La destrucción de un país
FORBES – 24 de Agosto de 2017
En el inicio del nuevo siglo se
están desmoronando las normas de convivencia, de seguridad y de política que
cohesionadas daban una lógica de armonía conceptual al país.
En las últimas tres semanas
abordamos los asuntos del fuero, el Instituto Nacional Electoral (INE) y el
tiempo. Tres aspectos que están destruyendo la posibilidad de cambio en nuestro
país en un momento en que las estructuras sociales y políticas lo están
exigiendo naturalmente. Los paradigmas que en el siglo XX funcionaron para
sostener a México, en el inicio del nuevo siglo se han ido desmoronando tirando
literalmente las normas de convivencia, de seguridad y de política que
cohesionadas daban una lógica de armonía conceptual al país.
Con la convivencia gravemente
afectada por el derrame de violencia que generó la guerra contra las drogas
iniciada en 2007, misma guerra que permitió que la corrupción de la
delincuencia organizada penetrara sin ningún freno las estructuras policiacas
y, peor aún, las militares -se habla de que desde 2007 el nivel de deserción ha
llegado a niveles escandalosos-, la política basada en dos frentes, la
discursiva como envío de mensajes a la sociedad civil que pretenden regular la
vida cotidiana de los ciudadanos, y la clientelar, que consiste en comprar
voluntades corporativas, se vio también destruida en su proceder cuando se
rompieron fidelidades disciplinadas en autentica desbandada a favor del activo
que sobresalió como único objetivo de vida: el dinero.
En estos días el Secretario de
Comunicaciones y Transportes compareció ante legisladores y dijo: “Creo que lo
más importante aquí es que no haya un responsable político, es que haya un
culpable si hubo omisiones, si hubo errores, que sean los culpables los que
hagan frente a este tema y no dejar esto resuelto por un sacrificio político”.
Comprendiendo ahora, tras revisar la lista de funcionarios que tienen el
beneficio del fuero, y que el Secretario de Comunicaciones y Transportes es uno
de ellos, entendemos porque el acto -consecuente con una ética profesional- que
debería haber sucedido al momento de descubrirse una obra en mal estado, y que
debió haber sido su renuncia, es un imposible en la mecánica de gobierno
mexicano diseñada para proteger, por encima de la justicia, a los funcionarios
que así, con un manto constitucional de protección que los hace prácticamente
intocables por la ley, encuentran una cero responsabilidad en todas sus
acciones. Sin importar que haya vidas cegadas, o cuantas, como consecuencia
directa de su línea de mando.
El fuero, así, es la herramienta
primordial que garantiza la corrupción del sistema político mexicano pues
provoca que, en este caso como ejemplo típico del problema, el funcionario
busque todos los argumentos posibles que lo mantengan en el cargo para,
precisamente, no hacer frente, ya fuera del cargo, a acusaciones de carácter
civil o penal. Su desesperada búsqueda de argumentos que lo mantengan en el
cargo es, irónicamente, la comprobación de su carga de culpa.
En la semana del 18 de agosto, el
INE aprobó un presupuesto de 6,778 millones de pesos para el financiamiento de
los partidos políticos. “El más alto de la historia que el Estado mexicano
destinará a financiar la política” declaró Lorenzo Córdova, Consejero
Presidente del INE. Dinero que, como consecuencia de la Reforma Electoral de
2007-2008 en la que el monopolio absoluto por parte del Instituto Federal
Electoral, hoy INE, en la distribución de los tiempos en radio y televisión le
resta a los partidos la facultad de contratar tiempos en medios electrónicos
-sin quitarle la parte proporcional que significaría el dinero antes invertido
en publicidad y promoción electrónicas-, se convierte en dinero que busca otro
objetivo de campaña política que, por lo general en los procesos electorales
posteriores a la reforma, ha ido incrementando el volumen de votos directamente
comprados, colaborando así a la corrupción sistemática del orden social.
Sin medios electrónicos en los
que se puedan dar debates, campañas de ida y vuelta, entrevistas para conocer a
los candidatos, sus posturas, sus ideologías y propuestas, los procesos
electorales han incrementado su nivel de clientelismo prácticamente olvidando
la difusión del mensaje político, salvo en uno o dos simulados debates, o una o
dos previamente acordadas entrevistas -auditadas y censuradas por el
inquisitorio INE- que no abonan en nada a la construcción de nuestra
democracia. El presupuesto aprobado, de 6,778 millones de pesos, ‘el más alto
de la historia’ reconocido así, no como una observación critica, cargada de
vergüenza histórica por el Consejero Presidente, sino como una apreciación
admirable, se convierte entonces en recursos que pagarán los estilos de vida,
las maquinarias de compra de conciencias, en la construcción de estructuras
corporativas cuya misión será llegar a ocupar ese puesto que, en el decadente
México político de hoy, es una ‘mina de oro’ rodeada de fuero. Los Consejeros
Electorales también tienen fuero.
Ante esta realidad ejemplar, no
es necesario un sistema anticorrupción que sólo será un instigador de las
formas actuales de corrupción. Si realmente se quiere acabar con la corrupción
se necesita desaparecer el fuero para que los funcionarios sean responsables
directos de su desempeño.
Tampoco hoy es necesario un INE,
como si lo fue en su momento en el cambio de siglo y cuya misión ya se cumplió.
Los partidos y sus candidatos deben de buscar su financiamiento entre
simpatizantes y miembros -sin obligatoriedad, como lo hiciera el PRI a lo largo
de las décadas al financiarse con un porcentaje de los sueldos de burócratas y
funcionarios- y pagarse ellos mismo, vía donativos y aportaciones, sus campañas
electorales usando todos los medios posibles de difusión. Nuestra frágil
estructura social está siendo devorada por la excesiva explotación de sus
recursos a favor de minorías que han asaltado el poder a base de ‘cañonazos de
50,000 pesos’ que así, de cañonazo en cañonazo ha ido reclutando a los perdidos
en el círculo perverso de la pobreza que consideran que así, a base de aceptar
participar en el clientelismo creado por el aparato electoral a partir de la
figura intocable del fuero, recuperan su patrimonio perdido o inexistente en el
laberinto de la competencia por el poder.
Literalmente ahogados por la
compleja estructura de estos conceptos, sin poder ver con claridad que México
podríamos estar vislumbrando ahora, el rompimiento total de la convivencia, de
la seguridad y de la política, es un riesgo que alimenta el ataque
cortoplacista de los involucrados hoy en la conducción del país y sus
instituciones. El ataque a la lógica colectiva que está gritando por
estructuras congruentes con la supervivencia.
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