En golf y su presencia en los juegos olímpicos
FORBES- 29 de agosto de 2017
Durante la competencia olímpica,
tuve la oportunidad de platicar con Benjamin Silva y Gil Zdanowski, directores
de la prestigiada constructora portuguesa ProGolf.
Uno de los acontecimientos más
importantes en el mes de agosto del año pasado, fue indudablemente el regreso
del golf a las olimpiadas. Dentro de las anécdotas y datos curiosos para
compartir en mi columna, haré énfasis en un tema transcendental y lo que
considero fue una medalla de oro al obtener la certificación GEO en
sustentabilidad del campo de golf olímpico en Rio de Janeiro.
Durante la competencia olímpica,
tuve la oportunidad de platicar con Benjamin Silva y Gil Zdanowski, directores
de la prestigiada constructora portuguesa ProGolf, a quienes tengo la dicha de
conocer desde mis tiempos en Europa. Ellos estuvieron a cargo de la
construcción del diseño de Gil Hanse, un arquitecto sumamente preparado que
vivió parte de su educación en las islas británicas bajo Martin Hawtree,
arquitecto de abolengo y presidente de la firma más antigua del mundo de diseño
de golf. En esta ocasión, fue otorgada esta comisión a un arquitecto
propiamente calificado y me sorprendió que no se lo dieran a una firma de
celebridad. Tanto el COI (Comité Olímpico Internacional) como la FGI
(Federación de Golf Internacional) estaban decididos que el “branding” no era
necesario para este reto sino, requerían de alguien con una buena preparación en
las artes y ciencias de la arquitectura de golf. A raíz de esa racionalidad y
toma de decisión tan acertada, este proyecto estaba destinado a grandes cosas.
El campo de golf olímpico fue
reconocido por su contribución al enaltecimiento del medio ambiente. En parte
debido a la intervención de la reconocida y respetada Organización Ambiental de
Golf (Golf Environmental Organization) de Escocia, liderada por Jonathan Smith
y un gran equipo de calidad mundial. Una organización sin fines de lucro que
certifica la planeación, construcción y manejo de campos de golf. Para mi gusto
y experiencia, la única certificación ecológica seria a nivel mundial.
Esta certificación y
reconocimiento que tardó tres años en lograrse contribuye a la conservación de
la naturaleza tomando en cuenta el impacto social y la eficacia de recursos a
futuro en lo económico y ecológico. En lo personal, me queda claro que sólo
bajo los mejores estándares de calidad mundial en diseño, manejo de obra, construcción
y mantenimiento, se podría lograr tal reconocimiento. GEO comenta en un
artículo reciente que el objetivo fue transformar el terreno degradado en un
santuario para la flora y fauna endémica y, que de ahí fuera operado de tal
manera que diera como resultado un impacto positivo ambiental y social. A esto
le puedo agregar, por si fuera poco, que a partir del mes de septiembre el
campo no tendrá costo alguno para residentes brasileños que aspiren a jugar
este gran deporte.
Como complemento, les comparto
algunas restricciones y consideraciones interesantes que Zdanowski y su equipo
tuvieron que considerar al construir el campo de golf en un terreno tan
sensible:
Solo se permitía usar arenas
locales, no se importó un solo grano de arena. Lo más retador fue cribar la
mezcla de los greens. Se combinaron dos tipos de arenas de la zona usando una
revolvedora de concreto.
El paisajismo es endémico y
trasplantado a mano. Primero se rescataron y se llevaron a un vivero interno
para después trasladar a su nuevo lugar de acuerdo con el diseño. Con el uso de
semillas, se propagaron más de 475 mil plantas alrededor del proyecto de golf.
La forma en el diseño (Moldeo)
del campo de golf sigue las ondulaciones caprichosas y naturales del mismo
terreno y no se implementó ningún tipo de drenaje, todo drena por superficie.
Solo se sembraron 33 hectáreas de
pasto en área jugable incluyendo los 18 hoyos y academia. (Un buen diseño
ecológico consiste de 35 ha aproximadamente de área jugable). En este caso, se
instaló pasto tolerante a la sal tipo paspalum en los greens y zoyzia en los
fairways. (Estos pastos no son muy exigentes en su mantenimiento con relación a
la zona)
Durante el establecimiento y
crecimiento del pasto, no se usó herbicida, toda manifestación de pastos ajenos
fue pepenados a mano.
Más del 80% del personal
involucrado en la construcción fue mando de obra local. Ahora colaboran en el
mantenimiento.
Considerando que el terreno
original no mostraba cobertura vegetal en más del 80% de su superficie, este
acontecimiento es de mucho mérito para Brasil y el mundo nuevo del golf. Como
arquitecto especializado y embajador del diseño sustentable, sería imperdonable
no dar crédito cuando el crédito es más que merecido. ¡Parabens Golfe Olímpico!
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