Sanciones a deportistas afectan
más a la afición
FORBES- 10 de marzo de 2019
Parece necesario abrir la
conversación respecto a sanciones y criterios de aplicación de estas, que
permita construir una justicia deportiva que logre el mejor comportamiento de
los atletas.
Todos sabemos que los deportes
profesionales tienen un efecto motivacional positivo en la participación de jóvenes
en la práctica deportiva. Mientras mayor
relevancia en la sociedad tengan los atletas profesionales como modelos a
seguir, mayor será el efecto positivo logrado en la juventud. En palabras de un
atleta aficionado “ellos establecen el estándar para nosotros, ponen las metas
que intentamos alcanzar diariamente, nos dan la esperanza de ser como ellos”.
Las redes sociales y el internet
han llevado esta admiración por los atletas profesionales más allá de la
competencia, ahora, es posible conocer su estilo de vida y muchos de sus
comportamientos en la sociedad a la que pertenecen, es natural que los jóvenes
aficionados busquen imitarles, en palabras de uno de ellos “es bueno ver a
quienes están al máximo nivel, si llegaron ahí es por una razón, tomar sus experiencias
y ver cómo viven cada día me da la expectativa de llegar a ser como ellos y
jugar al mismo nivel”.
Mientras que los atletas
profesionales pueden motivar a muchas personas, su fama y éxito en ocasiones
conllevan un alto precio; para ellos, ser un modelo a seguir, implica cuidar
cada uno de sus actos y palabras en público puesto que se encuentran en un
escrutinio permanente, son juzgados constantemente y medidos con altos
estándares. Usualmente esta circunstancia no es fácil de asimilar cuando los
atletas profesionales normalmente se encuentran entre los 20 y los 30 años de
edad y generan altos ingresos económicos.
Los medios de comunicación en su
afán de generar espectáculo (rating) no sólo del desarrollo habitual del
deporte, sino también del drama de la vida real de los atletas profesionales,
en ocasiones dan más peso mediático a esto último sobre el desempeño en el
campo de juego. El deporte profesional es en primer lugar un negocio y después
una competencia deportiva, esto significa que hay conductas permitidas para
lograr que el deporte profesional sea espectacular pero que no son las
apropiadas en un sistema deportivo escolar o en un ambiente de vida familiar
que promueve valores y respeto a las reglas.
Una encuesta elaborada por la
Fundación de la Familia Kaiser reveló que los niños encuentran común que los
atletas profesionales a quienes identifican como modelos a seguir, griten a los
árbitros, utilicen lenguaje obsceno y agredan a sus contrincantes.
Las conductas negativas en las
que pueden incurrir los atletas profesionales dentro y fuera de la competencia
deportiva son entre otras las de violencia de género, racial y física; fiestas
excesivas, consumo de alcohol, dopaje; apuestas ilegales, participación en
partidos arreglados; etc.
Hace más de 25 años durante los
juegos olímpicos de Seúl Corea, el velocista Ben Johnson dio positivo por el
uso de esteroides anabólicos y fue sancionado con la prohibición de participar
en competencias por cuatro años. En contraste, en el 2017, Nelson Cruz, jugador
de la liga mayor de beisbol de los estados unidos, fue suspendido por 50
partidos tras un escándalo también de dopaje por el uso de esteroides; un año
después Cruz fue enlistado como jugador abridor en el juego de estrellas de la
MLB y votado como el mejor jugador de su posición por los aficionados;
pareciera que Nelson Cruz pasó de la tragedia a la gloria.
Otras sanciones importantes en el
mundo deportivo recordamos a Latrell Sprewell quien fue elegido en la primera
ronda del “draft” de 1992 de la NBA y fue cuatro veces All Star, miembro del
quinteto ideal de la temporada 93-94, subcampeón con los Knicks en 1999. Sin
embargo, no le recordamos tanto por estos récords sino por el altercado
suscitado el 4 de diciembre de 1997, durante un entrenamiento con su equipo de
la NBA (Warriors). El entrenador Carlesimo le recriminó a gritos los pases que
estaba fallando. El jugador le dijo que no estaba para críticas y que
mantuviera las distancias. Cuando el entrenador se le acercó, Sprewell se fue
hacia él, amenazó con matarle, le agarró por el cuello ahorcándolo por varios
segundos, dejándole una marca visible y lo lanzó al suelo. Veinte minutos
después, tras dejar por fin el entrenamiento, a lo que en principio se había
negado, el jugador le dio un golpe en la cara. En un principio los Warriors le
castigaron con diez días de pérdida de empleo y sueldo (aquel año ganaba 7,67
millones de dólares), pero al comprobar la magnitud del escándalo decidieron
cancelar su contrato de 32 millones de dólares. Sprewell apeló y la sanción del
club quedó en 68 partidos (los que faltaban para el final de la temporada), lo
cual fue anunciado por el Comisionado de la NBA David Stern y representó una
pérdida de 8 millones de dólares de su salario.
