Prioridad global nuevo patrón
sobre uso de agua
FORBES- 22 de marzo de 2019
A dos décadas de haber iniciado
el milenio en 8 de cada 10 hogares que carecen de agua potable, son las niñas y
las mujeres las encargadas de recorrer enormes distancias para recoger el agua.
La fascinación por el siglo XXI
se generaba en los noventa por la curiosidad que se asomaba con el milenio.
Hablar del 2K no solo acercaba la posibilidad de mirar con la óptica de la
realidad, las fantasías futurísticas de antaño. Los autos voladores, las
videollamadas, los hologramas, los drones, los androides y las guerras por los
recursos eran parte de aquellos paisajes futuros que predecían una posible y a
la vez inimaginable realidad.
Alvin Toffler, autor de la
Tercera Ola, escribió en 1998 Las guerras del futuro e introducía la idea de
que “cuando se estrellan las olas de la historia se enfrentan civilizaciones
enteras”. Como parte de esa misma corriente de futurólogos de finales del siglo
XX, Paul Kennedy ofreció Hacia el siglo XXI, texto en el que se prevenía la crisis
de recursos causada por cambios demográficos y climáticos. Hace poco más de
veinte años, la simple idea de que los patrones bélicos cambiaran en función
del abastecimiento y la demografía eran alarmantes, pero se veían lejanos.
Hoy, ya que el futuro nos ha
alcanzado, las guerras por los recursos parecen ser parte de una posible
realidad a medida que avanza el deterioro ambiental.
Con una apretada agenda de
Objetivos de Desarrollo Sustentable hacia el 2030, la comunidad internacional
busca con ahínco la respuesta de los gobiernos del mundo para no dejar a nadie
atrás. En virtud de los millones de personas alrededor del mundo que hoy,
luchan por ejercer su derecho a tener acceso al agua potable para subsistir.
Dentro del calendario de
awareness days de las Naciones Unidas, se ha designado al 22 de marzo para
fortalecer la conciencia entre todos los actores sociales para desarrollar
acciones que garanticen la disponibilidad y la gestión sostenible del agua, así
como el saneamiento del vital líquido.
Desde 2010, la ONU ha reconocido
el derecho al agua potable y el saneamiento como un derecho humano esencial,
que habilita el ejercicio de otros derechos, pero sobre todo que permite el
disfrute de la vida.
A través de mecanismos
internacionales de cooperación, se ha acordado que es responsabilidad de los
gobiernos disponer de agua suficiente, segura, aceptable, accesible y asequible
para uso personal y doméstico, y dotar de agua para el consumo, el saneamiento,
la colada, la preparación de alimentos y la higiene personal y doméstica. Sin
embargo, la realidad es que, como lo decía Paul Kennedy, el futuro de la
humanidad estará perfilado en las próximas décadas por la escasez de recursos y
el incremento demográfico irreversible en determinadas zonas, sobre todo en las
menos desarrolladas.
Para este 2019, el mundo llega al
Día Mundial del Agua, con más de 2100 millones de personas alrededor del mundo
sin acceso a agua potable, con más de 700 niños menores de cinco años que
mueren diariamente a causa de la diarrea causada por el consumo de agua
insalubre o un precario saneamiento.
A dos décadas de haber iniciado
el milenio en 8 de cada 10 hogares que carecen de agua potable, son las niñas y
las mujeres las encargadas de recorrer enormes distancias para recoger el agua.
Con un mundo polarizado y en
permanente conflicto, más de 68.5 millones de desplazados tienen hoy en día
problemas graves de acceso al agua potable y casi dos tercios de la población
mundial sufre graves periodos de escasez cada año.
El despertar de la conciencia no
puede esperar, si no cambiamos radicalmente los patrones de consumo de agua,
para el 2030 habrá 700 millones de desplazados buscando un refugio no sólo
libre de guerra y devastación, la prioridad será encontrar el acceso regular al
agua potable.
Y para eso, ya solo nos faltan
solo diez años.
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