Riesgos de fraude electrónico en
el e-commerce
FORBES- 28 de mayo de 2018
Las instituciones financieras
mexicanas y la Condusef han trabajado fuertemente para que estos fraudes
cibernéticos no afecten a los usuarios que se ven envueltos en estas
actividades ilegales.
El increíble aumento en el uso de
los servicios financieros y comercio electrónico en el mundo lamentablemente
está acompañado del aumento exponencial de los fraudes en contra de los
consumidores y también de muchas empresas que quedan atrapadas en medio de los
defraudadores y los usuarios de estos servicios.
La Comisión Nacional para la
Protección y Defensa de los Usuarios de los Servicios Financieros (Condusef)
reportó que en 2017 crecieron los fraudes cibernéticos en 102% con un daño
patrimonial calculado en 4 mil 331 millones de pesos. Apenas este mes
presenciamos importantes ataques en contra de instituciones bancarias públicas
y privadas que hackearon el Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios (SPEI)
con un costo aproximado del fraude de al menos 300 millones de pesos.
Las instituciones financieras
mexicanas y la Condusef han trabajado fuertemente para que estos fraudes
cibernéticos no afecten a los usuarios que se ven envueltos en estas
actividades ilegales. Se estima que el 93% de los fraudes cibernéticos se
resolvieron a favor de los usuarios. Sin embargo, el costo del fraude lo
absorben en su mayoría las empresas que fueron utilizadas, los propios bancos y
al final del día también los usuarios que pagan comisiones y seguros que
protegen su dinero.
Cuando se efectúa un fraude
cibernético por suplantación de identidad alguien tiene que perder. El gran
perdedor resulta ser la empresa de servicio o producto en cuestión. Esto se
debe a que los fraudes se manifiestan a través de contracargos, los cuales son
reclamos de parte de un cliente ante la institución financiera referente a un
cargo que no reconoce, no autorizó, no recibió los bienes o servicios que
adquirió, el tarjetahabiente afirma que éstos no coinciden con lo ofrecido.
Esto normalmente resulta en la devolución del monto a los tarjetahabientes. El
año pasado se calcula que se efectuaron 260 mil contracargos de tarjetas de
crédito por el terrible monto de 369 mil 531 millones de pesos.
Las pequeñas empresas afectadas
por los sobrecargos generados por fraudes sufren daños económicos que impactan
directamente en la solvencia del negocio, lo cual los pone en riesgo de
sobrevivir. Para las empresas grandes el daño es en contra de su buena imagen y
reputación (denominado riesgo “reputacional”). La repetición de estos delitos
es tan grande que pierden la confianza de sus consumidores además de que las
pérdidas económicas no dejan de golpear su capital.
Las variantes de los ciberdelitos
también incluyen acciones directas contra personas que son engañadas para
transferir dinero de sus cuentas a otras de estafadores que las engañan de
múltiples maneras. Esta variante de la delincuencia organizada transnacional
también conocida como WTF (Wired Transfer Fraud) es global y en el caso de Estados
Unidos se están levantado alertas para sus consumidores en contra de
estafadores provenientes principalmente de Canadá, Ghana, México, Nigeria,
Perú, España y Ucrania.
El fraude en el comercio
electrónico es un problema que seguirá en aumento si no se mejoran
sustancialmente las acciones preventivas que mejoren la efectividad de las
medidas de seguridad y verificación de identidades en las operaciones
electrónicas. Tales soluciones derivan de una optimización en las herramientas
verificadoras de identidad de los usuarios y de la colaboración entre los
jugadores del ecosistema para detener en tiempo y forma el delito.
Existe una medida de prevención
de fraudes llamada Know Your Client (KYC), que consiste en verificar
información adicional de los clientes para tener mayor certidumbre de que una
operación es legítima. Esta práctica puede ser tan básica como la copia de una
identificación oficial o una foto parcial del estado de cuenta, pero también
puede ser tan sofisticada como la implementación de soluciones que ayudan con
la administración y filtrado de grandes volúmenes de datos utilizando
tecnología como el Big Data. El análisis de una gran cantidad de datos e
información permite realizar análisis complejos de comportamiento de clientes o
de identificación de los mismos.
Además, existen soluciones
tecnológicas que permiten validar, a través de la toma de una imagen desde un
teléfono móvil, tableta o una computadora, con más de 50 pruebas si una
identificación es legítima o no. También la tecnología pone a disposición
métodos de reconocimientos biométricos que actualmente están siendo adaptados
al mercado en línea, y los sofisticados métodos como la generación de
contraseña de uso único (One Time Password u OTP). La adopción de estas
herramientas es vital para reducir los efectos del fraude en el comercio
electrónico y los contracargos que generan.
Si bien es cierto que el comercio
electrónico se ha visto asediado por el fraude y robo de identidad, no cabe
duda que es responsabilidad de los ofertantes en ese ecosistema ser
profesionales a la hora de vender un producto o brindar un servicio en línea.
En este sentido, siempre que se quiera incursionar en ese tipo de operaciones,
se debe tener plena conciencia de los riesgos que se corren e implementar las medidas
necesarias para conocer con quién hacemos negocios. De este modo colaboraremos
a evitar que el fraude continúe creciendo y construimos un mejor camino para el
crecimiento del comercio electrónico.
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