En contraste con el caso de
Sprewell, está lo acontecido con el jugador de beisbol de los Orioles de
Baltimore, Roberto Alomar, quien durante el último partido de la temporada de
1996 tras enfrascarse en una discusión con el umpire Hirschbeck, respecto al
tercer strike que éste le había marcado; enardecido y furioso, cuando
Hirschbeck hizo alguna referencia a su origen boricua y a su madre, le espetó
un escupitajo a la cara. Alomar fue suspendido por cinco partidos y tras ser
apelada la sanción por la Asociación de jugadores, se decidió que la suspensión
surtiría efecto hasta la primavera siguiente, permitiéndole a Alomar jugar la
serie de playoffs contra los Indios de Cleveland, donde, en el quinto partido
de dicha serie, en la doceava entrada, Alomar conectó un home run que dio el
avance en los playoffs a los Orioles sobre los Indios.
Las historias de Sprewell y
Altomar son significativas ante el cuestionamiento de cuanto y cuando debemos
sancionar a los jugadores que incurren en conductas violentas, ¿5 partidos por
escupir a un árbitro y 68 por ahorcar a tu entrenador?, ¿estas sanciones
deberán fijarse durante la temporada y no durante las rondas de postemporada
para no afectar el espectáculo?
Han pasado más de 20 años del
escándalo mundial del mordisco en la oreja de Tyson a Holyfield que siete meses
antes le había arrebatado el cinturón mundial de los pesados por nocaut
(técnico). Lo que ocurrió aquel día en el MGM de las Vegas es que Tyson se
había sentido robado en la primera pelea debido a los constantes cabezazos que
Holyfield lanzó, y que no fueron sancionados; la tónica se repitió en los
primeros rounds de aquella noche, lo que provocó que Mike reaccionara de forma
inverosímil en el tercer asalto, justo cuando ambos juntaron sus cabezas Tyson
le arrancó un pedazo de cartílago a Evander con sus dientes, infringiendo una
lesión muy dolorosa; lo hizo frente a una audiencia mundial, situación que
llevó a los jueces a detener la pelea inmediatamente y a declarar a Mike
perdedor, además de que fue suspendido por un año y medio, ésta sanción fue muy
similar a la de Sprewell, con la diferencia que lo sucedido con Latrell fue en
una práctica y lo de Tyson frente al mundo entero!
En la final de la Champions
League del año pasado, el capitán del Real Madrid, el defensa Sergio Ramos,
participó sin ser sancionado personalmente, en una clara falta en contra del
delantero egipcio del Liverpool, Mohamed Salah, lesionándolo y poniendo en riesgo
su participación en la Copa del Mundo; ante esto, los aficionados del Liverpool
iniciaron una campaña con más de 300 mil firmas en redes sociales para pedir
que Ramos fuese sancionado; asimismo, el abogado egipcio Bassem Wahbaa anunció
que demandaría a Sergio Ramos por causar daños físicos y psicológicos al pueblo
egipcio ante la posibilidad de perder a su jugador estrella en el Mundial de
Rusia 2018. Unos meses más tarde Ramos fue reconocido por la UEFA como el mejor
defensor de Europa.
Notamos que no existen criterios
unificados en la parte de sanciones deportivas entre las diferentes
asociaciones o federaciones deportivas. En algunos casos la sanción es fuerte y
excesiva en otros es leve y sin consecuencias.
