El crecimiento orgánico de un negocio
FORBES – 23 de agosto de 2017
El crecimiento orgánico de un
negocio es la clave para las compañías que buscan sobrevivir y contemplar el
largo plazo.
Crecer es el anhelo de todo
negocio. El crecimiento tiene implicaciones directas en el negocio y, aunque
parece lo contrario, no siempre son positivas. Crecer sin planeación, en forma
desordenada puede ser la mejor forma de matar la gallina de los huevos de oro.
Impulsar a una compañía a un desarrollo acelerado no siempre tiene los mejores
resultados: podemos sobrecargar la capacidad instalada, desgastar al equipo de
trabajo, prometer imposibles que nos lleven a destruir en vez de construir. Por
lo tanto, un crecimiento orgánico es un salvoconducto de supervivencia y una forma
de evolución sana.
Crecimiento orgánico significa
mirar al futuro con una visión clara, un rumbo definido y las estrategias para
proteger la vida de un negocio. El crecimiento es una de las preocupaciones
centrales en el mundo corporativo y todos quisiéramos tener la fórmula mágica
que traiga como resultado una evolución productiva. El camino del crecimiento
orgánico busca precisamente eso: rentabilizar los resultados a partir de
encontrar las mejores posibilidades que lo sustenten.
No hay fórmulas mágicas, el que
diga que las tiene, seguramente estará mintiendo. Lo que sí existen son
variables que pueden servir de elementos para que cada uno haga su propia
receta. Dicen que nadie aprende en cabeza ajena, pero es cierto que nadie nace
sabiendo, por lo tanto, revisar lo que otros han tenido en cuenta puede ser de
gran utilidad. En la encuesta del mes de agosto hecha por McKinsey se reporta
que el 93% de los encuestados coincidieron en tres parámetros para generar un
crecimiento orgánico:
Investigar e invertir. Las
compañías, independientemente de su tamaño y del número de sus recursos, deben
de saber con precisión cómo asignar sus recursos para conseguir una mejor
rentabilidad. Es necesario detectar cuál estrategia va a redituar mejores
resultados y no apartar de ahí el cuidado y el acento.
Crear y recrear. Se trata de
generar nuevas ideas, lo mismo pueden ser nuevos productos o servicios, aunque
también pueden ser modelos de negocios novedosos. Pensar en reingeniería de
procesos, de cambiar aquello que no está funcionando adecuadamente, reinventar
el producto estrella que ya nadie compra, optimizar los recursos, adaptar las
políticas comerciales, evaluar los precios, las ventas, el mercadeo, la
publicidad. Salir de la zona de confort y ganar perspectiva.
Realizar. Poner manos a la obra.
Después de haber investigado y pasado por el tamiz del análisis y la reflexión
ideas y planes; una vez que ya imaginamos el proyecto puesto de cabeza y
puestos con los pies en la tierra hay que arremangarnos y ponernos a trabajar.
La fórmula propuesta por McKinsey
busca proteger a los negocios de esas grandiosas ideas que, lejos de ayudar al
negocio, le terminan restando vida. Muchos empresarios, en el vértigo de la
toma de decisiones, dejan de decidir sobre una base sustentada y empiezan a
hacerlo en forma apresurada y poco reflexiva. Evidentemente, jugar a los
negocios no es como pegarle a la piñata con los ojos vendados. Hacerlo así,
incrementa las posibilidades de un descalabro.
Las pequeñas y medianas empresas,
especialmente aquellas que han tenido un éxito inmediato son las que deben de
calcular con mucho cuidado su siguiente movimiento. Las disyuntivas más comunes
de crecimiento van en el sentido la línea de productos o el área de influencia.
Es decir, genero más y nuevos productos o abro más puntos de venta en zonas
geográficas a las que aún no se ha llegado.
Sin embargo, antes de pensar en
cuál es el camino por seguir, repetimos la fórmula anterior:
Investigar e Invertir. Una buena
idea es ver cuáles son los acervos con los que cuento para sustentar el
crecimiento. Es necesario revisar el talento con el que ya se cuenta y ver cuál
va a hacer falta. Con esa claridad, destinamos recursos a la línea de
crecimiento que tiene mayores posibilidades. Nos olvidamos de los proyectos que
nos gustan, pero tienen pocas probabilidades, que resultan iniciativas caras o
que tienen flujos de efectivo improductivos.
Crear y recrear. El crecimiento
orgánico busca fórmulas en productos, servicios y modelos de negocios que
aprovechen parte de la infraestructura existente y que respeten la propuesta de
valor del negocio y optimicen las políticas y estrategias que anteriormente
funcionaron bien. Para ello es crucial tener una visión amplia del negocio,
conocer sus operaciones y una distancia crítica que permita ver el todo
completo.
Deberá de ser el resultado
aterrizado de una estrategia. Así como un maratonista debe poner a trabajar
diferentes grupos de músculos para conseguir traspasar la línea de meta, así se
deben de poner en práctica varias estrategias que refuercen las capacidades de
la empresa y la impulsen en forma adecuada.
El crecimiento orgánico se trata
de combinar el entendimiento integral del negocio y las opciones que se
presentan para activar el desarrollo. Un acercamiento cuidadoso que lleve a
entender las implicaciones y los resultados dará una evaluación de las
posibilidades que se presentan. Al final, se trata de crecer y permanecer. No
de crecer, dándole línea a la soga que puede ser el arma mortal para la
empresa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario