A 10 años del marketing programático
FORBES- 22 de noviembre de
2017
La tecnología programática ha
mejorado los resultados de negocio y ha transformado las campañas digitales.
Sin embargo, hoy aún nos sorprenden viejas prácticas; aquí un recuento.
Hace ya una década que se creó la
primera plataforma de marketing programático. A quienes tenemos muchos años en
la industria, a veces se nos olvidan todos los usos y costumbres que han
cambiado a partir de ello, así como fácil pasamos por alto los actos
cotidianos; por ejemplo, habría que recordar que alguna vez nos comunicamos por
otros medios que no eran WhatsApp.
Hay incluso a quienes no sólo se
les olvida, sino que se resisten al cambio: anunciantes que siguen haciendo
requerimientos con reglas del pasado, como si su objetivo fuera hacer una
“de-evolución” de los procesos que gracias a la tecnología ahora son más
eficientes.
A continuación, daré seis casos
como ejemplo de solicitudes ancladas al pasado:
1.- ¿En dónde voy a salir?
Aún existe la práctica de crear
un “plan de medios” donde se detallan sitios, secciones y fechas específicas en
que se va a correr una campaña. Incluso aún me han tocado casos donde la
autorización de una campaña publicitaria digital depende del detalle de este
plan.
Toda campaña debe de iniciar con
un objetivo; a partir de ahí, son los algoritmos programáticos basados en data
los que en tiempo real llevan a cabo billones de decisiones para elegir los
sitios donde correrá la campaña, y lograr el mejor cumplimiento del objetivo.
Por ello, a menos que los anunciantes sean adivinos, cerrar un plan de medios
condena a la campaña a una inflexibilidad que no permite obtener los mejores
resultados posibles.
Hay quienes justifican la
metodología del plan de medios como una forma de mantener el control de los
sitios donde se va a pautar, pero -en realidad- con las herramientas que
existen actualmente para controlar la seguridad del contenido del sitio (brand
safety), la visibilidad del anuncio (viewability), la exclusión del tráfico no
humano (bot fraud), y la evasión de sitios “no seguros” (blacklists), no hay
justificación de peso para limitar la pauta a unos cuantos sitios.
2.- Quiero mis testigos
Aunque parezca de la prehistoria,
todavía existen clientes que exigen la presentación de testigos (copias
impresas de la pantalla en donde sale el anuncio), como una forma de validar la
realización de la campaña.
En una ocasión, incluso me tocó
ver que una institución de gobierno pidiera un testigo por cada impresión entregada;
la solicitud no solo implicaba un reporte de -literalmente- millones de hojas,
sino que significaba que hubiera una persona en cada dispositivo en donde iba a
salir la campaña para obtener una copia de ello en la impresora. Para nuestra
sorpresa, lejos de cambiar el requerimiento, el cliente argumentó que se iría
con otra compañía donde supuestamente sí podían cumplirlo.
3.- ¿Dónde está tu orden inicial?
Una de las grandes ventajas del
marketing programático es que los anunciantes y agencias ya no tienen que
invertir tiempo en hacer una negociación con los medios y proveedores de
servicio involucrados en una campaña. Las plataformas ahora permiten el self
service, donde pueden hacer el “seteo”, compra de campaña, compra de servicios
-como atribución, segmentos de data, hiperlocalización, viewability, brand
safety– y todo lo necesario para correr la campaña.
No obstante, muchas veces los
departamentos de finanzas funcionan con viejos procesos donde para registrar la
compra de una campaña debe haber una orden inicial; esta última funciona
también como comprobante de que se solicitó la campaña con un medio. En el
mundo programático de hoy no hay necesidad de tener una comunicación con el
medio y se compra directamente en la plataforma, por lo cual no existen esos
documentos, dificultando los trámites de pago por parte de las agencias.
4.- ¿Dónde quedaron mis clicks?
En el mundo de la publicidad,
seguimos dando mucha importancia a métricas y mediciones que no necesariamente
llevan a un resultado de negocio, sin dar relevancia a resultados que para
empresas comerciales pueden ser incrementos en ganancias (ventas, utilidades,
ROI), o incrementos en valor de marca (favorabilidad, intención de compra,
reconocimiento de marca).
Hoy, las plataformas digitales
permiten optimizar en tiempo real hacia resultados de negocio, poniendo en
segundo lugar la medición de proxys como clicks, visitas, views de video
completados, clickthrough rate o cualquier otra métrica que anteriormente era
el único objetivo de una estrategia de publicidad digital.
Hace poco tiempo, me sucedió que
el cliente de una campaña de ventas se estaba quejando de que su número de
clicks había bajado; al preguntarle si prefería incrementar 200% el número de
clicks vs incrementar el número de ventas en 200%, el anunciante se tardó una
semana en decidir qué era lo mejor para su empresa. Por fortuna, se decidieron
por las ventas.
5.- ¿Y la firma?
No es específicamente algo
relacionado al marketing programático, pero en un mundo digital es asombroso
que aún existan procesos donde se requiere la firma autógrafa. Además de no
necesariamente cumplir con una necesidad de seguridad (pues pueden ser fácilmente
copiadas), esto implica transportar los documentos de un lugar a otro y hacer
un innecesario uso de papel. Me ha tocado trabajar con clientes que requieren
hasta seis copias firmadas de contratos y otros documentos.
Las firmas electrónicas, además de
cumplir con estándares de seguridad, no necesitan transportación ni espacios
físicos para guardarse, y se comparten fácilmente entre sistemas de compra,
facturación, CRM, legal y otros más, de manera inmediata.
6.- ¿Me lo mandas por fax?
Increíble, pero casi llegando al
2020 existen procesos que requieren el uso del fax, pues es el único lugar en
donde algunos clientes reciben la documentación. Ya no sé qué es más
complicado, si conseguir uno de estos aparatos o explicarle al millennial (o
centennial) cómo se utilizan.
Y a ti, ¿qué prácticas obsoletas
te ha tocado vivir recientemente?
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