Continuidad,
prioridad en empresas familiares
FORBES- 24 de jun. de 19
A la voz de las ventanas de oportunidad se
abren una sola vez y hay que aprovecharlas antes de que otros tomen ventaja,
muchos empresarios se entusiasmaron y empezaron a operar.
México no es la excepción, tenemos que buscar y
preservar la continuidad de las empresas familiares. Lamentablemente la gran
mayoría de los negocios de familia en el país desaparecen por la falta de un
plan de continuidad, aunque estas lleven más de tres décadas en el mercado. El
problema tiende a la tragedia, pero se puede resolver si ponemos atención y
llevamos a cabo un plan.
Estamos acostumbrados a evaluar a las empresas
por sus parámetros de eficiencia, rentabilidad, desempeño, liquidez,
apalancamiento e incluso, por sus factores de crecimiento. Buscamos calibrar
nuestras herramientas de análisis con los planes y estrategias que nos permitan
pronosticar los mejores escenarios, los resultados más óptimos y las ganancias
más jugosas. Sin embargo, en afán de poner la mirada en los objetivos más
altos, hemos dejado de ver las amenazas que podrían parar el negocio y acabar
con él: por fijar los ojos en la cima, nos tropezamos con el hoyo que tenemos a
un lado.
En los últimos tiempos hemos sido bombardeados
por teorías administrativas que nos impulsan a entrar a la arena de los
negocios sin mucha reflexión. Nos dicen que, si esperamos mucho para tomar la
decisión perfecta, jamás nos atreveremos a mover las piezas y traer a la
realidad una gran idea. Es verdad, el exceso planeación lleva a la inacción,
pero esto nos ha llevado al otro extremo, en el que los planes y los programas
han sido borrados del mapa, donde la previsión suena a parálisis y la rentabilidad
es la reina ante la cual sucumben todos los demás índices. Este es uno de los
riesgos que han seducido también a las empresas familiares. Pensar que sin
planear se puede sobrevivir y así se aumenta el riesgo de perder el patrimonio.
Muchos ingredientes se mezclaron para llegar a
la euforia de la inmediatez empresarial. Por un lado, los buenos resultados de
muchas empresas en internet que iniciaron operaciones, casi sin capital, y
reportaron ganancias extraordinarias de inmediato. También la escasez de
empleos y la dificultad para encontrar trabajos bien remunerados, impulsó el
rol de emprendedor. A la voz de las ventanas de oportunidad se abren una sola
vez y hay que aprovecharlas antes de que otros tomen ventaja, muchos
empresarios se entusiasmaron y empezaron a operar. Así han nacido muchas
empresas familiares.
En efecto, hay ocasiones en que no hay más
remedio que iniciar actividades y ya sobre la marcha acomodar las cosas. El
problema fue que muchas de estas empresas se aventaron al ruedo y luego se
olvidaron ordenar. En el vértigo de salir al mercado, dejaron en el tintero uno
de los principales objetivos que debe tener toda organización: la continuidad.
Gran cantidad de empresas se regodearon en las glorias del éxito y no se
detuvieron a reflexionar. Olvidaron cuál era su razón de ser, qué procesos
integraban su cadena de valor y en dónde se encontraban sus eslabones más
débiles. Los que creyeron en las teorías enfocadas en las fortalezas y dejaron
de lado oportunidades, riesgos y debilidades, han tenido fuertes descalabros.
Las quiebras no se han hecho esperar.
Por ello, hoy existe una fuerte tendencia a
enfocarse en la continuidad del negocio. Especialmente, si hablamos de empresas
familiares que son el tipo de unidad empresarial que tiene mayores riesgos de
supervivencia. Las nuevas corrientes de teoría administrativa acentúan la
importancia de cuidar las condiciones que permiten a una empresa seguir con sus
operaciones, así como evaluar aquellas circunstancias que pueden poner en
riesgo su marcha saludable. El primer paso será iniciar un proceso de análisis.
Se evaluarán los puntos de vulnerabilidad de la empresa, así como el impacto y
la probabilidad de que una disrupción afecte a la compañía. Una vez obtenido
este informe, la compañía tiene la capacidad de clasificar los procesos de
negocio en función de su criticidad y lo que es más importante: establecer la
prioridad de recuperación.
A partir de que se conocen los puntos de mayor
vulnerabilidad y afectación de la empresa, se genera un plan de continuidad. En
el eventual caso de que un suceso disruptivo trastoque la actividad
preponderante, se generarán estrategias de emergencia que operarán hasta el
momento en que la compañía vuelva a un estado de normalidad. Es decir, cuando
se reestablezcan las condiciones anteriores a la disrupción. Podrá parecer un tema
sencillo, pensar en la continuidad de la empresa implica mirar de cerca las
vivencias y situaciones que tienen los empresarios con sus negocios. Se abre
todo un universo de posibilidades para no lograr la continuidad en el negocio,
cuando no se planea.
Los planes de continuidad de negocio son un
estupendo ejercicio de reflexión, lo mismo para empresas grandes que para las
chicas. Son un punto álgido para negocios familiares y también representan una
gran oportunidad y una tablita de salvación para la continuidad. Se trata de
poner atención en la parte más delgada de la cuerda para fortalecerla y que no
se reviente. Es, bajo cualquier circunstancia, estar en control.
Hay que reservar un tiempo para reflexionar
sobre el futuro que se desea para la empresa y la familia. Decidir darse el
espacio para elaborar el plan de continuidad para su negocio, ya que al final
no solo ellos pierden sino también muchas familias que dependen de estas
empresas y entre los que se encuentran los empleados, proveedores y clientes.
Por años hemos calibrado nuestras herramientas
de análisis para visualizar los mejores escenarios. Con el cambio vienen nuevas
tendencias: es tiempo de planear para la crisis y así asegurar la continuidad
del negocio.
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