y la duración
de las sensaciones. Desde principios del siglo XX se hablaba del grave problema
que enfrentaban casi todos los países con el alcohol, las drogas y los
trastornos mentales y sociales. El aumento de las tasas generalizadas de
consumo, la innovación tecnológica, la globalización, el stress, la depresión,
la expansión y la diversidad de la oferta han generado una explosión de nuevos
y más frecuentes adictos. El problema no es simple ni puede reducirse a la
lucha policial. Existe una cultura, hábitos y tendencias arraigadas que
refuerzan la presencia de estos problemas y cuya numerología es contundente:
por cada 100 nuevos adictos, solo existe 1 rehabilitado. Las enfermedades
psicológicas son más graves, frecuentes, recurrentes y degenerativas y no hay
espacios, instituciones ni personal especializado suficiente para atenderlas.
Sin duda hay algo que puedes
hacer, no importa la dimensión: contribuye, organízate, aporta, comparte,
reflexiona, invita, muévete, ayuda, cambia, colabora, participa, marca la
diferencia, aquí y ahora no dejes que la tendencia te alcance y te consuma.
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