Trump vs.
Huawei, la verdadera batalla es la 5G
FORBES- 4 de jun. de 19
Las medidas del presidente de Estados Unidos
contra la empresa china Huawei no son un tema nuevo. Vale la pena entender el
conflicto, pues cambiará los servicios que reciben los usuarios.
En mayo de
2018, la administración Trump emitió una orden ejecutiva aduciendo motivos de
seguridad nacional para prohibir la contratación de proveedores tecnológicos
extranjeros por parte del gobierno. También colocó a Huawei en la “lista
negra”, lo que le prohíbe vender productos en territorio estadounidense e
impide a las tecnológicas suministrarle semiconductores, claves para su
negocio.
La decisión
coincide con el enfriamiento de las negociaciones para terminar con la guerra
comercial EU-China, pero la medida debe tomar a pocos por sorpresa. Entre las
batallas del gobierno estadounidense contra Huawei se encuentran las
siguientes:
Reguladores
bloquearon que Huawei comprara las empresas de servidores de redes 3Com en 2010
y 3Leaf en 2011.
En 2012, un
reporte del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes argumentó que
compañías como Huawei y ZTE podrían instalar “implantes maliciosos” en EU.
Desde entonces, la administración Obama recomendó al gobierno no comprar
equipos Huawei.
En 2017, el
gobierno chino aprobó la Ley Nacional de Inteligencia, que indica que las
organizaciones y ciudadanos chinos deben apoyar, cooperar y colaborar con el
trabajo nacional de inteligencia. Esto escaló la preocupación de que el
gobierno chino podría pedir incorporar “puertas traseras” en los equipos Huawei
para accesar, sabotear o espiar. Huawei siempre ha negado esta acusación.
En febrero de
2018, oficiales de inteligencia estadounidense alertaron en contra de la compra
de teléfonos Huawei y en abril, el Pentágono prohibió la venta de productos de
la empresa en bases militares.
En agosto,
Trump firmó una ley que prohibió por dos años el uso de tecnologías de Huawei y
ZTE por parte del gobierno estadounidense.
En noviembre,
el fiscal general lanzó la Iniciativa sobre China, una estrategia para limitar
la expansión china y sus amenazas a la seguridad nacional estadounidense.
En diciembre,
autoridades canadienses detuvieron a Meng Wanzhou, CFO e hija del dueño de
Huawei, por petición del gobierno de EU. Wanzhou sigue cautiva a la fecha.
En enero de
2019, el Departamento de Justicia acusó a la compañía de violar
sistemáticamente sanciones contra Irán y robar secretos industriales de
T-Mobile.
A lo largo
del año, el gobierno estadounidense ha presionado a sus aliados para que
abandonen a Huawei. Al momento, Australia prohibió la compra de equipos 5G, y
Nueva Zelanda canceló una puja para proponer la red 5G, mientras que Reino
Unido, Japón y Canadá anunciaron revisiones de seguridad.
En mayo,
luego de la orden ejecutiva de Trump, empresas como Google, Qualcomm, Intel,
Panasonic y Vodafone modificaron su relación comercial y hasta rompieron
vínculos con Huawei.
Las medidas
de la administración Trump trajeron consecuencias negativas para Huawei, entre
las que destacan una caída en la bolsa de valores, un severo golpe a la marca
comercial y una desvalorización importante en el mercado de intercambio y
reventa. La compañía aseveró que seguiría proveyendo de actualizaciones de
seguridad, se enfocaría en mejorar su oferta de valor habitual y que tendría
pronto listo un sistema operativo propio. Interesantemente, en China, el
bloqueo desató un sentir nacionalista por el que algunos chinos que tenían
teléfonos de Apple compraron un teléfono Huawei.
Vale la pena
recordar el corazón del conflicto: EU y otros países de occidente desconfían de
la ascendente China, especialmente en tecnología, seguridad nacional y
políticas tanto económicas como comerciales. Sin embargo, es importante
subrayar que, EU aún no ha presentado pruebas contundentes contra la empresa.
Históricamente, lo más cercano a ello es la copia que aceptó Huawei en 2003 de
un código de Cisco y la acusación en 2018 de la Unión Africana de encontrar
datos comprometidos en su corporativo en Etiopía.
Las cartas
fuertes de Huawei
Huawei no es
una empresa cualquiera, sino uno de los campeones tecnológicos chinos. No será
sencillo detener a la compañía solo con estas medidas, ya que tiene las
siguientes cartas por jugar:
Costos: La
estrategia de bajo costo de Huawei la vuelve un proveedor irresistible para
muchos países del mundo. Su penetración de mercado actual —tercer fabricante
mundial de smartphones en 2018— y su integración con muchas industrias vuelven
muy complicado que una restricción nulifique a Huawei. Más aún, la prohibición
incrementará los costos de la industria en el corto y mediano plazo.
Áreas
rurales: La estructura de telecomunicaciones en EU depende mucho de Huawei,
debido a que es un proveedor muy barato de equipo de transmisión y de
smartphones. En la práctica, es indispensable para lograr cobertura en zonas
rurales.
Cadenas de
valor: Huawei también participa en otras cadenas de valor como infraestructura,
equipo electrónico y otros componentes de redes.
Buenas
relaciones: Huawei tiene cerrados convenios y programas piloto con países de
África y de Europa, especialmente en materia de 5G. La prohibición de parte de
EU polarizará a los diferentes bloques geopolíticos; algunos perciben a Huawei
como rival mientras que otros no la ven como amenaza, o hasta la consideran un
socio estratégico.
Terreno
legal: Huawei ha aumentado de forma relevante su gasto en abogados y cabilderos
en los últimos años, por lo que están listos para dar batalla en las cortes
estadounidenses.
Conclusiones
La persona de
a pie identifica a Huawei más por su negocio de smartphones —su negocio más
rentable— que por el de redes, lo que ha causado confusión sobre posibles
afectaciones. En México, hay más de 10.1 millones de teléfonos Huawei, por lo
que el caso les podría afectar a los usuarios próximamente: ¿será que ya no
puedan actualizar aplicaciones populares? ¿Se volverá Huawei un proveedor de
plataformas?
Las
implicaciones globales son mayores. El movimiento incrementó la dependencia de
Huawei del gobierno chino. La empresa tiene que actuar rápidamente para evitar
una estampida de clientes. Asimismo, existe el riesgo de que la disputa
contagie a otras industrias, afectando a empresas que venden y/o manufacturan
en China.
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