Gastos vs. ingresos ¿Dónde está
el punto medio?
FORBES- 7 de mayo de 2018
El dinero ingresa e ingresa de
manera constante pero, ¿parece evaporarse? Sí, hay algo disfuncional. El
desorden financiero en las empresas es una de las constantes más riesgosas.
“Una cosa es tener dinero y otra
ser rico. Para ser rico hay que saber de finanzas, de otro modo el dinero se
evapora”
Francisco Alcaide
Un caos. Generalmente, ése el
estado que guardan las finanzas en las empresas en México, pequeñas y medianas
—familiares en su mayoría, según el Inegi.
El flujo de dinero se administra
a través de esquemas más inclinados a lo subjetivo, o a ciertas costumbres que
reflejan la propia estructura familiar. El rigor en las finanzas es la
principal carencia y afecta en consecuencia, a todas las decisiones que deben
tomarse en un negocio.
Para cortar de raíz la mala
práctica, es necesario el impulso en la profesionalización de las empresas y
generar la información apropiada para tener elecciones acertadas. ¿Cómo? A partir de nuestros propios datos.
Enfrentando las resistencias
El primer paso es afrontar los
vicios en la administración tradicional a los que se ha acostumbrado la empresa
familiar. Es común, por ejemplo, que el manejo financiero esté supeditado a las
decisiones unilaterales de uno de los miembros, que pocas veces se encuentra
capacitado profesionalmente.
Al respecto, la
institucionalización de la empresa se torna fundamental para apoyar la
descentralización de la información financiera. Ésta se debe llevar a la
práctica a través de las determinaciones de los órganos de gobierno corporativo
y la implementación de herramientas como el protocolo familiar —que delimiten
responsabilidades de los miembros—. También, es indispensable que la
administración del dinero sea a partir de información empírica.
A ordenar los números: el estado
de resultados
“La inteligencia resuelve
problemas y produce dinero. Dinero sin inteligencia financiera es dinero que se
pierde rápidamente”.
Robert Kiyosaki
Para saber cómo gastar lo que
tienes debes conocer cuánto posee empresa. Por lo tanto, lo siguiente es
iniciar un registro que genere un estado de resultados. El estado de resultados
es una herramienta esencial para determinar la situación de nuestra empresa; se
trata de un estado financiero básico que incluye todos los movimientos de
dinero que acontecen día a día en la empresa durante un periodo específico (ya
sea anual, mensual o trimestral).
La propia construcción diaria del
estado financiero arrojará variables, y a partir de éstas se podrá conocer, por
ejemplo, con cuánta liquidez se cuenta para saldar los pasivos a corto plazo.
La meta: la rentabilidad
“Si quieres ser rico no aprendas
solamente a saber cómo se gana, sino también cómo se invierte”.
Benjamín Franklin
Una vez que se obtenga la
información de las finanzas a través del estado financiero, lo siguiente es
interpretarla para darle utilidad. Es decir, entender cómo conciliar el dinero
entrante con los egresos y establecer con cuánto dinero se dispone para gastar
en el propio negocio para obtener más ganancias a largo plazo.
Ya que producir tiene un costo,
hay que garantizar de las ventas, el porcentaje necesario para cubrir todos
esos gastos imponderables sin los cuales es imposible fabricar los productos o
generar los servicios de la empresa: insumos, mano de obra, gastos relativos a
la maquinaria.
Al restar estos costos de los
ingresos se obtiene el margen de beneficio bruto. Sólo conociendo esta cantidad
es posible tomar decisiones de mediano y largo plazo en relación a qué tanto es
posible gastar en rentas, seguros o bienes de la empresa: la rentabilidad
operativa.
En este punto se encuentra el
equilibrio fundamental para armonizar los números de la empresa: para conocer
cuánto es viable retornar al negocio, hay que garantizar la cobertura de los pasivos
a corto plazo y medir si cada inversión está significando un ingreso.
La información financiera debe
fortalecerse por parte de la familia propietaria, apoyándose en los
instrumentos del gobierno corporativo y asumir un compromiso por abonar a la rentabilidad
operativa por encima de las ganancias inmediatas, para definir a largo plazo
una condición exitosa. Al final, lo que se logrará será la sustentabilidad y
consolidación de la empresa.
O dicho de otro modo, en palabras
de Dave Ramsey: “Construir riqueza es un maratón, no una carrera”.
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