Mediocridad, negociación, tiempo y resultado
FORBES- 13 de jun. de 19
Un recurso que las organizaciones deben tener,
son buenos negociadores. En una cultura en donde abunda la mediocridad es más
fácil tener compradores de sueños que negociadores.
Negociación. Empezaré por decir algo: la
inclusión de habilidades “soft” y sociales en el sistema educativo, es lo que
hará que en el futuro tengamos como sociedad buenos negociadores. Entre esas
“habilidades suaves” se encuentra la empatía, y que además es capaz de ver por
un bien común superior en el tiempo.
Dicho lo anterior, parto de que estamos de
acuerdo que México es un país con gran riqueza cultural. Esta cultura mágica y
mística, también tiene añadidos extremos, por ejemplo, grandes inventores y
muchos conformistas. Hoy quiero justamente tocar el tema de la cultura del
conformismo.
Me confieso que en ocasiones me dan ganas de
darle una zangoloteada a varios funcionarios y empleados de TODOS los niveles.
Supera mi tolerancia la cultura del más o menos, mediocre, y/o el “ahí se va”.
A esa cultura de mediocridad, hay que agregarle
los momentos políticos locales, regionales y globales, y que queremos salir
bien librados. ¿Lo mencioné? El sistema educativo actual, enseña nada de
empatía, o habilidades suaves. En un mundo en el que hay que negociar todo, y
todo el tiempo. ¿Cómo es posible que tenemos muy pocos buenos negociadores?
¿Cómo es posible que cada uno de nosotros no sea el mejor negociador que puede
ser?
El buen negociador, lo veo a diferencia del
líder del Norte, como aquella persona que es capaz de sacar un acuerdo adelante
en beneficio de ambas partes, sin querer mostrarse como aplastante o buleador
ante todos, para ser temido en vez de respetado. Es aquél que no necesita de
dinero para comprar a alguien porque tiene la capacidad para llegar a un
entendimiento. Negociar empieza por escuchar, sigue con escuchar, y termina con
escuchar.
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habilidades del futuro
Ningún planteamiento es suficiente, ni bueno,
sino se entiende de entrada la contra parte, y se detecta lo que estarían
dispuestos a ceder. Lo anterior se logra… escuchando. Es muy obvio me dirán
muchos. Pero no, no lo es a “la hora de la verdad”.
Mi tema empieza por las personas de forma
individual, y la familia. Si aprendemos que para negociar se necesita chantaje,
o la fuerza bruta, o privarte de algo, de la misma forma buscarás negociar con
empleados, proveedores e inclusive socios.
El siguiente grupo en el que se puede influir,
es hacia el interior de las organizaciones. Nosotros muchas veces empujamos con
poca consciencia esa cultura mediocre que acepta en vez negociadores,
compradores de sueños. Porque inclusive, si lo vemos a nivel de ventas en una
organización y “el bono” se paga con mucha frecuencia trimestralmente, y por
tanto lo que promovemos es la cultura de la inmediatez. La inmediatez sin estar
peleada con calidad o trascendencia, parte sí de un motivador distinto y es el
poco tiempo.
Sin buenos negociadores, tener poco tiempo para
sacar adelante un acuerdo, la diferencia está en ceder vs. otorgar.
En las organizaciones contratamos, unos más que
otros, mediocres que nos escupe el sistema educativo, que se conforman con el
bono, en vez de EL BONO, que se conforman con el pago a tiempo, en vez de la
trascendencia. Y aplica a todas las áreas de la organización y todo tipo de
organizaciones.
Probablemente lo que puede variar es el tiempo
y lo que cada organización por su giro entiende por corto, mediano y largo
plazo.
Si nosotros, aceptamos que nuestros equipos
entreguen planes y propuestas “más o menos” bien, que “más o menos” el área de
RH lleve a cabo la capacitación o el reclutamiento, o que el área de finanzas o
legal “más o menos” se mantenga en línea con los estándares e ideales
corporativos, el primer mediocre somos nosotros mismos.
Lee ahora: Cuando los premios sirven como un
desincentivo
En dónde se privilegia la presión por el
resultado inmediato, aunado a la nula experiencia a negociar, en vez de la
permanencia y trascendencia… adivinaste, el problema somos cada uno de nosotros
que lo permitimos y aprendemos a vivir con ello.
La presión sin duda es en necesaria, pero por
ningún motivo debe comprometer la calidad de la negociación y la permanencia
positiva del resultado en el tiempo.
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