Denunciar actos inadecuados, un tema espinoso
FORBES- 28 de marzo de 2019
No se trata de estar metiendo la
nariz en lo que no nos interesa, sino de elevar la voz cuando es necesario, en
temas indicados y hacerlo en una forma adecuada para no tener daños
colaterales.
Una de las peores situaciones
profesionales en las que nos podemos ver involucrados es cuando percibimos que
alguien está actuando en forma indebida. Es un trago amargo el que se tiene que
pasar cuando se observa algo éticamente cuestionable, si te das cuenta de que
alguien no está incluido en una junta importante, o cuando alguien se expresa
con un discurso ofensivo. En fin, si expresar desacuerdo es difícil, denunciar
algo inapropiado es tan fácil como meter toda el agua del mar en un hoyito.
Si bien a todos nos gustaría
pensar que, si vimos algo impropio, elevaríamos la voz en favor de lo correcto,
lo cierto es que somos sorprendentemente malos al anticipar cómo nos sentiremos
en semejantes circunstancias. La verdad es que cuando lo pensamos, tomamos una
actitud ética correcta y cuando lo vivimos, titubeamos y empezamos a dudar. Nos
justificamos y nos damos una serie de razones y la verdad es que puede ser
increíblemente difícil hablar en el momento. De hecho, la mayoría de las
personas tienden a no actuar, y luego racionalizan su inacción.
Pero, lo sabemos, hay una
vocecita interna que nos dice que en realidad no estamos haciendo lo correcto —
ni como un empleado diligente, ni como colega compasivo ni como líder reflexivo
— si no elevamos la voz. Entonces, nos debatimos, ¿qué se puede hacer? El
consejo que Bill W le da a sus seguidores viene muy a cuento. Hay que hacernos
cargo, hay que ponernos frente al espejo y ser honestos con nosotros mismos.
Heidi Grant, psicóloga social que
investiga, escribe y habla sobre la ciencia de la motivación y Khalil Smith,
líder de práctica, diversidad e inclusión en el Instituto de Neuroliderazgo en
UNC-Chapel Hill han estudiado el fenómeno de quienes ven algo inapropiado y sus
reacciones. Lo cierto es que cerrar la boca es cómodo, pero el silencio puede
reventarnos en la cara y traernos más complicaciones o semejar complicidades.
Entonces, ellos recomiendan un método para abordar estos temas.
Primero, hay que darse cuenta de
lo psicológicamente difícil que denunciar una conducta inapropiada puede ser y
entender que vale la pena hablar y no quedarse callado. El dicho es sabio:
tanto peca el que mata a la vaca como el que le jala la pata. Callar nos puede
poner en una situación comprometida.
La investigación que Grant y
Smith hicieron sobre el “optimismo realista” muestra que cuando las personas se
candidatean para hacer cosas difíciles, pero personalmente significativas, es
más probable que sigan adelante si esperan que la tarea sea desafiante. Al hablar,
como en la vida, uno debe apreciar la diferencia entre creer que tendrá éxito y
asumiendo que lo hará fácilmente. Cuando la psicóloga de la Universidad de
Nueva York Gabriele Oettingen estudió a las mujeres en un programa de pérdida
de peso, descubrió que aquellas que pensaban que tendrían éxito perdieron 26
libras más que los que dudan de sí mismas. Sin embargo, aquellas que pensaron
que fácilmente tendrían éxito perdieron 24 libras menos que sus pares más
realistas.
Cuando se trata de denunciar, es
crucial reconocer que no necesariamente se sentirán ganas de hacerlo ya que no
es nada fácil.
En segundo lugar, es preciso
trabajar para disminuir la amenaza social del que denuncia y generar
credibilidad. La motivación social viene en cinco sabores: estatus, certeza,
autonomía, parentesco y equidad. Si bien existen diferencias individuales y
culturales en cuanto a grado y expresión de cada dominio, todo el mundo
necesita una sensación de estima dentro de un grupo, confianza en su
experiencia de vida, libertad de elección, vínculos sociales y reciprocidad.
Juntos forman la moneda común de la interacción interpersonal: las recompensas
y las amenazas que enfrentamos cuando tratamos con otras personas.
Al denunciar a alguien,
cualquiera de estos cinco botones puede ser apachurrado, pero lo más común es
recurrir al orden de la cadena de mando. Así que, es preciso aclarar que no
estás tratando de lastimar a nadie, ni estás necesariamente atribuyendo mala
voluntad a la persona o personas de las que podrías estar hablando. El énfasis
de los comentarios debe de ir en torno al impacto, sin hacer suposiciones sobre
la intención. Esto es imprescindible.
Por ejemplo: “puede que no hayas querido ofender, pero así se percibió
esa broma.” También puedes marcar la relación: “estoy de tu lado y comento esto
porque me parece que es de importancia.”
Y para las personas que valoran la certeza, se debe hacer sus metas
abundantemente claras al comienzo de la conversación. Cuanto mejor conozcas a
una persona, mejor podrás adaptar tu enfoque.
Tercero, haz un plan. Al
denunciar a alguien, lo peor que podemos hacer es improvisar. La incertidumbre
engendra inacción. Cuando te pones en el lugar, no saber qué hacer es una razón
principal para no actuar. Es la diferencia entre pensar “no sé qué hacer” y
“estoy preparado para esto.” De ahí la necesidad de crear un plan. Es relevante
acentuar que los que prevén escenarios y planean resultados tienen un 300% más
de probabilidades que otros de alcanzar sus metas. A pesar de que no es posible
predecir los detalles de cada situación, la creación de un plan de cómo hablar
y las palabras que se seleccionarán al denunciar, puede aumentar
significativamente la probabilidad de que lo haga cuando el momento adecuado y
que quien escucha entienda la situación que se presenta.
Hay que empezar por identificar
de antemano los tipos de situaciones que ocurren en su rol donde puede que
necesite hablar. Por ejemplo, cuando observa que su gerente toma una decisión
basada en información incompleta, o cuando ve una oportunidad para mejorar un
servicio existente, o cuando es testigo de un colega que interrumpe a más
miembros del equipo en las reuniones. A continuación, decida cómo va a manejar
cada uno: ¿tendrá una conversación directa que desafía a otra persona, o tomar
otra ruta? Si decides hablar, hay que imaginar cómo comenzaremos la
conversación. Preparar los pasos es bueno tomar en cuenta todos los escenarios
alternativos, eso que se conoce como plan if-then, es decir: Si veo esto, esto
haré. Y con ese plan, puedes hablar con respeto e impacto.
Cuidado, no se trata de estar
metiendo la nariz en lo que no nos interesa, se trata de elevar la voz cuando
es necesario, en los temas indicados y hacerlo en una forma adecuada para no
tener daños colaterales. Lo que se busca es plantear una solución.
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