James Ferragamo, el heredero del
imperio (y el estilo) italiano
FORBES- 17 de noviembre de 2017
James Ferragamo, uno de los
herederos del grupo y director internacional de la marca, ha retomado el
desafío de su abuelo Salvatore: continuar innovando la compañía y los productos
siguiendo sus tradiciones. He aquí su historia y sus planes
Tiene los genes del Genio. El
Genio era su abuelo, Salvatore Ferragamo, artesano-artista, diseñador,
maniático de los detalles, apasionado de la belleza, y siempre rodeado de
celebridades, curioso, imaginativo, visionario. James, hijo de Ferruccio, y
tercera generación de la familia Ferragamo, tiene la tarea ahora y en el futuro
de seguir realizando las ideas de su abuelo, al que no pudo conocer, y de
proyectarlas en el siglo XXI, perpetuando esta historia de éxito mundial.
James, de 45 años, con rostro de
actor estadounidense, físico de modelo y una elegancia relajada, actúa con una
calma que se deriva de una educación anglosajona. A fin de cuentas, realmente
lleva en sí el destino en el nombre: lo eligió su mamá, Amanda, de nacionalidad
inglesa, mientras que su padre, Ferruccio, eligió el de su hermano gemelo,
Salvatore. “Soy mitad inglés y mitad italiano; mi hermano es mitad italiano y
mitad inglés”, bromea James, dejando al descubierto un humor anglo-toscano. “A
veces envidio su carácter mucho más italiano que el mío”. De hecho, James
estudió en Inglaterra y en Estados Unidos, en donde también trabajó durante un
tiempo.
“En los años noventa, nuestra
familia tuvo largas conversaciones con Ambrosetti [un grupo fundado en 1965
para acelerar los resultados de compañías y organizaciones que acuden a ellos
*N. del T.] con un objetivo preciso y de mayor alcance: entender cómo
estructurar la transición a la tercera generación”, explica James, y añade con
abierta ironía: “para limitar los daños”. Luego menciona a su padre Ferruccio:
“Mi padre es increíble”, dice con orgullo. “Dedicó su vida al crecimiento de la
compañía gracias a que guio el negocio y aprovechó las mejores oportunidades
estratégicas. Fue CEO hasta 2006, fecha en que se convirtió en presidente. Es
meticuloso y preparado. Sobre todo, es una persona práctica. Siempre me dice
que los problemas se afrontan antes de que se generen”.
Al igual que su abuelo, James fue
a Estados Unidos a temprana edad y trabajó en Saks Fifth Avenue, y luego por un
tiempo en Goldman Sachs en Londres, dos experiencias que le han servido para
entender muchas cosas. “Mientras tanto”, dice James, “la bolsa de valores me
pareció muy interesante, pero no vi ningún producto tangible. Así que sentí que
si sólo hubiera emprendido un negocio de esa forma me habría perdido de algo.
Me gusta mucho más representar a mi empresa con su historia, sus proyectos y
productos. En Saks, por otro lado, trabajé en la sección de compras y
distribución. Fue un trabajo fascinante. En realidad es uno de los puestos más
difíciles, ya que tienes que satisfacer a muchísimas personas con una amplia
variedad de gustos”.
Fue así como en 1998, después de
haber vivido estas experiencias, James entró a Ferragamo. “Desde el principio
me di cuenta de que eso era lo que quería, trabajé en diferentes puestos, crecí
profesionalmente y paralelamente aumentaron mis responsabilidades”. La entrada
de James a la compañía también fue el resultado de un acuerdo familiar, firmado
por esa época, que permite que sólo tres miembros de cada nueva generación
ingresen a la empresa. “La selección es muy cuidadosa”, dice el joven manager.
“Se deben tener características específicas: se necesita haber adquirido
experiencia en otras empresas, tener una educación y preparación internacional
y aceptar el trabajo duro en la empresa”.
Pero los Ferragamo no hacen todo
solos. De hecho, desde hace años llevan una política que involucra a los
gerentes al máximo y que tienen una carrera interna muy abierta. Los Ferragamo
forman parte del consejo y toman las decisiones estratégicas, pero la dirección
del grupo, cotizado en la Bolsa de Milán desde 2011, está a cargo de un CEO
externo a la familia y, por supuesto, de un gran grupo de managers que crean la
alquimia adecuada entre la familia y la administración.
El primer CEO fuera de la familia
fue Michele Norsa, quien dirigió el grupo durante diez años, y hace poco más de
un año llegó Eraldo Poletto.
James pasa unas diez horas al día
en la oficina. “Antes de eso era más tiempo, pero hace unos años descubrí el
triatlón: natación, ciclismo y carreras”, dice James. “Me levanto a las 5 de la
mañana cuando mi esposa y mis hijos todavía están durmiendo, y entreno tres
horas. El deporte me ha ayudado mucho. Me dio fuerza, concentración y tranquilidad.