Kareem Hunt, líder de acarreos de
la NFL en el 2017, fue suspendido y retirado del equipo de los Jefes de Kansas
City tras la aparición de un video en el que se le ve golpeando violentamente a
una mujer de 19 años de edad. La ausencia de Hunt como unos de los mejores
corredores de la NFL en la temporada 2018 fue un factor decisivo que impidió a
los Jefes poder haber llegado al Superbowl. A pesar de ello, el equipo de los
Cafés de Cleveland lo contrató para darle una oportunidad de cambiar y
superarse con la firme intención de ganar el Superbowl 2019.
Este es el caso de una misma liga
donde la sanción se percibe desde dos puntos de vista totalmente diferentes. En
el caso de los jefes de Kansas City fue una falta grave sin excusa alguna
ameritando su expulsión inmediata del equipo y para los Cafés de Cleveland fue
una conducta que no debe afectar la carrera del jugador y puede recibir una
oportunidad de cambiar para bien. A su vez el Comisionado de la liga se vio
envuelto en un tema que si amerita una sanción pero que al final de cuentas debe
mediar entre lo que se va a perder como espectáculo en su liga contra la
posible sanción que se debe imponer. Abra que dar seguimiento a este caso.
En el futbol mexicano, durante el
torneo de invierno del 2017, se suscitaron diversos eventos violentos de jugadores
en contra de los árbitros en partidos oficiales, es el caso de Pablo Aguilar
del América y de Rubens Sambueza del Toluca, quienes, en partidos diversos,
cada uno agredió físicamente al árbitro del encuentro. Inicialmente la Comisión
Disciplinaria de la Federación Mexicana de Futbol (FMF) informó que el jugador
paraguayo del América Pablo Aguilar había sido suspendido por 10 partidos, en
tanto que al argentino Rubens Sambueza, fue inhabilitado por ocho. La
Asociación Mexicana de Árbitros consideró insuficientes las sanciones impuestas
a los jugadores por lo que anunció un paro para la jornada 10 del torneo, mismo
que se llevó a cabo. Tras el paro, la FMF amplió las acciones a un año,
logrando con ello que los silbantes regresaran a las canchas. Posteriormente
estas sanciones fueron apeladas y revertidas al castigo inicial por lo que la
asociación de árbitros lamentó la nula defensa que tuvieron por parte de la
Comisión de árbitros de la Federación.
Cuando un atleta estrella
mantiene una conducta negativa que debe sancionarse, es posible que la sanción
que se le imponga afecte no solo su historial personal y su reputación sino
también la estrategia de su equipo sobre la que se ha empeñado el trabajo de
toda la franquicia, generando a su vez un impacto negativo en la afición que ve
sus expectativas disminuidas. Por ello cabe cuestionarse si la sanción es en
realidad al atleta o a su equipo o a la afición.
Estas situaciones nos invitan a
hacernos algunas preguntas interesantes ¿Estamos siendo blandos o estrictos en
las sanciones?, ¿Cuál debe ser el criterio sancionador a los atletas
profesionales?, ¿qué mensaje se está enviando a los atletas y a los jóvenes que
los siguen? ¿Como perjudica esto a los equipos y a los aficionados?
Sin duda, la existencia de
códigos y tribunales especializados con competencia mundial para estos temas es
un acierto en lo que a justicia deportiva concierne; sin embargo, aún está
pendiente un debate importante respecto a los criterios que permitan sancionar
a los atletas que incurren en comportamientos negativos sin que dicha sanción
afecte a sus equipos y a los aficionados.
Dada la importancia que tiene
para los deportistas estrella los ingresos que perciben de sus patrocinadores,
una posible alternativa es que, en los contratos relativos a su imagen, los
atletas sean acreedores a sanciones financieras significativas en el caso de
que incurran en comportamientos negativos que afecten su posición como modelo
para seguir, a sus equipos o las marcas que patrocinan.
Las ligas profesionales y las
federaciones también podrían considerar imponer sanciones enfocadas a que los
atletas realicen obras sociales en beneficio de la comunidad cuando por la
condición especial del deportista en relación con su entorno, otro tipo de
sanciones pudiera afectar significativamente a su equipo o a la afición.
En todo caso parece necesario
abrir la conversación respecto a los tipos de sanciones y criterios de
aplicación de estas, que nos permita construir una justicia deportiva que logre
el mejor comportamiento posible de los atletas profesionales al tiempo de
garantizar el máximo nivel competitivo de las diversas disciplinas sin afectar
las estrategias de las franquicias ni las expectativas de la afición.
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