A 30 años que nos dice la Plaza de Tiananmen
FORBES- 7 de jun. de 19
1989 resultó un año central y sobre todo en lo
que se refiere a los países del socialismo real, ya que se derrumbó el muro de
Berlín (noviembre) y aquello fue como un castillo de naipes.
Hace 30 años, una movilización estudiantil
conmovió a China e impactó al mundo entero, porque mostró las grietas del
gigante asiático y la voluntad de hierro de sus élites para apagar cualquier
inconformidad.
La Plaza de Tiananmen es precisamente recordada
por los cientos de muertos que significó la irrupción del Ejército, el 4 de
junio, para terminar con un mes y medio de reclamos de “transparencia y
libertad”.
Se rompieron protocolos y se actuó con una
enorme frialdad, que logró desactivar a los sectores más liberales del Partido
Comunista y que llevó a la cárcel y al exilio muchos intelectuales.
Liu Xiaobo, quien con el tiempo obtendría el
premio Nobel de la paz, fue arrestado y desde entonces pasó grandes periodos de
tiempo en las cárceles del régimen chino, acusado de las más diversas
conspiraciones.
Yu Shuo, antropóloga refugiada en Francia, recordaba
y se lamentaba en una entrevista con “Libération”, que aquella jornada
sangrienta, en la confusión, se encontró al poeta Xiaobo, quien le dijo que
había olvidado su saco, con el pasaporte, un billete de avión a Estados Unidos
y 3 mil dólares, en una de las tiendas de campaña y que fue imposible
recuperarlo. Triste, se pregunta: “¿Si yo hubiera recobrado su saco, habría
cambiado algo su suerte?” Xiaobo murió en prisión en 2017.
Por ello, Shuo señala que la efeméride debe
servir para reivindicar a quienes hablaron con la verdad y para liberar a los
presos de conciencia y a los que fueron internados en campos de “reeducación”.
No será sencillo, porque en China no impera la libertad y los controles sobre
los pensamientos son estrictos.
Tiananmen es vista, inclusive, como una salida
lógica que “inmunizó a China contra las turbulencias.”
1989 resultó un año central y sobre todo en lo
que se refiere a los países del socialismo real, ya que se derrumbó el muro de
Berlín (noviembre) y aquello fue como un castillo de naipes que terminaría,
inclusive, con la disolución de la Unión Soviética.
En julio se celebró el bicentenario de la
Revolución Francesa, y los cientos de invitados en París, los hombres y mujeres
más poderosos del mundo, no supieron, que estaban ante el inicio de una nueva
época. Vendría un momento de avance de la democracia liberal y parecía que al
menos occidente entraba en un periodo largo de estabilidad y tranquilidad.
La Guerra Fría entraba en su agonía, pero la
historia no se detiene y tres décadas después se enfrentan nuevos peligros para
la libertad, mientras China resiste, a un precio que pagan, día con día,
quienes desde dentro de la vieja muralla se atreven a exigir libertades.
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