“En 2013 corrí el maratón de
Nueva York: acompañamos a algunos chicos de San Patrignano [jóvenes en
recuperación que acuden a esta asociación que los ayuda a luchar contra las
dependencias], y a otros al de Venecia: en total una docena. Fue muy bonito”.
Tres horas de entrenamiento, diez
en la oficina, obras de caridad: ¿puedes dormir y encontrar tiempo para la
familia? “Claro”, responde tranquilo. “Por la noche, cuando voy a casa, siempre
encuentro tiempo para Amelie, Oliver, la pequeña Livia y mi esposa Louise.
Además están los fines de semana…”.
Si se observa en la actualidad al
Palazzo Spini Feroni, entre via Tornabuoni y el Arno, sede de Ferragamo, con su
austera belleza y solidez que alguna vez albergó la sede del municipio de
Florencia en los tiempos en que fue capital, todo se ve bien, todo parece
fácil. Sin embargo, no fue nada sencillo. Esa propiedad la compró Salvatore a
pagos en la década de los treinta, y durante años fue la sede del negocio y su
laboratorio: se ideaban y se cosían zapatos incluso en la pequeña capilla del
palacio hoy ya restaurado con el esplendor y la elegancia que sólo una dinastía
de emprendedores de un sector tan particular como el del lujo puede llevar a
cabo.
Pero en los años sesenta, cuando
todo parecía ir mejor que nunca, Salvatore murió, y su esposa Wanda de pronto
se vio catapultada a la cima de la compañía. “Mi abuela se transformó
repentinamente de madre en mujer de negocios para retomar el legado soñado de
mi abuelo: el desafío de continuar con la compañía Salvador Ferragamo sin su
fundador”. Un desafío que se renueva también hoy, día tras día.
“Tenemos nuestra propia historia,
nuestra tradición, nuestros modelos atemporales”, dice orgullosamente James,
“pero siempre hemos podido actualizarnos, continuando nuestra actividad
creativa dictada por el fundador. ¿Un ejemplo? En los años ochenta, cuando la
moda la dictaban las mujeres que trabajaban, creamos una serie de modelos
dedicados a la mujer trabajadora, que vive fuera del hogar, que tiene una vida
activa. Así que no sólo hicimos tacones altos y modelos de superestrellas”.
James lidera la división del
grupo “Calzado y peletería para hombres y mujeres”, una división de tres junto
con “Ready to Wear” y “Silk”. Pero su verdadera misión es la innovación para
hacer que la creatividad se concrete. “El mundo cambia a una velocidad a veces
aterradora”, dice. “Hacemos análisis de mercado todos los días para comprender
las tendencias y cómo cambian los gustos de los consumidores”.
“Los últimos años han visto la
transición de flats a tenis, y está claro que no podíamos detenernos, a pesar
de que esos modelos deportivos podrían parecer demasiado alejados del estilo
Ferragamo. Hicimos los tenis tomando en cuenta siempre un gusto por las formas,
los colores y los materiales de Ferragamo”, añade.
Pero la innovación conduce
inevitablemente hacia lo digital. “Nuestro proyecto digital ha comenzado. Lo
usamos para manejar las tiendas y ponerlas al servicio de los clientes”,
explica James. “Necesitamos estar en contacto con ellos, no sólo para el
comercio electrónico, sino para proponer nuevos modelos y hacer productos
pensados para ese mercado, incluso para ese tipo de clientes. Usamos lo digital
para vender a distancia, pero también para reducir las distancias, llevar a los
clientes a nuestras tiendas con una comunicación global con identidad de marca.
Está claro que no todos los mercados son iguales y no todos requieren los
mismos productos. Un ejemplo fácil son los colores. El Rainbow Shoe, el zapato
diseñado por mi abuelo Salvatore en 1938, unas plataformas de corcho con forros
en cuero, uno de nuestros must, sigue siendo muy popular hoy en día. Pero si
vamos a los colores, además del negro que siempre funciona, cada país tiene sus
preferencias: en el mercado europeo y estadounidense, que se parecen mucho,
gustan los tonos más vivos; en Asia, sin embargo, los colores pastel funcionan
mejor”.
James, como heredero de una
familia visionaria, tiene una gran confianza en el futuro. Es optimista y está
convencido de que Italia se recuperará y crecerá porque tiene mucha energía
justamente en las familias, en su tipo de organización, en la voluntad de
hacerlo. “Espero que mis tres hijos encuentren un camino que les guste y lo
sigan sin miedo”. Como aprendió de la memoria de su abuelo, los sueños y
proyectos pueden convertirse en realidad.
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